Por: Juan José Colomer Grau
1.- Las crisis sistémicas
El sistema económico sufre un colapso y nos dicen que se trata del fin de un ciclo. Es en cierto modo un colapso higiénico, purgante, una especie de mecanismo que tiene el libre mercado para librarse de sectores y empresas sobrantes que surgieron cuando todo subía como la espuma y que han acabado colapsando el espectro de beneficios.
Una vez superada la clásica fase de pánico, una vez con la cabeza fría, para que el purgante se haga efectivo, dicen que es necesario implementar políticas de reducción de costes laborales, contención presupuestaria, eliminación de sectores públicos ineficientes y subasta de los eficientes. Una vez hecho esto tan solo se trata de acertar la fecha en que el crecimiento volverá a ser positivo.
Todo parece atado y bien atado en el eterno retorno de la economía de libre mercado.
2.- Material sobrante
Digamos que con cada crisis sistémica una parte de ese material sobrante está hecho de personas que antes eran trabajadoras y ahora son desempleadas, que antes eran autónomos y ahora duermen entre basuras, que antes compraban en el supermercado y ahora esperan afuera a que tiren los productos caducados.
Dicen que ese material sobrante será reabsorbido por el propio sistema cuando empiecen a notarse los efectos de las reformas aplicadas, las cuales son el empujón definitivo para que vuelva a haber un coche, una nevera llena, ocio y entretenimiento en todas las casas. Para presumir hay que sufrir.
3.- Resto
Del material sobrante, siempre queda un resto que no es reabsorbido y que alimenta los focos de marginación y exclusión, de pobreza y hambre, reducto que alimenta el miedo, las cárceles, el suministro de droga, la petición de seguridad y la imaginería espectacular de los ajustes de cuentas, situados al margen de todos y recluidos en guetos delimitados por autopistas u otro tipo de barreras más explicitas. Paises-gueto, asentamientos chabolistas, centros de refugiados...
El resto es inevitable en esta rueda que fluctúa entre periodos felices y periodos traumáticos. El resto como el espejo en el que nadie quiere mirarse, pero que está ahí para advertirnos de una realidad posible.
4.- Crisis y resto
Cuando la crisis arrecia el resto crece, cuando se vuelve a la senda del crecimiento cabe suponer que el resto decrece. Ahora bien, si atendemos al arco que va de crisis a crisis, ¿qué ocurre? ¿Tiende el resto a convertirse en cero? Parece que no, que antes al contrario, que ese resto que no está incorporado al mercado ha crecidoAncla.
Asimismo, desactivados en cierta medida los movimientos sociales, los que tienen la suerte de ser reabsorbidos se encuentran en una situación de mayor inseguridad respecto a los buenos tiempos anteriores, prisioneros entre la imagen de un resto que no se quiere ser y unas condiciones laborales que penden de un hiloAncla, con salarios a la baja que en lugar de ir al futbol permiten comprar el partido por televisión, quizás.
5.- El juego de predicciones
Dado que siempre se pierde algo en el camino que va de una crisis a otra, el optimismo subyacente al eterno retorno de la economía no se sostiene, ya que por un lado el círculo de los que se benefician del mercado se va estrechando y por otro el material sobrante se va acrecentando.
En este sentido, la recuperación no tiene sino un carácter ficticio que solo los muy interesados se empeñan en seguir defendiendo, enfrascados en este momento, una vez aprobados los paquetes de medidas al uso, en predicciones de crecimiento, e intentando renovar una vez más un mecanismo que sitúa en los márgenes a un número creciente de personas, tratadas como resto.
Caben por tanto dos opciones, entre otras: o bien podemos seguir creyendo en sus cuentos y rezar para que las predicciones de recuperación se cumplan y nos reabsorban, a costa de que nos escamoteen la nevera; o bien por el contrario despertar de ese sueño y enfrentarnos con una realidad que nos conduce en línea recta hacia la exclusión total.
Fuente: TeleSur
Difusión: Soberanía Popular
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