México SA
Forbes mexicanos: 12% del PIB
Guerra y bienes de la nación
Privatización y multimillonarios
Carlos Fernández-Vega
Justo cuando en México uno acusa de monopólicos a otros dos, y éstos de lo mismo a aquel (sin que ninguno exagere ni diga mentiras), Forbes divulga su inventario 2011 de ricos entre los ricos, en el que aparecen de forma destacada los tres multimillonarios autóctonos que han desatado feroz guerra para impedir que invadan sus propias parcelas y, al mismo tiempo, defender el derecho de invadir las ajenas (cuando en los hechos se trata de un impúdico jaloneo por el control de bienes propiedad de la nación, aunque el gobierno calderonista no se ha enterado).
En mal momento (para los protagonistas de esa guerra) se publica el citado inventario (en el aparecen 11 mexicanos, con El Chapo incluido por tercera ocasión consecutiva), porque sus resultados dejan en claro, por si alguien tuviera duda, para qué sirvió el desmantelamiento del aparato productivo del Estado. Los tres combatientes en la feroz conflagración aparecen en lugares privilegiados entre los privilegiados, y con incrementos de ensueño en las fortunas de dos ellos: Carlos Slim Helú, con un avance de 38.3 por ciento, y Emilio Azcárraga Jean, con 53.3 por ciento, sin que el tercero en discordia, Ricardo Salinas Pliego pase hambre, por mucho que sus caudales se redujeran casi 19 por ciento.
Slim acusa a Azcárraga y a Salinas Pliego de tener el monopolio de la televisión (abierta y restringida), mientras que estos dos acusan al primero de tener el monopolio de la telefonía (fija y móvil), sin mencionar que los tres empresarios se han hinchado de dinero a costillas de los respectivos monopolios que a lo largo de los años les ha garantizado el gobierno federal (en turno: de Miguel Alemán a Felipe Calderón) mediante la impúdica, pero extremadamente redituable, utilización de los bienes de la nación, misma que no ha recibido nada a cambio.
¿Quién de los participantes en dicha guerra puede, éticamente hablando, aventar la primera piedra? Ninguno, desde luego, pero mientras unos a otros se acusan y cada cual reivindica su derecho, la caja registradora de esta tercia no ha dejado de tintinear. ¿Quién en este país puede presumir que sus utilidades netas crecieron a un ritmo diario de poco más de 56 millones de dólares (2.34 millones de billetes verdes por hora) a lo largo del último año? Sólo Carlos Slim, quien en ese periodo incrementó su de por sí abultadísima fortuna en 20 mil 500 millones de dólares, 38.3 por ciento más que en el inventario Forbes 2010. ¿Y quién puede presumir que tales ganancias netas engordaron a razón de 2.2 millones de dólares cada 24 horas? Emilio Azcárraga Jean, quien adicionalmente se embolsó 800 millones de billetes en los últimos 12 meses. Y ambos lo hicieron con bienes del Estado, por obra y gracia de los amigos en el gobierno.
Carlos Slim ratificó su condición de primer multimillonario del planeta (versión Forbes), con una fortuna de 74 mil millones de dólares, monto equivalente a 7 por ciento, aproximadamente, del producto interno bruto mexicano, y muy cercano al PIB, íntegro, de Libia (ahora que está de moda). ¡Y todavía Ernesto Cordero presume lo bien que se vive en México con un salario de 6 mil pesos mensuales!
Con su fortuna, más modesta que la de su rival en la guerra desatada, Emilio Azcárraga Jean podría comprar varios países sudafricanos, y todavía le darían cambio. Por su parte, Ricardo Salinas Pliego (que vio menguada su fortuna de 10 mil 100 millones de dólares a 8 mil 200 millones) podría adquirir, sin abonos chiquitos, los 15 países más pobres del planeta (de Liberia a Kiribati), y también le regresarían algunos billetes.
Pero los guerreros por los bienes de la nación no son los únicos ricos entre los ricos, ni los que para amasar fortuna han recurrido a la riqueza mexicana, mediante sus empleados en los gobiernos gerenciales que ha padecido el país. Uno de los personajes más nefastos del empresariado nacional es Germán Larrea, quien por falta de dinero dejó a 63 mineros sepultados en Pasta de Conchos. Este personaje, adorador de los caballos pura sangre, debe su fortuna (16 mil millones de dólares) a dos elementos fundamentales, y no precisamente en ese orden: la herencia de su papá (El Azote) y los bienes de la nación cedidos y/o concesionados por los gobiernos amigos (de él, desde luego). Entre el informe 2010 y el que ayer publicó Forbes, los haberes de este señor aumentaron 65 por ciento, o si se prefiere, 6 mil 300 millones de dólares, a razón de 17.26 millones de billetes verdes por día.
Otro beneficiario de las concesiones mineras, Alberto Bailleres, incrementó su fortuna en 43.4 por ciento. Ahora acumula 11 mil 900 millones de dólares, 3 mil 600 más que el reporte de 2010. En la relación 2011 de ricos entre los ricos, reaparece la siempre pía familia Servitje, la de Bimbo. También Roberto González Barrera. Las fortunas de Jerónimo Arango (4 mil millones), Roberto Hernández (mil 200 millones), Alfredo Harp Helú (mil millones) yJoaquín Guzmán Loaera (mil millones, aunque el negocio va viento en popa) no reportaron cambios con respecto al informe previo.
Así, quéjense los jodidos, que los barones Forbes mexicanos sólo pueden agradecer aquello de para vivir mejor pregonado por el calderonato, pues en el cuatrienio del actual inquilino de Los Pinos sus fortunas conjuntas se incrementaron 150 por ciento, al pasar de 50 mil millones de dólares al cierre de 2006 a 125 mil millones en 2010 (año que considera el inventario 2011). Ahora que si se incluye el gobierno de Vicente Fox, entonces estos señores deberán rendir homenaje al panismo insticionalizado (léase la década perdida para el grueso de los que habitan este país), pues sus haberes pasaron de 24 mil 900 en diciembre de 2000 a los referidos 125 mil millones de diciembre de 2010, es decir, un modesto incremento cercano a 500 por ciento en el periodo, casi lo mismo que el crecimiento económico y el avance salarial de millones de mexicanos.
Las rebanadas del pastel
En síntesis, la democracia de, por y para los empresarios (Fox dixit, en referencia sólo a este tipo de empresarios) ha resultado rotundamente exitosa, aunque desastrosa para el país. Que el equivalente a 12 por ciento del producto interno bruto mexicano se concentre en una decena de hombres de negocios (que mercan con los bienes de la nación) es prueba contundente de ello. Y todavía se dan el lujo de armar guerras entre ellos.
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Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV
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