EZEQUIEL FLORES CONTRERAS
CHILPANCINGO, Gro. (apro).- Al menos 126 personas, de las 631 que abandonaron tres poblados de San Miguel Totolapan por los estragos de la narcoviolencia, permanecen refugiadas en la iglesia de la cabecera municipal.
El resto definitivamente se fue de la entidad hacia otros puntos del país y otra parte de los desplazados regresó a las comunidades que se encuentran sitiadas por el Ejército, indican reportes oficiales consultado por Apro.
Sin embargo, el gobierno estatal emitió un comunicado donde intenta minimizar la situación de violencia e inseguridad que se vive en esta franja de la región de Tierra Caliente, al señalar que la causa del desplazamiento masivo se debió a la propagación de “un rumor sobre un ataque armado” contra pobladores de El Cubo, El Terrero y El Guayabo.
“No se tienen indicios de que se hayan registrado hechos violentos en las comunidades y son las mismas personas quienes han informado que en estas localidades circuló el rumor de que sufrirían un ataque armado, motivo que generó pánico entre la población y provocó su desplazamiento a la cabecera municipal”, refiere la versión oficial difundida este viernes.
El boletín de la administración de Ángel Aguirre señala, sin especificar, que los desplazados comenzaron a regresar desde ayer por la tarde a los poblados, “tras el reforzamiento de la seguridad en la zona”.
El comunicado también señala que hasta el momento permanecen 83 personas en el albergue temporal habilitado en la iglesia de San Miguel Arcángel.
No obstante, documentos oficiales consultados por Apro indican que son 126 las personas que se encuentran en el templo, la mayoría originarias del poblado El Cubo, quienes se niegan a regresar a sus hogares por temor a ser asesinados.
De los desplazados que se encuentran en el albergue temporal 46 son mujeres, 45 menores y 35 hombres, destacan los informes oficiales.
El jueves 18, Apro destacó que más de 600 personas abandonaron poblados de los municipios de Arcelia y San Miguel Totolapan por la brutal confrontación de grupos delincuenciales que se disputan este importante corredor de trasiego de droga.
“Nos dijeron que nos saliéramos o nos iban a quemar adentro de nuestras casas”, dijo una mujer que junto a 120 familias dejaron todo lo que tenían para seguir viviendo.
Con el rostro desencajado y cargando un bebé, narró que desde el miércoles por la tarde llegaron a la cabecera municipal de San Miguel Totolapan y buscaron refugio en la iglesia de San Miguel Arcángel, donde pasaron la noche acostados en el piso.
Sólo los niños pudieron conciliar el sueño y los adultos estuvieron en vilo por temor a que los delincuentes los siguieran y cumplieran su advertencia, refiere otra mujer desplazada por la narcoviolencia.
La mujer de complexión delgada exigió, con voz angustiada, la intervención de las autoridades gubernamentales: “Queremos vivir en paz y con seguridad”, clamó.
Confió a Apro que desde el martes 16 se han registrado varios enfrentamientos entre grupos de civiles armados, y las autoridades no hacen nada a pesar de los reportes y las denuncias de los pobladores.
Incluso, el secretario general del ayuntamiento de San Miguel Totolapan, Bolívar Ochoa Díaz, soltó: “Estamos frente a una situación que refleja que el país está de cabeza”.
Y pese a que el gobierno estatal trató este viernes de minimizar el hecho que exhibe la ausencia de autoridad en la región de Tierra Caliente, admitió que en esta franja que comparten los municipios de Arcelia y San Miguel Totolapan –considerada un ‘narcocorredor’ que conecta con el Estado de México– se mantiene un operativo encabezado por el Ejército y la Policía Estatal para “garantizar la seguridad a los habitantes de esa zona”.
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