Orizaba, Ver.- En el Día Mundial de la Alimentación, las estadísticas señalan que por lo menos 28 millones de mexicanos (24.9 por ciento de la población total), por sus condiciones de pobreza extrema “no tiene acceso a comida nutritiva, lo que provoca un incremento en la debilidad física y un aumento en las enfermedades prevenibles”. La comida están en manos de acaparadores y especuladores, “como las cadenas comerciales transnacionales”.
En un estudio que realiza el Partido del Trabajo, presentado por Jorge González Rojas, integrante de la dirigencia colegiada en Veracruz, se estima que ante la crisis sistémica mundial que vive el capitalismo, por la liberación de los mercados, “la alimentación nutritiva, suficiente y necesaria para el pleno desarrollo del ser humano se ha vuelto inalcanzable, sobre todo para las clases populares y la clase trabajadora”.
Primero define que la alimentación actualmente “está en poder de las fuerzas ciegas de los mercados, que sólo buscan la ganancia. La alimentación es objeto de acaparamiento y especulación, lo cual determina los precios y no los costos reales de los alimentos. Los hambreadores del mundo son las grandes trasnacionales, verdaderas mafias internacionales que acaparan y concentran la producción mundial de alimentos, con lo cual especulan de manera perversa generando carestía para imponer precios de acuerdo con sus intereses mercantilistas. La falsedad de que el libre mercado y la globalización traen consigo el avance y desarrollo de los pueblos está a la vista”.
Esto es histórico, refirió, “en 1982, Miguel de la Madrid inició el desmantelamiento de la industria paraestatal que generaba la producción de alimentos que el país necesitaba. En 1992 Carlos Salinas de Gortari firma el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCN), el cual entra en vigor en 1994, a partir de ese año, se abre la frontera norte a la entrada progresiva y gradual de todo tipo de alimentos subsidiados, provenientes de Estados Unidos y Canadá”.
Este proceso de apertura del mercado mexicano de alimentos también se hace acompañar colateralmente del abandono del gobierno al subsidio estructural de la producción agrícola nacional de alimentos, con lo cual también se abandona la soberanía alimentaria, como política de Estado. “El abandono del gobierno a la producción agrícola del país y la entrada de alimentos de los Estados Unidos y Canadá ha vaciado las zonas rurales de campesinos. Ellos hacen que emigren a las zonas urbanas o cruzan la frontera norte en busca de la subsistencia, al haber sido avasallados por la competencia subsidiada por el gobierno norteamericano y canadiense.
”Como competencia para las trasnacionales del norte, los mexicanos somos objeto de precios especulativos de los alimentos, lo cual genera su encarecimiento, aunado a los salarios miserables de la mano de obra mexicana, lo que hace imposible que la gran mayoría de la clase trabajadora tenga acceso a la alimentación suficiente, necesaria y nutritiva para su pleno desarrollo. Las cifras del Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social (Coneval) confirman un incremento de la población que carece de acceso a la alimentación. Pasó de 23.8 millones de personas que representa 21.7 por ciento del total de la población en 2008 a 28 millones, 24.9 por ciento en 2010.
”La falta de nutrientes en el cuerpo hace que el ser humano sea proclive a enfermedades, es decir, que una buena alimentación funciona como medicina preventiva. Un trabajador mal alimentado y desnutrido no es garantía de alto rendimiento laboral y, lo que es peor, esta condición aumenta los riesgos de trabajo, como los accidentes que pueden provocarles discapacidad y hasta la muerte. Los gobiernos del país, desde Miguel de la Madrid hasta Felipe Calderón, deslumbrados por el neoliberalismo, han contribuido a poner en manos de los Estados Unidos y Canadá el suministro de alimentos en las mesas de los mexicanos, con lo cual este tema se vuelve un asunto de seguridad nacional”.
Este panorama deja en claro que Estados Unidos “no necesita de un ejército para invadirnos, bastará con que cierre sus fronteras a la salida de alimentos hacia nuestra nación para ponernos de rodillas, toda vez que el campo mexicano abandonado a su suerte por los gobiernos neoliberales es incapaz de producir el consumo nacional de alimentos, con lo cual se pierde la seguridad y soberanía alimentaria. Seguramente el aparato oficial del gobierno y la superestructura del Estado mexicano, en este Día Mundial de la Alimentación tratarán el tema de manera trivial y superficial, sin abordar datos duros de las estadísticas sobre los conceptos de seguridad y soberanía alimentaria, toda vez que esa responsabilidad como política de Estado se ha puesto en manos del mercado”.
“Hoy nos dirán que para eso hay 138 mil 22 mil millones de dólares de reserva de divisas. De lo que no se habla es que el mercado internacional de alimentos está en manos de las trasnacionales, concentran y distribuyen su producción de manera geoestratégica para el sometimiento y control de las naciones en desarrollo, ante lo cual el dinero no es suficiente”.
Hoy, agregó, “estamos como en los tiempos del porfiriato, que todo estaba en manos del patrón. Desde las tiendas de raya se especulaba con los alimentos. El obrero o campesino únicamente con la fuerza de su trabajo sin ningún control sobre los medios de producción agrícola e industrial, era objeto de la especulación en las tiendas de raya, donde por más esfuerzos que hacía nunca le alcanzaba lo que tenía y siempre quedaba endeudado.
”Exactamente eso nos pasa hoy como país. Los trabajadores y campesinos por más esfuerzos que hacen, sus ingresos no les alcanzan para cubrir la canasta básica de alimentos por los salarios miserables como en los tiempos de Porfirio Díaz y por la especulación mercantil en los precios de los alimentos. La política pública alimentaria del gobierno mexicano en todos sus niveles se reduce a regalar despensas con alimentos de ínfima calidad, en los tiempos de campañas electorales”, concluyó.
Fuente: La Jornada de Veracruz
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