Difusión Cencos México D.F., 28 de agosto de 2009
Comunicado
Comité Eureka
Hacía poco más de un año que había nacido el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México. Las cárceles estaban llenas de presos políticos, 57 exiliados escribían a sus familias desde Cuba, Italia, Suecia, Francia, con el ánimo de regresar; los perseguidos se escondían de la Furia de la Dirección Federal de Seguridad, de la Brigada Blanca y del Ejército..... Los desaparecidos... ¡Ni rastro!... Y el Gobierno mexicano no prestaba atención a las madres ni a los demás familiares. Decidimos entonces hacernos notar, sacudir a la opinión pública nacional y de paso lograr que nuestra queja cruzara las fronteras. ¿Cómo llegar a ello?... Y la respuesta de todos fue una sola, fuerte, categórica decidida: ¡Una Huelga de Hambre! Sí, una Huelga de Hambre de las madres, en el corazón del país en donde desde el 1968 (ya 10 años), no se había realizado ningún acto de protesta ; una huelga de hambre en la Catedral de México, a un costado del Palacio Nacional, símbolo del Poder, sede de la Presidencia de la República. ¿Cuándo?... En vísperas del II Informe de Gobierno de José López Portillo.
Decidimos iniciarla el 28 de agosto de 1978 a las 11 de la mañana... Y así lo hicimos. Cuatro días estuvimos allí y pronto era el atrio de la vetusta iglesia, un hervidero de jóvenes solidarios, que llenaron las rejas con mantas y pancartas, que nos llevaban agua miel y azúcar, que era lo único que podíamos tener por alimento.
Los mensajes de la Secretaría de Gobernación no cesaban, casi todos en tono amenazante y nos rondaban como insectos ponzoñosos, agentes judiciales de mirada torva. Uno de los últimos días recibimos la visita de unos abogados que nos dijeron que fuese una comisión para hablar con el Lic. Jesús Reyes Heroles, Secretario de Gobernación. Acudimos a la tétrica casona de la calle Bucareli, con la esperanza de una respuesta positiva a nuestra exigencia. El Secretario de hablar prepotente, nos dijo que teníamos que desistir de lo que estábamos haciendo, que estaba dándonos la seguridad de que nuestro problema se resolvería, que iba en ello “empeñada la palabra del Señor Presidente”.
Desconfiadas, nos negábamos a abandonar la huelga y entonces, a la promesa de solución, se sumó la amenaza brutal: “O se quitan o las quitamos”. Decidimos retirarnos el día 3l a las 9 de la noche. Nos fuimos cabizbajas y dolidas ante tanta injusticia, pero con la convicción plena de seguir luchando HASTA ENCONTRARLOS, como decía la manta con la que iniciamos el ayuno.
Al día siguiente, todos escuchamos el Informe y nos llenó de alegría el que el presidente se hubiese visto obligado a enviar a la Cámara de Diputados una iniciativa de Ley de Amnistía que daría la ansiada libertad a 1,500 presos políticos; que dejarían de cumplirse 2,000 órdenes de aprehensión y que haría que pudiesen regresar los exiliados... sólo para nuestros desaparecidos nada había. El mal gobierno seguía ciego y sordo a nuestro reclamo, ya que fue hasta dos años después, cuando poco a poco, fueron saliendo del Campo Militar Número Uno, de la Base Naval de Icacos y de otras cárceles clandestinas 148 desaparecidos, que vieron con vida a muchos de los demás.
Por todo esto, este 28 de agosto de 2009, conmemoramos aquella nuestra primera huelga de hambre y nos sentiremos contentos y honrados, de contar con la presencia de muchos mexicanos que -como nosotros- no claudican en la búsqueda de justicia y contra la impunidad en las dos actividades para ese día.
¡POR UNA NUEVA LEY DE AMNISTÍA!
Información difundida por el Área de Comunicación y Visibilidad de Cencos
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