Los Valores del Mexicano que Hacen a los Presidentes Corruptos
Por Erandi Villavicencio
Cuando al ver el informe presidencial los mexicanos no se cuestionan las cifras y los datos con su vida personal, laboral, comunitaria y nacional por falta de información, le están dando todo el poder a presidentes como Felipe Calderón, que además de ser corto de ideas se siente el dueño de todas las vidas mexicanas, de todos los policías y militares, jóvenes y civiles muriendo en su “lucha” contra el narco, en sus modelos inservibles para paliar la crisis, y en la privatización de los recursos como el agua y el petróleo.
Los valores, son el sentido que se le da a las acciones. Los mexicanos que repiten una y otra vez “el presidente que no roba, no es que sea bueno, sino pendejo” dejan que las costumbres de nuestro pueblo se conviertan en ley para manejar todos los recursos, todas las vidas de los mexicanos sin empleo y obedientes a todos los incrementos de precio en el alimento, los servicios y los transportes.
La cultura de la risa, la comedia de la crisis y la precaria condición se van convirtiendo en ley; los magistrados se vuelven corruptos, obedecen a los poderosos y no a la justicia. El pueblo es el vulgo embobado en el futbol que quiere ser como los ‘artistas' de la televisión.
Las formas de juzgar y repetir la ideología a través de los medios de comunicación es la forma en que los presidentes y poderosos dictan la historia. Por ejemplo, en la película de la Ley de Herodes el lema principal “o te chingas o te jodes” , determina uno de los valores que el mexicano va instituyendo en sus prácticas políticas: o te corrompes o te sacamos del juego; valores que vienen desde “o te mochas o no juegas en el partido, no pasas de año, te despido, etc...”
El presidente es el más corrupto de los corruptos, el priísmo de Díaz Ordaz, de Echeverría, López Portillo, instituía las formas dictatoriales en donde el Estado residía en el presidente como soberano y rey y no en el pueblo como dice la constitución. Agente de las dictaduras latinoamericanas impulsadas desde Estados Unidos y su imperialismo. Presidentes que bien conocían y alimentaban el narcotráfico, permitieron sus conexiones con el ejército y dictaban los movimientos en el juego de poder político y económico en México.
La tradición del presidencialismo puede conectarse desde la política colonial que ejercían los españoles colonialistas, en donde a través de los Consejos y los Ayuntamientos otorgaban poderes autoritarios a españoles solamente, sobre las cabezas de los habitantes de nuestras tierras. Así después de la independencia y después de la revolución social mexicana las élites económicas y políticas encontraron que la manera de mantenerse en el poder era a través de coptar líderes comunitarios: el clientelismo. Además de otras formas de controlar y reprimir la voluntad del pueblo.
A la pura usanza de la corrupción, la Elba Esther Gordillo nos recuerda los tiempos del esclavismo indígena, la sumisión de los mexicanos y la explotación incontrolada de los recursos. El clientelismo es la manera en que los presidentes se mantienen en el poder. Los habitantes pues estan condicionados a obedecer a los líderes para conseguir beneficios en el salario, en la vivienda o en ciertas demandas, gracias a que el presidencialismo mexicano no es capaz de dar a través del uso adecuado de los recursos una adecuada salud, educación y medios de producción, todo eso que llamamos justicia para el pueblo. Sólo a través de las luchas se fuerza a que el presidente deje su puesto de poder autoritario y corrupto.
En estos últimos días se puede en cambio pensar que los poderes fácticos del priísmo (el salinato neoliberal), han pretendido emanciparse del poder presidencial otorgando mayor poder a la cámara de diputados y senadores en tanto estaban fuera del poder presidencial, consiguiendo así mayor beneficio para ellos y para la burocracia del estado, como lo es la corte suprema de justicia y sus magistrados con sueldos de $350,000 pesos al mes, en su diferencia de salario con los privilegiados obreros y asalariados que logran mantener su empleo aún llegando apenas a los $2,400 pesos mensuales, sin nombrar que no tienen seguro social y sus hijos sobreviven de vender chicles.
Felipe Calderón hace uso del clientelismo con su manipuladora maestra “La Gordillo” para mantenerse en el poder. Los partidos políticos, todos, hacen lo mismo utilizando caudillitos populares como “Juanito” y luego se mantienen dentro de la partida presupuestaria.
Salinas detrás de Peña Nieto recupera la figura del próximo presidente que hará de México el paraíso de los ricos (como con el Tratado de Libre Comercio) y continuará alimentando las condiciones para mandar al infierno la voluntad del pueblo.
¿Qué hacen los mexicanos para soportar esta política? No organizarse en sus trabajos, por tipo de actividad o por problemáticas a resolver en sus barrios. Los hombres y las mujeres que ven a Televisa como su principal escuela ven en Peña Nieto su idea de éxito y eficacia, y todos prefieren dejar pasar todos los decretos del “rey presidente”, aunque los maten de hambre. Se alimenta el machismo y la idea del “más cabrón”, del “o te chingas o te jodes” que está de moda ante la falta de empleo. La sumisión, la obediencia sin crítica, el olvidar que el pueblo debe vivir con dignidad y que el Estado debe servir para defendernos y no para jodernos. Hay que estudiar la historia, leer, informar a los demás, organizarse y destronar a esta bola de gente que se creen reyes y se mantienen impunes.
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