Tres días de espera
Sindicalizados inician la recolección de firmas para los amparos y mantienen acciones de protesta, como el volanteo contra el decretazo
Lydiette Carrión
Los miembros del extinto Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se arremolinan, por tercer día consecutivo alrededor de las oficinas de su sindicato, en Insurgentes, y el volanteo que, por momentos toma el carácter mitin, llega hasta el viejo auditorio del sindicato.
Los medios anuncian que el dirigente del SME, Martín Esparza, reitera la acusación que se hiciera desde el día anterior: “ya tenemos el caso de un trabajador al que se lo quisieron llevar”. Incluso, dice, les están ofreciendo 24 mil pesos por el trabajo.
Un grupo de esmeítas motorizados detiene el tráfico en Insurgentes, otra vez, desde que inició el día. Desde la mañana, los medios de comunicación anuncian el inicio del proceso de liquidaciones de los agremiados. Para ello se han colocado stands en diferentes puntos estratégicos de la ciudad. Los medios reportan una afluencia moderada y la presencia de varios miembros que se manifiestan y exigen a sus compañeros a no aceptar la liquidación. La Secretaría de Energía, mientras tanto, ha enviado cartas personalizadas a los agremiados, para explicar el porqué del cierre de la paraestatal.
Todos, en la calle, hablan apasionados, enojados, discuten en círculos de cuatro o cinco personas. Un bolero de zapatos coloca una cartulina: “En solidaridad con el SME, precio especial a sindicalizados”. Los infaltables de las marchas y las manifestaciones están presentes: raspados, cacahuates, chicharrones.
En el lobby del viejo auditorio del SME (ese que fue escenario de múltiples eventos de lucha social a lo largo de décadas) se encuentran las mesas para tramitar el amparo individual. Una cartulina advierte: “C. activos y jubilados. Pasa a firmar tu amparo. Traer copias de tus credenciales IFE, SME y último cheque”.
En una mesa, cinco o seis personas atienden a los agremiados. Mientras, en el auditorio, algunos llegan a sentarse o a descansar. Muchos leen periódicos.
Algunos de ellos acceden a platicar. “La mayoría vamos a firmar el amparo. Los que no, sus razones tendrán”, dice un hombre de unos 60 años.
Luego asegura que los de la Comisión Federal de Electricidad no pueden operar la maquinaria. “Es distinto”, dice.
– ¿Por qué?
– En la CFE, la mayor parte del cableado es aéreo. Aquí no. Casi todo está bajo tierra. Además –añade–, aquí se maneja un sistema centralizado. Allá no.
Y relatan sus aventuras durante los tres días de movilizaciones. En el metro, explican, es difícil volantear, porque los de seguridad los sacan. “Por qué no sacan a los que venden cedés (SIC)”, cuestionan.
Uno de ellos se lamenta. Diez, 15 años esperando a entrar al sindicato. Y ahora ya no existe, dice.
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