PABLO ALARCÓN-CHÁIRES
El pasado 24 de marzo, dentro del marco de la Iniciativa México 2011, directivos de prensa de casi 50 medios nacionales se dieron cita para firmar el Acuerdo para la cobertura informativa de la violencia. Este pretende regular la información relacionada con el crimen organizado. Según ellos, esto les evitará ser sus voceros o que presuntos criminales se conviertan en víctimas o héroes, además de limitar imágenes y mensajes de corte violento. También se hizo el anuncio del apoyo a más proyectos sociales.
Varias incongruencias saltan a la vista. En primera instancia, el inicio de este proyecto utilizó como mejores argumentos aquellos que quiere combatir. El despliegue audiovisual y panorámico de armas, sangre, militares, luchas callejeras, policías, fallecidos y secuestrados fueron transmitidos en cadena nacional sin el menor reparo por el teleauditorio ni de las víctimas de la violencia que pretenden combatir. Ese temor que supuestamente quiere evitar Iniciativa México 2011 promulgado en voz de Héctor Aguilar Camín, fue invocado con videos de las infamias y de la degradación humana a las que se enfrentan las víctimas y sus familiares.
Tal pareciera que la violencia que quieren evitar mostrarnos, pero que conocemos mejor que ellos porque nos acompaña diariamente en nuestra condición de ciudadanos comunes, se resume a la lucha interna del crimen organizado y con las instituciones policiales y militares. Pero se olvidan de otras formas de violencia a veces veladas y la mayoría de los casos nada sutiles que perfilan la actual crisis que sufre la sociedad mexicana y que ellos mismos aprovechan para su beneficio económico. Me refiero a esa violencia que empresas como Televisa y Tv Azteca fomentan a través de programas netamente ofensivos y degradantes. Ahí están programas como Laura de México y el frustrado Ella es Niurka, talk shows de corte amarillista que explotan lo peor de la condición humana y el morbo televisivo medido en rating.
Ellos mismos quieren que nos olvidemos de la violencia mientras realizan un combate frontal y visceral por todos los medios que tienen a su alcance contra Carlos Slim, una batalla que muestra la perversidad y egoísmo corporativo de ambos bandos.
Quizá han olvidado el encono y satanización que infunden en la ciudadanía durante los tiempos electorales, particularmente contra los candidatos prontamente investidos como peligros para México que no satisfacen sus intereses mercantiles.
Quieren que aplaudamos una iniciativa que tiene como representante a Javier Aguirre, el mismo que nos conminaba a “enterrar al México de los complejos” (sic), pero que semanas después declaraba nula la posibilidad de que la Selección Mexicana de futbol llegara a disputar la Copa Mundial, antes de que fuera eliminada.
El evento de Iniciativa México 2011, con su carácter centralista, fue una pasarela de notables que conjuntó a la sociedad victoriana del siglo XXI de México. Intelectuales, empresarios, artistas y agrupaciones sociales de “gente bien” fueron actores y testigos honorarios de un acuerdo que pareciera pretender mostrar una imagen de México alejada de la realidad y, por tanto, condescendiente con la actual administración federal.
¿Dónde quedaron las iniciativas en México de ciudadanos que justamente pretenden erradicar la violencia en su máxima expresión, fomentada por las hegemonías económicas y monopolios que han abierto la brecha social entre los mexicanos?
Quizá la intención no escrita de Iniciativa México sea justamente una medida profiláctica contra todos aquellos movimientos de organizaciones sociales que luchan contra la desbocada minería, los transgénicos y las presas o que se pronuncian a favor del respeto a los derechos humanos, el maíz criollo, los mercados alternativos, las nuevas formas de relación con la naturaleza o las reivindicaciones territoriales y culturales de los pueblos indios.
Todo esto sugiere que existen dos percepciones de México: aquella de la minoría conformada por gente bien y bonita que enarbola la bandera de la paz, pero que no quiere salir de su zona de confort ni comprometer sus privilegios a favor de México, y por otro lado, la de la mayoría de mexicanos que sobrevive milagrosamente y que estarían dispuestos a todo por sacar adelante a México ante el hartazgo de un sistema clasista e injusto cuyas alternativas cada vez son menos.
palarcon@oikos.unam.mx
Fuente: La Jornada de Michoacán
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