ARTURO HUERTA GONZÁLEZ
El pasado 7 de septiembre el gobernador del Banco de México (Banxico) urgió a acelerar las reformas estructurales en el país, ya que éste “no recibirá el impulso del exterior al que hemos estado acostumbrados”. El señor Carstens tendía que preguntarse primero porque la economía nacional ha caído en una creciente dependencia de la entrada de capitales, y eso ha sido resultado de las políticas instrumentadas por ellos, que atentan sobre las condiciones endógenas de acumulación, que nos colocan en un contexto de alta vulnerabilidad externa. Ante la caída de las exportaciones, de las remesas, como de la entrada de capitales, en vez que ellos modifiquen la política monetaria en la perspectiva de reducir la tasa de interés, y aumentar la liquidez y la disponibilidad crediticia a favor de la producción y la generación de empleo, Carstens se pronuncia por la reforma laboral “para reducir los costos para crear empleos formales”. Sigue sin darse cuenta que por más reducción de salarios y prestaciones laborales que se ha venido dando en nuestro país, y en muchas partes del mundo, el empleo no crece, sino por el contrario, el desempleo aumenta, ya que al disminuir el poder adquisitivo de los trabajadores, se contrae la demanda, y con ello la producción y la generación de empleo. Si en realidad él y el gobierno estuvieran preocupados por generar empleo, tendrían que incrementar salarios, para así aumentar la demanda, la producción y la generación de empleo, aunque habría que revisar la apertura comercial para evitar filtraciones de demanda hacia importaciones. Pero nada de ello pasa por sus cabezas. Insisten una y otra vez en la reforma laboral para aumentar la explotación de la fuerza de trabajo para beneficiar al capital, esperando que éste incremente la inversión y así reactivar la economía. Pero las ganancias del capital no se han invertido en el sector productivo, pues éste no ofrece condiciones de ganancia, dada la contracción de mercado interno y la baja competitividad frente a importaciones. El capital ha venido invirtiendo en el sector financiero–especulativo que le ofrece mayores ganancias, lo que termina una y otra vez en crisis.
En vez de preocuparse el gobernador de Banxico por aplicar una política monetaria y cambiaria que genere condiciones crediticias y competitivas para estimular la producción nacional y el empleo, se pronuncia por “dar mayor margen de acción a la inversión privada a través de aprobar la Ley de Asociación Pública–Privada” en la prestación de servicios públicos. Cuando la política económica no tiene márgenes de libertad, para flexibilizarse y atender las demandas y reclamos nacionales (dado que se lo impide el contexto de libre movilidad del capital y los objetivos de estabilidad monetaria–cambiaria que ellos defienden), recurren a la venta de activos nacionales para atraer inversión externa, pensando que con ello la economía crecerá, y será más fuerte para encarar los shock externos. No reconocen él ni el gobierno que la economía está más privatizada que nunca (en la historia reciente), como consecuencia de las políticas predominantes, y sin embargo, no ha habido mayor desarrollo industrial, ni agrícola, ni más economía y empleo formal, sino por el contrario, se ha acentuado la concentración y extranjerización de los activos nacionales, y del ingreso nacional, y cada vez hay más excluidos.
Carstens señaló que “ante un entrono económico internacional tan agotado, la necesidad de hacer éstas reformas se vuelve aún más acuciante”. Si reconoce que el entorno internacional se ha agotado, entonces porque insiste en la reforma laboral para reducir salarios para mejorar supuestamente competitividad para incrementar exportaciones? Si la estrategia de crecimiento hacia fuera se ha agotado, debido a los países desarrollados van a al recesión, habría que retomar el manejo soberano de la política económica para dinamizar el mercado interno y atender las demandas nacionales. Pero Carstens insiste en más mercado y menos Estado, al decir que “la intervención de activismo gubernamental tiene estrechos límites que no deben sobrepasarse”. De ahí su insistencia en que se aprueben las reformas que llevan a más participación del sector privado. ¿Para quien gobiernan tales funcionarios? Las políticas de disciplina fiscal y de autonomía del banco central han llevado a reducir el tamaño del Estado, y a subordinarlo a los intereses del gran capital, de ahí que no haya margen para fortalecer a esfera productiva y el empleo, para así hacer frente a la adversidad externa. Si en realidad se quiere evitar caer en otra crisis, hay que mandar al cajón de la basura la llamada política macroeconómica de estabilidad, y las políticas de libre mercado que defienden los que toman las decisiones en este país.
Fuente: La Jornada de Oriente
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