martes, 16 de junio de 2009

Ingenuidad del voto nulo




Gustavo Lomelín
Ingenuidad del voto nulo


Sin duda, es respetable la libertad de cualquier ciudadano para votar, abstenerse o anular su voto. Desde luego hay muchas y válidas razones para justificar la campaña de quienes promueven el voto nulo o blanco, pero también hay ingenuidad en pensar que esa forma de rechazo cambiará la perversidad que caracteriza a buena parte de la clase política mexicana, muy alejada de cualquier conducta ética en su búsqueda obsesionada por el poder.

Por supuesto que hay crisis de representatividad en los partidos políticos, baja credibilidad en el sistema electoral y una democracia disfuncional en México que sólo sirve a la clase política y no a la ciudadanía. Es evidente la necesidad de que haya reelección legislativa, candidatos ciudadanos, transparencia y rendición de cuenta de los recursos de los partidos, referéndum, revocación de mandato, reforma del Estado y otras demandas propias de una democracia moderna y madura.

De cualquier manera será interesante analizar hasta dónde llega la capacidad de organización de quienes promueven el voto nulo o blanco que en su esencia implica un acto de censura al sistema político, al gobierno y al sistema democrático, pero paradójicamente contribuye a preservar el status quo en el poder en el corto plazo porque no altera la correlación de fuerzas dominante. De hecho, sus efectos y resultados dependerán del porcentaje de personas que participen en esa campaña. Por ahora, es un foco amarillo que muestra una crisis de confianza y mina la legitimidad de la elección de 2006 “haiga sido como haiga sido”. Es, también, un anticipo para la elección presidencial de 2012 si se convierte en un foco rojo y con las crisis económica, de seguridad, sanitaria, política y social interactuando.

Por lo pronto, el voto útil de 2000 cayó en la desesperanza de la falta de liderazgo que hoy se expresa en el desencanto de la mayoría de la población por la falta de rumbo y de un proyecto claro de nación. Este 5 de julio, sin la debida participación, la organización social y la exigencia pública, se podría caer en la ingenuidad del voto inútil.

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