lunes, 31 de agosto de 2009

JUANITO




JUANITO

Era previsible. Desde el momento mismo en que se dio la mascarada en que López Obrador hizo de “Juanito” el “gran candidato” que cedería la delegación en cuanto triunfara a Clara Brugada, la candidata del PRD que se quedó sin registro, se sabía que lo que venía era impredecible. López Obrador echó a andar su maquinaria sin darse cuenta que a diferencia de lo que pasa entre muchos de sus cercanos colaboradores, en este caso el folclórico personaje le podía resultar respondón. AMLO se sobrevaloro y supuso que su simple voz y presencia haría de “Juanito” un incondicional más. El día en que “Juanito” “rindió protesta”, en un acto con tintes grotescos que no se podía tomar en serio, la izquierda mostró una de sus caras obscuras. López Obrador no sabía siquiera el nombre del personaje al que estaba emplazando a ceder el cargo. En menos de 10 minutos López Obrador metió en un brete al PRD, al PT y a Marcelo Ebrard. Terminó tirando línea por doquier, planteándole incluso al mismísimo jefe de gobierno del DF lo que tenía que hacer. “Juanito” supone que si bien el peso de López Obrador es importante ya se le metió en la cabeza contada y su cinta setentera la idea de que esta en la lista de los elegidos. Habla de él mismo en tercera persona, “Juanito” dice o cree, lo que confirma la evolución del personaje. Plantearse la posibilidad de ser candidato a la presidencia en el 2012 habla de que ya perdió la dimensión de él mismo y de su entorno. La apuesta de López Obrador ha llegado a tal nivel que si no le entra directamente al problema las consecuencias pueden ser funestas, el asunto va que vuela para un todos contra todos, para decirlo de manera domestica “le crecieron los enanos”. “Juanito” ya tiene precio y a querer o no ha llegado la hora de negociar. Van a tener que hacerlo aunque a AMLO no le guste hacerlo. Ya ni quiere ni hablar del tema. No le queda de otra, él es el causante de la mascarada.

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