Los acuerdos del G-20
Antonio Gershenson
Vamos a referirnos a los acuerdos que nos parecen más importantes de la reunión del grupo de los 20 (G-20) de nivel de jefes de Estado, tomados el 25 de septiembre en la ciudad de Pittsburgh, Estados Unidos. Los textos entre comillas son traducciones textuales del documento oficial, y los textos junto a ellos, pero fuera de comillas, reproducen el contenido de esas partes.
Designamos al G20 como el principal foro para nuestra cooperación económica internacional. Establecimos el Consejo para la Estabilidad Financiera, que incluye a las principales economías emergentes y para dar la bienvenida a los esfuerzos para coordinar y supervisar el progreso en el fortalecimiento de la regulación financiera.
Publicaciones de varios países hicieron notar que esto desplazaba a un segundo plano, aunque no estaba claro en qué plazos, al G-8 (grupo de los ocho: Estados Unidos, Canadá, Japón, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia y Rusia). En algunos casos se habló de la desaparición del G-8. Esto representaría un cambio importante en el cuadro económico y financiero mundial.
Acordamos un desplazamiento de la participación en acciones del Fondo Monetario Internacional hacia los países en desarrollo y mercados emergentes dinámicos, de por lo menos 5 por ciento, de países sobre-representados a países sub-representados. En la prensa internacional vemos que, dado que el mayor peso en el futuro de naciones emergentes es el de China, cuyo rápido crecimiento desde hace años es conocido, fue el que mayor aumento tuvo dentro del FMI. También hubo aumentos que se notaron para Corea del Sur y Turquía. Esta breve enumeración se refería sólo a Asia. Entre los países que más insistieron públicamente en esta restructuración del FMI estuvieron los del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), que se reunieron previamente al respecto.
En cuanto al Banco Mundial, habrá una transición de por lo menos 3 por ciento del poder de voto... en beneficio de los países sub-representados.
Hay varias consideraciones que no dejan muy bien al gobierno mexicano, ni, en otros casos, a banqueros y financieros.
El periodo anterior, en que se generaron las condiciones para la crisis, fue una era de irresponsabilidad. Donde el comportamiento descuidado y la falta de responsabilidad condujeron a la crisis, no vamos a permitir el regreso al comportamiento habitual de los bancos.
Se deberán seguir reglas en el pago de bonos a funcionarios de los bancos. El funcionario debe compartir los riesgos de la instituciones financieras. Se debe establecer una supervisión y una regulación más intensivas.
Se establece que fallas mayores en la regulación y en la supervisión, más la toma de riesgos irresponsable y descuidada por bancos y otras instituciones financieras crearon debilidades financieras peligrosas que contribuyeron significativamente a la actual crisis. El regreso a la toma de riesgos excesiva que prevaleció en algunas naciones antes de la crisis, no es una opción aceptable.
Sin una acción sostenida, el desempleo seguirá aumentando en varios de nuestros países incluso después de que las economías se estabilicen, con un impacto desproporcionado en los segmentos más vulnerables de nuestra población. Los actuales desafíos no dan excusa para ignorar o debilitar las normas laborales reconocidas internacionalmente.
Llamamos a la adopción y aplicación de leyes contra el soborno trasnacional, como la Convención Anti Sobornos de la OECD y la ratificación por el G-20 de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción.
Es sabido que la banca de desarrollo jugó en nuestro país un papel importante, pero los gobiernos tecnocráticos la han golpeado y reducido al mínimo. En este documento se les da importancia y se plantean también bancos de desarrollo regionales. Se dice que éstos y, en general, los multilaterales, deben contar con los fondos apropiados. Estos bancos deberán abordar por lo menos los siguientes objetivos: seguridad en los alimentos, desarrollo humano, atención a los más pobres y los ambientes más difíciles, y evolución a la generación de energía limpia y sustentable. Nosotros agregamos la inversión pública en el desarrollo nacional.
Dos días después de publicados estos acuerdos se constituyó formalmente el Banco del Sur, con siete países como miembros plenos (Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela), y 7 mil millones de dólares como capital inicial.
Se habló nuevamente de los paraísos fiscales, de países que se han convertido en centros financieros que ocultan información y que sirven de refugio a grandes fortunas, propician la evasión fiscal e incluso los delitos financieros en general. Se habló también de una lista negra, y se espera que en la siguiente reunión se vayan tomando medidas al respecto.
Debemos tomar varios de estos acuerdos como punto de apoyo para avances en nuestro país. Por ejemplo, hay ya una campaña y una iniciativa legal, para establecer un Sistema Nacional de Banca de Desarrollo.
gershen@servidor.unam.mx
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