martes, 2 de marzo de 2010

Más de 130 mil jóvenes en Jalisco sin oportunidades para estudiar o trabajar: investigación de UdeG

Desde los 16 años, el cuello de botella se estrecha “escandalosamente”, afirma Enrique Cuevas

El modelo económico ha lanzado a millones a la pobreza y cerrado las posibilidades de empleo y educación

GEORGINA GARCÍA SOLÍS

De los 868 mil 160 jóvenes jaliscienses de entre 14 y 21 años, el 15 por ciento, es decir, 130 mil 224, ni estudian ni trabajan (nini), de acuerdo a estudios coordinados por Enrique Cuevas Rodríguez, investigador del Departamento de Métodos Cuantitativos de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

El fenómeno de los jóvenes ninis, según Alfredo Ricio Chávez, coordinador de la Licenciatura en Sociología de la UdeG, se agudiza a partir de los 15 y 16 años, “cuando justamente se empiezan a restringir las oportunidades en la educación, a partir de ahí se estrecha el cuello de botella de manera escandalosa al grado que entre los 15 y 24 años, siete de cada 10 jóvenes no tiene la oportunidad de ingresar a la educación en el país”.

Los ninis surgen por falta de oportunidades laborales y de educación, pero también por la ausencia de una identidad, la creación de nuevos valores, tal es el caso del consumismo y como consecuencia de familias permisivas que no cumplen su rol socializador. Este fenómeno al alza y de impacto a nivel mundial ha tomado por sorpresa al gobierno mexicano, sin exceptuar a Jalisco.

El sociólogo Alfredo Rico explicó que los Ninis fueron más evidentes a inicios de siglo por dos factores claves: “uno es la globalización económica, que ha traído como consecuencia un sistema económico que ha dejado en la pobreza a la mayoría de la población, sin oportunidades a la mayoría de la gente para poder desarrollarse en el terreno profesional y laboral, y en segundo lugar también como consecuencia de la globalización, pero en la esfera de las entidades, ha provocado que los espacios locales, que antes eran el espacio que marcaba el referente de los sujetos, se haya diluido y se haya perdido esa noción de pertenencia, esa noción de integración a determinadas comunidades locales.

“En ese sentido las generaciones, no sólo los adolecentes de hoy, sino incluso algunas generaciones que ya están en la etapa adulta, han crecido con esa falta de identidad, con esa falta de oportunidades, de tal manera que los jóvenes de hoy no encuentran referentes de ningún tipo, como en su momento fue la ideología, la propia religión, fue el amor incluso, en esas cosas a los jóvenes de hoy no les dicen nada”, planteó.

El economista Enrique Cuevas Rodríguez se enfocó al fenómeno en Jalisco, que atribuyó principalmente a dos factores: a las escasas oportunidades para acceder a la educación media superior y superior, además de la falta de garantías laborales.

Indicó que los ninis se presentan en familias de bajo recursos, pero sobre todo en la clase media “hacia arriba” debido a que “la familia les garantiza un nivel mínimo de sobrevivencia”, y al conformismo de los jóvenes provenientes de estas clases sociales al adaptarse a esta “situación cómoda” en la mayoría de los casos, luego de ser rechazados en su intento de ingresar al bachillerato o a una licenciatura.

En el último dictamen de admisión de la UdeG, hubo espacio para 12 mil 344 aspirantes, mientras que 17 mil 155 jóvenes fueron rechazados, es decir, el 58 por ciento de la demanda.

El problema se agrava en educación superior, pues tres de cada cuatro jóvenes no tienen acceso a este nivel de instrucción, lo que representa una cobertura de apenas 26 por ciento.

“Al no ser admitidos tanto en el bachillerato o en la universidad, los jóvenes no tienen otra alternativa más que estar en su casa, es decir, no buscan empleo porque creen que no lo van a encontrar y cuando lo encuentran son empleos mal pagados.

“Esto repercute fuertemente en la economía de las familias, porque lejos de que se convierta en un apoyo, un joven en edad de trabajar para el sostenimiento del hogar se convierte en una carga económica, haciendo que las condiciones de sobrevivencia de esta familia sean más deplorables”, expuso Cuevas Rodríguez.

Añadió que las empresas en el estado no contratan a jóvenes por su inexperiencia, “al menos eso argumentan”, y cuando son contratados se hace “en condiciones laborales nada favorables para ellos ni para sus familias ni la economía en general”.

“Son contratados en la mayoría de las ocasiones con salarios a nivel del mínimo general para el estado (55.84 pesos en la Zona Metropolitana y de 54.47 pesos en el interior del estado) o bien a veces menos del mínimo se les paga. Los contratos a los que ellos pueden acceder son generalmente contratos no escritos, son contratos de tipo verbal y ni siquiera gozan de las prestaciones mínimas que la ley podría garantizar”, dijo.

El economista remarcó que bajo estas circunstancias “muchos de los jóvenes buscan sencillamente no trabajar, para qué trabajan, si no se les garantiza un empleo ni un ingreso seguro ni prestaciones mínimas que debería tener cualquier trabajador en México, optan por no trabajar y en la mayoría de las ocasiones ni siquiera por estudiar, lo que repercutirá en la economía del estado de Jalisco”.

