· Favorece el desastre privatizador en que se hunde a PEMEX y CFE
· Obstaculiza y distrae el proceso nacional de lucha por un proyecto de nación opuesto al actual proyecto neoliberal
Nicolás Alfredo Hernández Peñaloza /Comité Nacional de Estudios de la Energía
La trascendencia para la Nación, en lo estratégico, económico y social, de las reformas recientemente aprobadas hacen imprescindible dilucidar lo que queda como sustancia en el campo energético mexicano.
Se trata de disipar la cortina de humo creada por las cúpulas empresariales, el aparato gubernamental, los partidos políticos, el legislativo y comentaristas de televisión y radio, al exaltar la reforma como un acto histórico exitoso y que sus analistas más dogmáticos, se lamentan que no haya llegado más a fondo en la privatización.
Se trata también de identificar el trasfondo de lamentables discursos de personajes de la “izquierda moderna” que con Calderón señalan “que será muy positiva para PEMEX”, encubriendo que la política privatizadora sigue en marcha y que diseñó nuevos caminos para continuar imponiéndose y, peor aún, LEGITIMÁNDOSE.
De tal modo que, si somos capaces de aislar el debate de las falacias de la derecha y de los mezquinos intereses internos perredistas, nos daremos cuenta que, si bien la movilización en defensa del petróleo impidió que los legisladores del PAN y el PRI modificaran la Constitución y se retrasara cerca de un año la imposición neoliberal en Leyes Secundarias (tiempo valioso que permitió desarrollar una intensa labor informativa y formativa, constituir un sólido sustento del ideario del movimiento y provocar una verdadera convulsión de la opinión pública), los avances para el movimiento quedaron relativizados frente al verdadero desastre privatizador que reina en el conjunto del sector energético mexicano.
LA TACTICA DE LOS PRIVATIZADORES
Los hidrocarburos son propiedad de la Nación -como lo dispone el artículo 27 Constitucional-, por tanto para que los particulares tengan participación en esa propiedad se requiere modificar la Constitución. Calderón y los capos priístas, al percibir la respuesta del pueblo al llamado de técnicos mexicanos y de López Obrador para impedir los cambios constitucionales en materia de petróleo, desistieron de su intención; optando por entregar las actividades del sector y su mercado, mediante modificaciones a las Leyes Secundarias, tal como lo han venido haciendo en el sector eléctrico o en el ramo del gas.
Por eso, la intención privatizadora de Calderón y los priístas se enfocó en la forma de llevar a cabo las actividades de la industria petrolera en dos aspectos importantes:
Primero, en ampliar la participación de particulares en actividades sustantivas, concretamente en exploración-producción, en refinación y en transporte de refinados y petroquímicos con un esquema similar al del gas natural. Segundo, en sustraer la ejecución de las obras de infraestructura de las actividades sustantivas y de la normatividad de la Ley de Obras Públicas para obtener la flexibilidad de convenir con los particulares las condiciones de ejecución de estas obras.
El Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo (MNDP) aglutinó a las organizaciones e individuos que se han percatado del saqueo y la entrega a intereses foráneos, de tendencia nacionalista o de izquierda, muchos que desde la Convención Nacional Democrática, realizada en el Zócalo de la Ciudad de México en noviembre del 2006, se habían comprometido:
A combatir a fondo la injusta y humillante pobreza de millones de mexicanos y la creciente desigualdad que impera en nuestro país;
A defender el patrimonio de la nación que es de todos los mexicanos por lo que no se permitirá bajo ninguna modalidad la privatización del petróleo, ni de la industria eléctrica, como tampoco de la educación pública en todos los niveles, ni de las instituciones de salud y de la seguridad social y defender por todos los medios los recursos naturales estratégicos para el bienestar de los mexicanos y la independencia y soberanía de la nación.
Pero sobre todo, a no reconocer en la Presidencia de la República a un ilegítimo y menos aceptar su política neoliberal.
El MNDP, mediante movilizaciones hizo evidente el rechazo nacional hacia la burda intención privatizadora y logró neutralizar una multimillonaria campaña mediática con la que trataron de engañar y convencer a la población de la necesidad de la inversión extranjera para sostener y desarrollar la actividad petrolera.
