lunes, 6 de junio de 2011

A contracorriente, la guerra antinarco del gobierno mexicano


DANIEL MÁRQUEZ MELGOZA

Es comúnmente aceptado que falló la intentona de construir una candidatura común para la gubernatura de Michoacán. No obstante tanta seguridad, convendría no darla por muerta tan a la primera, pues los panistas, en voz de sus dirigentes nacional y estatal, Gustavo Madero y Felipe Tena, coincidentemente han declarado lo mismo a los medios: no dan por cancelada esa salida de candidatura común, a diferencia de sus pares de los otros partidos, que ya aseguran que nació muerta. Es secreto a voces que del panismo surgió la idea de la candidatura común, lo cual explica la terquedad de no darla por muerta a la primera intentona fallida. Habrá que estar alertas.

El equipo gobernante de Leonel Godoy al despedirse y entregar el poder el 14 de febrero de 2012 estará cumpliendo cuatro años de ejercicio de gobierno; el que lo suceda tendrá tres años y siete meses de acción gubernamental. Sumados, arrojarán siete años y siete meses. Se pretenderá, sin duda, que el nuevo grupo gobernante tenga su propio plan estatal de desarrollo. O sea, para ese total de siete años y siete meses se llegará a disponer de dos planes estatales de desarrollo.

Tras la descabellada propuesta de una candidatura común, los partidos ya sólo hablan de una sola plataforma, lo cual aunque difícil de operar, técnicamente no es imposible. Si tanto se insiste en que los partidos trabajen en común, a lo más que considero podrían llegar juntos es a elaborar un diagnóstico de la situación general que guarda la entidad en los distintos ámbitos y temas más comunes del desarrollo de una entidad federativa: economía, empleo, educación, salud, campo, medio ambiente, turismo, cultura, vivienda, seguridad, deporte, transporte, seguridad, entre otros.

En cambio, apenas se pretendan elaborar propuestas para una plataforma común, saltará la liebre de la discordia, porque en los qué y los cómo se amanecerían intentando ponerse de acuerdo izquierdas y derechas. Pero me temo que incluso desde el mismo diagnóstico ya saldrían chispas. Voy a poner un ejemplo inocente: ¿cuál pudo haber sido el diagnóstico de seguridad pública sobre Michoacán, que terminó siendo el fundamento para la propuesta de una candidatura de unidad ante una supuesta ingobernabilidad y falta de garantías en la entidad michoacana frente al crimen organizado y el narcotráfico, en medio del cual se tendría que desarrollar el proceso electoral de 2011?

Si lo hubo, ¿se habrá realizado entre funcionarios del gobierno estatal y funcionarios de seguridad del gobierno federal? Si lo hubo, me gustaría conocerlo para ver ese milagro de que izquierda y derecha hayan podido compartir puntos de acuerdo desde visiones tan distintas sobre una misma realidad en una equis situación. Lo más seguro es que no se haya dado la situación de elaboración conjunta de un diagnóstico de seguridad pública de Michoacán, con proyección a lo largo del proceso electoral. También es posible que ni siquiera alguien haya elaborado ese instrumento de conocimiento de la realidad, sino que más bien se obvió el camino metodológico y se arribó al resultado requerido sin necesidad de tanta maroma y teatro conceptual y de método científico. Ya veremos si tiene sentido que los dirigentes panistas mantengan abierta la posibilidad de que se haga realidad una candidatura común para la gubernatura, incluso en la persona de un connotado personaje de la sociedad civil, como dicen, porque dará la razón a los malpensados.

Para el caso de que el nuevo grupo gobernante sea del propio Partido de la Revolución Democrática (PRD), propongo que en consideración del poco tiempo que tendrían para ejercer el gobierno (tres años y siete meses), tras una meticulosa revisión del Plan Estatal de Desarrollo del gobierno de Leonel Godoy, lo adopten y adapten, y se pongan a trabajar sin mayor dilación, haciendo de cuenta que dicho instrumento rector hubiera sido la guía para siete años y siete meses de gobierno. No es mucho pedir, tratándose de políticos que comparten una misma ideología y visión del desarrollo con perspectiva de izquierda. Sería mucho pedir que lo hicieran los grupos políticos de otro signo ideológico, si llegara a ser el caso.

