MARCELA TURATI
Uno de cada cuatro ejecutados en México durante 2008 cayó en esta ciudad fronteriza, donde la muerte acecha a todos: niños, maestros, profesionistas, empresarios, obreros, comerciantes, jóvenes, viejos, hombres y mujeres que viven el terror cotidiano de ser extorsionados, secuestrados, "levantados" o ejecutados. Lo menos que les puede pasar es toparse con una bala perdida que materialice la desgracia de vivir en medio de una guerra que no es suya. Los que pueden, huyen; los demás se esconden.
Ciudad Juárez, Chih.- La violencia en esta ciudad ha incubado todo tipo de relatos sórdidos, pero todos verídicos.
Está la historia del hombre de la colonia Champotón que, cansado de encontrar por las mañanas muertos arrojados afuera de su negocio, colocó un letrero: "Se prohíbe tirar cadáveres o basura". En noviembre, uno de los cadáveres encontrados en el mismo terreno fue el de su hija. El hombre no lo vio porque él mismo ya había sido asesinado.
Está la de una mujer del Valle de Juárez que vio pasar un perro que, con el hocico, jugueteaba con una especie de pelota; la maraña redonda, pegajosa, color carne, resultó ser la cabeza de un hombre.
Está la de los bachilleres que descubrieron un cadáver con máscara de cerdo, colgado de una reja. O la de los puentes en los que amanecen hombres sin cabeza. O la de los policías que huyeron porque se sienten inseguros. O la de la niña que fue sacrificada cuando un hombre en fuga la utilizó como escudo contra los balazos.
Todo ocurrió el año pasado en esta ciudad fronteriza que alberga un millón 300 mil habitantes llegados de todo el país, atraídos por el trabajo en la maquila.
Con mil 607 homicidios contabilizados sólo en 2008, esta ciudad se convirtió en la capital nacional de los asesinatos, la más violenta del continente y la principal productora de enfermos por miedo.
Este es un adelanto del reportaje principal que publica la revista Proceso en su edición 1681 que empezó a circular el domingo 18 de enero.
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