Por Amy Goodman
Hace un tiempo, cuando Barack Obama era tan solo un senador estadounidense que se candidateaba a la presidencia, le dijo a un grupo de donantes en un barrio residencial de Nueva Jersey, “Háganme hacerlo”. Tomó prestada la frase de Franklin D. Roosevelt quien, según Harry Belafonte, que escuchó la historia contada directamente por Eleanor Roosevelt, dijo esto en respuesta a la demanda de derechos civiles para los afro-estadounidenses que le hizo el legendario dirigente sindical, A. Philip Randolph.
Mientras el presidente Obama ha hecho concesión tras concesión al movimiento conservador Tea Party, que está financiado por grandes corporaciones, y a sus donantes de Wall Street, ahora que está nuevamente al ruedo en la campaña electoral se advierte a sus críticos progresistas que no lo ataquen, ya que eso podría terminar ayudando al candidato republicano en las elecciones presidenciales.
Y aquí entra en escena “el 99 por ciento”. El apoyo a la campaña Ocupemos Wall Street continúa en aumento y ya ha inspirado más de 1.000 manifestaciones de solidaridad en todo el país y el mundo entero. Tras semanas de manifestación sostenida, y luego de uno de los mayores arrestos masivos en la historia de Estados Unidos, Obama finalmente comentó: “Creo que la gente está descontenta y los manifestantes están dando voz a un descontento más amplio con respecto al funcionamiento de nuestro sistema financiero”.
Tras el polémico fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos en el caso de Citizens United contra la Comisión Federal Electoral, que permite donaciones ilimitadas de empresas para financiar la propaganda electoral, el hambre de dinero para la campaña es insaciable. La campaña de reelección de Obama se propone recaudar 1.000 millones de dólares. Según el Centro para una Política Receptiva (CRP, por sus siglas en inglés), la industria financiera fue la segunda gran fuente de contribuciones a la campaña de 2008 de Obama, superada tan solo por los abogados/lobbistas del sector industrial.
Sugerir que la derrota de Obama significaría el regreso a la era Bush tiene cierto fundamento: Associated Press informó recientemente que “casi la totalidad de los 22 asesores especiales de [Mitt] Romney ocuparon cargos de jerarquía en el gobierno de Bush: en la diplomacia y en los sectores de defensa o de inteligencia. La lista también incluye a dos ex senadores republicanos, al ex director de la CIA durante el gobierno de Bush, Michael Hayden, y al ex Secretario de Seguridad Nacional Michael Chertoff”. Pero, a menos de que haya una nueva era de presión popular, la presidencia de Obama también habrá sido una prolongación de la era Bush.
La propia naturaleza del movimiento Ocupemos Wall Street cuestiona la postura habitual de los predecibles y anquilosados comentaristas de los medios masivos. Para ellos todo se trata de las diferencias entre republicanos y demócratas, diferencias que a los manifestantes les cuesta ver. Quienes participan de las protestas, ven a ambos partidos a merced de Wall Street. Richard Haass, presidente del Consejo sobre Relaciones Exteriores, una organización ligada al establishment, dijo acerca de los manifestantes “No son serios”. Se preguntó por qué no hablan de derechos. Quizá es porque, para el 99 por ciento, el problema no son la Seguridad Social y Medicare, sino la creciente desigualdad: actualmente, los 400 estadounidenses más ricos tienen más riqueza que todos los otros estadounidenses tomados en su conjunto. Y también está el enorme costo y las secuelas de la guerra, fundamentalmente la cantidad de vidas que se perdieron, pero también las vidas que fueron destruidas en ambos bandos.
Es por eso que José Vázquez, director ejecutivo de Veteranos de Irak contra la Guerra, estuvo en el acampe de la campaña Ocupemos Wall Street el lunes por la noche. “No es ninguna novedad que muchos veteranos estén desempleados, no tengan hogar y sufran muchos otros problemas vinculados a la economía. Mucha gente fue enviada al frente de batalla varias veces y todavía tienen problemas vinculados con eso. Conocí a muchos veteranos de guerra que vinieron aquí. De hecho, acabo de conocer a un soldado que está actualmente en actividad y pidió licencia para venir a Ocupemos Wall Street”.
La histórica victoria de Barack Obama se logró gracias a la participación de millones de personas de todo el espectro político. Durante los años de gobierno de Bush la gente sentía que se daba la cabeza contra una pared. Tras las elecciones, la pared se convirtió en una puerta que apenas se abrió. La pregunta es, ¿se abrirá completamente de una patada o se cerrará de un portazo? No depende de una sola persona. Obama pasó de ser jefe comunitario a comandante en jefe. Cuando las fuerzas acostumbradas a tener toda la atención de la persona más poderosa de la tierra le susurran sus exigencias al oído en la Oficina Oval, el presidente debe ver que hay una fuerza más poderosa del otro lado de la ventana, aunque no le guste, y decirse “Si hago esto, harán la revolución”. Si no hay nadie ahí afuera, estamos en graves problemas.
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