FERNANDO ACOSTA RIVEROS
Una de las tareas más difíciles, necesaria y urgente en México es conseguir la unidad de los partidos y movimientos de izquierda. Difícil por los excesos de protagonismo que aún mantienen varios de sus dirigentes; necesaria porque el modelo neoliberal y el autoritarismo de las cúpulas panistas y priístas nos tienen amenazados permanentemente. Es urgente por el bien de las mayorías mexicanas construir un proyecto político desde las bases que nos permita convencernos y también convencer a los simpatizantes de otros proyectos y a los indecisos, que sí es posible alcanzar una vida digna y plena para todos.
En nombre de la modernización, la oligarquía mexicana incrustada en los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) empezó a imponer el modelo neoliberal en el año 1981 cuando el entonces candidato oficial, Miguel de la Madrid Hurtado, enarboló la bandera de la “renovación moral de la sociedad”. El saqueo a la nación era tan evidente que el gobierno de José López Portillo decidió la nacionalización de la banca, en septiembre de 1982, contra la cual se oponían con cierto disimulo Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y un fuerte grupo de empresarios ligados al PAN.
Renovación moral para defender la empresa Petróleos Mexicanos, se informaba en los folletos de campaña que distribuía el PRI. Julio Rodolfo Moctezuma, entonces director de Pemex, tranquilizaba a la oligarquía nacional y extranjera al informarles que México no ingresaría a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), mientras el crudo mexicano era el más barato y Pemex incrementaba sus ventas exclusivamente a Estados Unidos.
Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Pablo Gómez Álvarez y Alejandro Gascón Mercado, cuatro distinguidos dirigentes y militantes de la izquierda mexicana, se reunían en 1981 para analizar la situación económica y social de la nación. Coincidían en su rechazo al sistema autoritario y proponían a sus camaradas de los partidos: Mexicano de los Trabajadores (PMT), Comunista Mexicano (PCM) y del Pueblo Mexicano (PPM) a fusionarse en una sola colectividad política que más tarde se denominaría Partido Socialista Unificado de México (PSUM).
Treinta años nos separan de aquel proyecto patriótico y progresista que en sus inicios contó con el apoyo de dirigentes y militantes de otras organizaciones y partidos de izquierda como el Popular Socialista (PPS), el Socialista Revolucionario (PSR) y el Movimiento de Acción y Unidad Socialista (MAUS). Dentro de la izquierda hubo cuestionamientos válidos como la declaración de la dirigencia del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en la que acusaban a los integrantes del comité central del PCM de abandonar los principios marxistas-leninistas.
Desde 1981 hasta el mes de agosto de 2011 el grupo de privilegiados que ha gobernado a México se ha dedicado a saquear la nación, empobrecer y engañar a la población. Han realizado dos fraudes electorales contra la izquierda: el de 1988, que arrebató el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, y el de 2006, que robó la Presidencia al candidato ganador Andrés Manuel López Obrador. La empresa petrolera Pemex, dirigida por Jorge Díaz Serrano y Julio Rodolfo Moctezuma Cid, en los años 80 del siglo pasado y ahora, en 2011, por Juan José Suárez Coppel, es un escenario donde privan la corrupción y los negocios particulares, disfrazados de “proyectos para modernizar la industria petrolera y colaborar para que los mexicanos vivan mejor”.
El uso ilegal del dinero público ha sido una práctica realizada por priístas y panistas. En 1986, Miguel de la Madrid Hurtado utilizó el Mundial de Futbol para presumir ante el mundo que México se “recuperaba después del terremoto sufrido en 1985” y era un país libre donde los ciudadanos se divertían frente a los televisores viendo los encuentros deportivos. En 2011 el “espíritu de los Juegos Panamericanos permite al “precandidato panista” a la Presidencia de la República y actual gobernador del estado de Jalisco, Emilio González Márquez, transferir recursos para financiar “su justa deportiva” y llegar como ganador a la meta que se ubica en Los Pinos. Es su gran sueño, “para servir a la nación”.
La mafia que usurpa el poder está unida para continuar otro sexenio de guerra o “combate al narcotráfico”, más saqueo a la nación, empobrecimiento y exterminio lento y disimulado de la población. Si los dirigentes panistas, priístas, algunas cúpulas empresariales y un sector de los cárteles del narco se asocian para imponer a sangre y fuego la continuación del modelo neoliberal y devastador, ¿por qué los movimientos y partidos de izquierda no intentan la unidad en un programa amplio que trascienda lo puramente electoral y se proponga, como los estudiantes chilenos, enfrentar y llegar a derrotar definitivamente al neoliberalismo?
Ahora que se habla tanto de la globalización, la integración mundial por los mercados; la izquierda, desde una perspectiva internacionalista que supere el “espíritu panamericano”, puede mirar, apoyar y aprender también de otras luchas como la que adelanta el pueblo de Bahrein. La gente allí está indignada y ha tomado plazas y avenidas para desafiar a la clase dominante que vive en un mundo de extremada riqueza al lado de la miseria. En la plaza Manama de Bahrein se leyó recientemente un poema donde Ayat al Qormazi exhorta a la unidad popular y plantea:
“Somos el pueblo
que matará a la humillación
y asesinará a la miseria.
¿No escuchan sus gritos?”.
Fuente: La Jornada de Michoacán
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