El problema se genera en el seno familiar

Hija de dos profesionistas, Alejandra se crió al amparo de su sentido común. Actualmente tiene 20 años y es la menor de dos hermanos. Su nacimiento fue el premio a la espera. Sus padres ya no planeaban tener más hijos cuando anunció su llegada. Fue 20 años después de su primogénito.

En sus primeros años de vida acaparó en demasía la atención de sus padres, para quienes más que una hija, fue una nieta. Lo material nunca le faltó, más bien siempre le sobró y al paso de los años cubrió el vacio por la escasa convivencia con sus padres, quienes por sus actividades laborales poco tiempo podían dedicarle, en tanto su hermano partió del seno familiar para emprender sus propios proyectos.

La vida de Alejandra se convirtió en una fantasía. Ante la falta de una guía, se inventó un mundo en lugar de afrontar la realidad. Sus allegados vieron que creció con “la idea de que siempre le daban dinero y que era superior a los demás”.

“En su mundo de fantasía ella cree que todo lo que hace está bien hecho”, dijo una de sus tías.

Su realidad es la falta de una identidad y rumbo. Desde que terminó el bachillerato hace tres años está a la espera de salir en listas en la Licenciatura en Química de la Universidad de Guadalajara. En este tiempo ha trabajado de mesera, vendedora y cajera, en ninguno de los empleos duró porque al primer detalle que no le gustó, abandonó el empleo. Su inestabilidad fue motivo de fricciones entre sus padres, quienes al no coincidir en la solución a su rebeldía, se separaron por unos meses.

“Es irrespetuosa con sus padres, los tiene dominados porque hacen lo que quiere a la larga. No tiene freno y si se lo ponen se revela. Se sale de su casa sin avisar, llega a la hora que quiere. Sus papás no aceptan el problema y por tal de que se componga le hablan a la buena, para sobrellevar la situación y por su miedo de que le pase algo, que se vaya, le consienten todo”, reveló su familiar.

La maestra Claudia Chan, del departamento de psicología básica de la UdeG, refirió que el fenómeno de los Nini también es una consecuencia de familias permisivas y sin límites, independientemente de los factores económicos y empleo en el país.

“Esto se explica también porque esta generación de padres tienden a ser muy protectores con los hijos. Hemos observado en el fenómeno que tardan en emancipar los jóvenes. Vemos que antes a los veintitantos años en promedio un joven se emancipaba, es decir se iba de casa a trabajar e iba formando su propio hogar de procreación, vemos que esta emancipación se ha prolongado al grado que hay jóvenes de 32, 34 años, 40 años que todavía viven en el seno familiar como hijos de familia. Esto es una respuesta obviamente a la sobreprotección de los padres, que en ese ideal de mantener la familia unida no facilitan que los jóvenes se independicen y se emancipen”, expuso la psicóloga.

La especialista agregó que esto se traduce en un fracaso de la función socializadora de la familia, toda vez que su obligación “es hacer competentes a los hijos, autónomos a través del reconocimiento, el amor que se les provee, pero también de las reglas, de los límites, de formarles metas y proyectos para que éstos los persigan, cuando no se da esto vemos que se está fortaleciendo la generación Nini”.

Los Ninis son jóvenes de pocas expectativas o ninguna, lo que los convierte en un grupo en situación de riesgo, “esto quiere decir que si no están estudiando ni trabajando es fácil que se involucren en pandillas, tribus urbanas, cuya característica común es eso que no estudian no trabajan y que sólo se reúnen para fortalecer estos lazos, por lo que se pueden involucrar en situaciones de delincuencia, droga por no estar sosteniendo una actividad productiva para desarrollarse en el ámbito estudio-trabajo”.

El sociólogo, Alfredo Rico Chávez atribuyó lo anterior a que construyen nuevas relaciones e identidades sociales en el terreno del consumo y lo desechable.

“Lo tienes hoy, en algunos meses pasa de moda y ya no tiene sentido. Esas son las características de estas nuevas identidades que se fincan en nuevos valores, no es que no tengan valores, sino que son otros valores más ligados al consumo y a lo desechable”, refirió.

Los riesgos

En comparación con las 32 entidades federativas, “Jalisco no está tan mal”, aseguró el economista, Enrique Cuevas Rodríguez, quien añadió que “hay estados que están en condiciones peores, que sus recursos humanos son más escasos”.

Las entidades de Nuevo León, Distrito Federal, Baja California y Chihuahua, dijo el economista, son los que menos índices de Ninispresentan, y productivamente están por arriba de Jalisco.

Advirtió que en caso de generalizarse este fenómeno en el estado habrá “riesgos de sobrevivencia económica, es decir la gente necesita trabajar para poder vivir. Si estos jóvenes no son educados en la cultura del trabajo en la cultura de la escuela, la educación, evidentemente esto repercute a mediano plazo y largo plazo en la economía”.

Recordó que un país necesita que sus jóvenes se eduquen para tener recursos humanos calificados y para lograrlo también necesita invertir más en su formación académica, pues de lo contrario “vamos a propiciar a mediano plazo un crecimiento pobre, no sano para una economía”.

“Está demostrado que un país industrializado, en gran parte es por sus recursos humanos, por su capital humano, por la inversión que las familias y los gobiernos hacen en la educación. Si las personas no se educan y no se forman esto repercute en una economía porque uno de los factores más importantes de cualquier economía es la educación”, puntualizó.

Fuente: La Jornada de Jalisco
Difusión: Soberanía Popular

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