Ayer se presento un muy atendible documental sobre la migración interna en el país. “Migrar o Morir” es una producción de un poco más de 36 minutos de duración del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y Promedios de Comunicación Comunitaria, en dónde se documentan los grandes problemas que viven muchas familias de la montaña de Guerrero. Su única opción es migrar a estados como Sinaloa donde son contratados en el campo bajo condiciones lamentables. Sus patrones piensan lo contrario. Incluso aseguran que lo que hacen es en beneficio de los trabajadores agrícolas migrantes, quienes recorren en camión entre 48 y 72 horas para llegar a lo que “su centro de trabajo”.
La importancia de “Migrar o Morir” es múltiple. Una de su grandes virtudes es que presenta con testimonios directos una faceta poco analizada y atendida, la migración interna. Particularmente se a la que va de las montañas guerrerenses a los campos de Sinaloa. Los migrantes se mueven con todo e hijos. Muchas mujeres trabajan a pleno sol con su pequeños en las espaldas. Quizá recuerde que hace pocos meses un niño fue arrollado por un tractor en los campos sinaloenses en los mismos campos donde laboraba él y sus padres. Murió materialmente en los brazos de su papa. El caso siguen en espera de una definición que bien podemos imaginar del porque de su retraso.
Uno de los aspectos que más llama la atención del documental, que bien harían el Canal 22, 11, TV UNAM y en general la red de televisoras públicas en exhibirlo, es como se va diluyendo la esperanza, en particular la de los niños los cuales sueñan con “construir casas de dos pisos” y cuando despiertan se dan cuenta que estaban soñando. Al abrir sus ojos su entorno los regresa a su realidad. Sumemos a esto lo que padecen muchas madres jornaleras por la explotación laboral. “Migra o Morir” está para verse y para tomarse como punto de partida ante una realidad que no se ve porque no se quiere ver.
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