Las movilizaciones pusieron en jaque a los legisladores y a la “clase política”. A priístas y panistas los obligó a desmarcarse del evidente entreguismo gubernamental; a los legisladores de izquierda los forzó a involucrarse y a definirse respecto al movimiento, pues en general, burocratizados enfrascados en una política clientelar, se habían desentendido de trascendental asunto de interés nacional y social.
La movilización social, ahora ya en coordinación con legisladores del FAP, logró otro hecho inusitado: la realización de un debate público en la Cámara de Senadores. Razón tenía la derecha en intentar impedirlo, pues en las 22 mesas de debate y por cerca de dos meses se vertieron cuantiosos fundamentos y datos que revelaron la unilateralidad del diagnóstico presentado por la Secretaría de Energía y la inviabilidad de la tramposa iniciativa de Calderón.
El PRI reapareció con su “tercera vía” (de mismo carácter privatizador pero con una retórica nacionalista), y el FAP-PRD resolvió el lastre colaboracionista de Nueva Izquierda (quien controla buena parte del aparato y recursos del PRD) a jugar a la democracia en un legislativo de aplastante mayoría neoliberal, presentando una propuesta elaborada por legisladores del FAP, intelectuales, investigadores y técnicos con contenido fundamentalmente nacionalista.
Muy pronto, las comisiones y plenarias legislativas mayoritariamente de derecha, marcaron el ritmo de la discusión, para dar paso a conciliar una reforma que ampliara los márgenes de participación privada y multiplicara el contratismo.
LOS PROPÓSITOS PROFUNDOS Y TAREAS DEL MOVIMIENTO SOCIAL Y DE LOS TRABAJADORES
Así, se diluyó el propósito central y la táctica de lucha del MNDP que era la recuperada desde la Convención Nacional Democrática: MODERNIZAR PEMEX SIN PRIVATIZAR; así como la estrategia que los trabajadores e investigadores del sector de la energía habían difundido desde el 2006, en la cual señalaban: DETENER LAS REFORMAS ESTRUCTURALES PRIVATIZADORAS, RESTABLECIENDO LA LEGALIDAD CONSTITUCIONAL PLASMADA EN SUS ARTÍCULOS 27 Y 28; ASÍ COMO CANALIZAR LA RENTA PETROLERA, MEDIANTE SU ADMINISTRACIÓN PÚBLICA, A LA CONSTRUCCIÓN DE UNA ECONOMÍA SÓLIDA QUE SEA EL SOPORTE DE UN PROYECTO ALTERNATIVO DE NACIÓN QUE PRIVILEGIE EL DESARROLLO SOCIAL; LO QUE SE REFUERZA CON EL MANEJO INTEGRAL DEL SECTOR ENERGÉTICO Y SUBORDINADO AL DESARROLLO NACIONAL.
Hoy, amparados en la reforma reciente se anuncian y firman miles de contratos para participación privada en PEMEX; insistiendo en el engaño se despliega una campaña nacional con miles de spots en cadena nacional para presumir que ya contamos con una reforma energética para modernizar PEMEX sin privatizar; y sobre todo, se hace saber que ya contamos con un gobierno y una clase política capaces de concertar y con una izquierda moderna que rectifica su posición de no conciliar con un gobierno espurio, neoliberal y entreguista.
Pero hoy, la crisis financiera y económica muestra a flor de piel las mezquindades, anarquía y corrupción que prohíjan la concentración de medios de producción y poder en pocas manos propio del sistema capitalista y que condena a la gran mayoría de la población, no sólo al despojo y explotación permanente sino al desempleo, al encarecimiento de alimentos y servicios, y pronto de manera más visible a la miseria y la desesperación.
Por eso, el MNDP de no ser diluido por la izquierda inconsecuente, representa un avance en la organización y conciencia de la sociedad en los 32 Estados de la República Mexicana; pero además, una experiencia para las organizaciones sociales y de trabajadores que no han logrado cristalizar su ansiada unidad, ni han logrado la efectividad y repercusión nacional que este movimiento obtuvo. Sus integrantes no deben ser traicionados, pues la red nacional que se construyó debe ser otra trinchera creciente y de continuo aprendizaje, más allá de la cíclica trampa electorera y que se despliegue en los sectores productivos a preparar a los trabajadores para la transformación de raíz que necesita nuestro país.
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