No me salgo del todo del renglón si concluyo dando contexto amplio y actual a la aventura contra el narcotráfico en la entidad y en el país en general. A tiempo que en Nueva York este jueves 2 de junio la Comisión Global de Políticas sobre Drogas, de la ONU, presentaba un informe con el propósito de impulsar una revisión internacional de las actuales estrategias de la guerra antidrogas, anunciando y argumentando su fracaso en 50 años de aplicación en distintos países, el presidente Felipe Calderón en la ciudad de México establecía el 2 de junio como el Día del Policía, y exhortaba a los universitarios a enrolarse en la policía federal, asegurándoles que es una opción de vida y desarrollo personal, y acuñando para ello una nueva modalidad de sacerdocio: el sacerdocio cívico, a la manera del sacerdocio religioso que por su parte la jerarquía católica está también urgida de promover, pues tras los escándalos de pederastia en el país y en el mundo, sus bonos no están a la alza y no es fácil así despertar vocaciones sacerdotales entre los jóvenes.

Si la estrategia de la guerra antidrogas calderonista ha sido y es puesta en entredicho en el referido informe (www.globalcommissionondrugs.org/), elaborado por expertos, políticos, altos ex funcionarios internacionales, intelectuales, escritores, entre otros, la jerarquía católica nacional, aglutinada en la Conferencia de Episcopado Mexicano (CEM), daba el espaldarazo a la guerra antidrogas del presidente Felipe Calderón, justificando incluso la sangre derramada: “Carlos Aguilar Retes, presidente de la CEM, señaló que la lucha del presidente Calderón es preservar el Estado mexicano, “eso lo dijo él desde el principio: creo que estoy consciente que va a costar sangre”, él no nos engañó, nos lo dijo desde que era presidente electo. Él se encontró con el problema y tenía que afrontarlo, tenía que costar sangre y nos duele, lo lamentamos profundamente, no nos gusta, todos lo lamentamos, pero es indispensable, si no díganme ustedes, ¿cómo se enfrenta a una delincuencia organizada?” (La Jornada, 2/06/2011).

En la nota sobre el mismo tema, en El Universal se informaba que después de la conferencia de prensa los 100 obispos que integran la CEM tenían una comida con el gobernador Enrique Peña Nieto. Los muy compungidos obispos por tanta sangre derramada (“no nos gusta, todos lo lamentamos, pero es indispensable…”), vivillos, en sus ratos libres de su política celestial, hacen política terrestre “con mucha visión”, lo cual no deja de encender focos de alerta para más de algún ateo guadalupano.

“Fracasó la política global contra las drogas; urge modificar las estrategias”, cabeza principal de La Jornada (02/06/2011), que resume el contenido principal del informe de la Comisión Global de Políticas sobre Drogas; dos frases que el presidente Felipe Calderón con todo entusiasmo puede corregir: (en mi gobierno no ha fracasado la política contra las drogas” y “la estrategia de combate es la adecuada y está funcionando bien”. Así lo dice al menos su vocero oficial Alejandro Poiré, secretario técnico del Instituto Nacional de Seguridad, quien reiteró que México seguirá adelante con la estrategia de seguridad, en respuesta puntual al contenido del referido informe.

En pocas palabras, no hay argumentos que valgan, de fuera y de dentro del país, para enmendar políticas y estrategias de guerra contra el narcotráfico, que arrojen mejores resultados de los que estamos viendo. En el caso de Michoacán ya sufrimos un michoacanazo; que sea éste el alerta para que no se consume un segundo atropello a la soberanía michoacana.

Fuente: La Jornada de Michoacán

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