Arturo Huerta González
El Banco de México (Banxico) el viernes pasado difundió la minuta sobre la reunión de la junta de gobierno del pasado 21 de julio, donde analizaron la situación económica del país. En ella reconocen que en el segundo trimestre del presente año se acentuó la desaceleración económica, y lo atribuyen a la debilidad de la demanda externa como la interna, y señalaron que dicha desaceleración comenzó a registrarse desde mediados del año pasado.
En la caída de las exportaciones resaltan sobre todo las canalizadas a mercados diferentes al de Estados Unidos, y en relación a la demanda interna, culpan al subejercicio en el gasto público, como al aumento del desempleo y subempleo (ya que éstas tasas se mantuvieron arriba de las registradas al inicio de la crisis hace cuatro años), y la pérdida del dinamismo en la industria de la construcción por la crisis de las inmobiliarias, que diríamos está relacionada a la propia disminución del ingreso de los adquirientes de casas, que han caído en cartera vencida.
La minuta de Banxico señala que el crédito de la banca a empresas y personas ha seguido creciendo, pero el consumo se ha desacelerado, aunque las importaciones de bienes de consumo se han acelerado. Ello ha sido consecuencia de la propia política de apreciación cambiaria que el propio Banxico mantiene, que lleva a que los productos importados resulten más baratos que los nacionales, por lo que el crédito, en vez de impulsar la producción nacional, se filtra al exterior a través de la mayor demanda de importaciones.
Banxico adjudica la desaceleración económica a la incertidumbre que prevalece respecto a la evolución del entorno externo, lo que evidencia la falta de condiciones endógenas de crecimiento. Es decir, la economía nacional no tiene manejo soberano de política económica para impulsar la dinámica económica a través del mercado interno, sino dependemos de variables externas, y al actuar éstas en forma negativa, se desacelera la economía, ante la inexistencia de políticas contracíclicas que contrarresten tal situación.
Reconocieron que los cambios en la política monetaria de Estados Unidos (EUA) ha incrementado la volatilidad en los mercados financieros en las economías emergentes, donde resaltan las presiones que se han dado en la moneda mexicana, como consecuencia de las salidas de capitales ante el aumento de las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos. Sin embargo, señalaron que el retiro del estímulo monetario en EUA, responde a mejores perspectivas de crecimiento en ese país, lo que traerá efectos positivos para la economía mexicana en el mediano y largo plazos. El problema es que el retiro de los estímulos en dicho país no obedece tanto a que haya perspectivas de crecimiento, sino sobre todo es resultado de las presiones que los dueños del dinero ejercen a la reserva federal a que aumente la tasa de interés, para así poder lucrar mejor. Tal política, aunado al recorte fiscal llevará a una nueva caída de la economía de Estados Unidos, por lo que más caerán nuestras exportaciones y la actividad económica nacional.
Reconocieron que el alza en las tasas de interés de largo plazo presionará sobre las finanzas públicas, lo que comprometerá la meta fiscal, por lo que podría contraer otros rubros de gasto, y con ello el mercado interno y la actividad económica, pero no mencionaron esto, sino que confiaron en que EUA se recuperará y ello impactará favorablemente a la economía del país. Siguen esperanzados a que el rescate venga de afuera, y mientras tanto no modifican la política económica, mantienen la tasa de interés de referencia de 4 por ciento, para seguir promoviendo entrada de capitales, y para evitar presiones sobre el tipo de cambio.
Reiteraron que el banco “cumpliría cabalmente su mandato y no validaría con inflación o impuesto inflacionario cualquier tipo de brecha intertemporal de finanzas públicas”. Es decir, no permitirán déficit fiscal, ni presiones inflacionarias, que ha sido el objetivo de las últimas décadas, conseguido a costa de que México crezca por debajo de su potencial, como de la media del resto de los países latinoamericanos.
Los miembros de la junta de gobierno de Banxico confían que habrá recuperación del gasto público, de la demanda privada y de las exportaciones en un entorno más favorable de actividad económica en Estados Unidos, lo que junto a las reformas estructurales, permitirán una “recuperación gradual de la actividad productiva mexicana en la segunda mitad del año”. El problema es que al insistir en la disciplina fiscal, no habrá expansión del gasto público que dinamice el mercado interno para contrarrestar la caída de demanda del sector privado, ni de las exportaciones. Tampoco es de prever que la actividad económica de EUA vaya a reactivarse, dados los ajustes fiscales que se están realizando, por lo que no hay perspectivas de crecimiento de nuestras exportaciones. La evidencia ha demostrado que por más reformas estructurales, por más privatización y extranjerización de la economía, por más libre mercado y menos participación del Estado en la economía, no hay mayor crecimiento de la productividad, ni de la esfera productiva, ni mayor empleo, ni mayor crecimiento económico. No hay condiciones de crecimiento, ni hacia adentro, ni hacia fuera. La economía se encamina al igual que otras a un escenario de recesión como consecuencia de las políticas macroeconómicas de estabilidad predominantes, y de las reformas estructurales de libre mercado. Mientras continúe la política económica actuando a favor del sector financiero, y en contra del sector productivo y del empleo, la economía no tendrá condiciones de crecimiento económico sostenido.
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