En el sótano
Víctor Flores Olea
Hace años, no muchos, a los estudiantes más burros se les ponía de frente a la pared con las orejas correspondientes. Y cuando eran recalcitrantes y enojosamente estúpidos se les enviaba al sótano, buscando no sólo que cumplieran sus obligaciones, sino que entraran en razón, es decir, en la lógica más elemental de sus responsabilidades y competencias.
Desde hace tiempo el país les ha puesto las orejas de burro a los responsables en México de la Hacienda Pública, pero ahora, además, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) –por boca de Alicia Bárcena– y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los ha enviado al último de los sótanos de la ignorancia y la ineptitud. En su respuesta, los responsables de enfrentar la crisis han hecho evidentes una vez más sus engaños de ignorantes jactanciosos.
Ahora Stiglitz confirma que el desempeño que el gobierno de México ha tenido para enfrentar la recesión ha sido uno de los peores en el mundo. Los índices del crecimiento han sido muy débiles y pesimistas para México, y es mayúscula la preocupación que suscita la combinación de una recuperación muy débil para Estados Unidos y una política fiscal que no estimule la economía mexicana. Lo dicho y redicho: en la crisis lo fundamental para el gobierno mexicano ha sido obtener más ingresos en el cortísimo plazo, sin estimular el desarrollo del país en el largo plazo, es decir, poniendo los fundamentos de una economía más fuerte, por ejemplo ampliando el mercado interno.
La mentalidad, la ideología y trampa de los neocapitalistas de reciente edición quedan al descubierto: enriquecer en lo inmediato a los más ricos y empobrecer a los más pobres, de suerte que el destino del país resulta catastrófico en el inmediato futuro. (Dice Stiglitz: un país que no estimula el desarrollo y el mercado interno, en la situación actual de crisis, está condenado a la ruina. La situación para México es particularmente grave debido a los estrechos y casi exclusivos vínculos económicos con Estados Unidos... El desempeño de México ha sido uno de los peores del mundo. A los países que les ha ido mejor fueron aquellos que tuvieron la reacción gubernamental más fuerte y rápida posible, insistió.)
La ausencia de diversificación económica de México (su concentración obtusa, interesada y unilateral en Estados Unidos, ampliamente redituable para unos cuantos) ha sido particularmente catastrófica para México, en relación con otros países latinoamericanos, sobre todo del Cono Sur, que han fortalecido sus relaciones comerciales con Asia y Europa. La recuperación de Asia ayuda a la de América Latina, pero no a México, se concluye.
Resulta obvio: es suficiente ver con atención el origen y variedad de la oferta en Latinoamérica para descubrir que esa diversificación ha ayudado grandemente a esos países, en tanto que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte nos ha integrado prácticamente al imperio que nos impone sólo un aspecto de su destino: las vacas flacas del que escapan los más ricos de aquí y allá.
Pero a los dirigentes de nuestra economía, para seguir ilustrando su ignorancia, les cayeron en estos días otro par de troncos en la cabeza: la Cepal precisó que el número de pobres e indigentes en México sumó a finales de 2008 alrededor de 50 millones de personas, es decir, prácticamente 50 por ciento de la población total. Y sobre esto, en vez de estimular el desarrollo, a los gobernantes sólo les alcanza la imaginación para aumentar los impuestos y hacer más regresivo el régimen fiscal.
La Cepal recomienda que los países no bajen la guardia en relación con el gasto público social; que siga el esfuerzo de mantener las transferencias públicas que no entran en la lógica del mercado para mejorar el ingreso de los sectores más pobres, apuntó. La variable de ajuste no pueden ser los pobres. Pequeña lección que les propina Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.
Y todavía, como si fuera poco, la OCDE piensa que el desempleo en México aumentará durante 2010, de 6.2 por ciento a 6.5 por ciento, revelando además que el Banco Central tiene ya poco espacio para disminuir las tasas de interés debido a las presiones inflacionarias, y recomendó que el estímulo fiscal que se ha repartido gozosamente también entre empresas multimillonarias debería ser retirado gradualmente, si en verdad se desea recuperar la confianza.
Mientras tanto, Agustín Carstens, en Nueva York, reconoció que la deuda pública de México descenderá en un lustro cerca de 5 por ciento como proporción del PIB. A estos gloriosos triunfos deberá añadirse el que proclamó el subsecretario Werner insistiendo en que las calificaciones de riesgo de las finanzas son sólidas... y que se encuentran en trayectoria sostenible.
Naturalmente, otros habituales jilgueros del régimen, en el más grotesco ridículo, acusaron al Nobel y a los voceros internacionales de ignorancia y falta de lecturas sobre la realidad mexicana, que los responsables de la hacienda siguen viendo en color de rosa.
En resumen: los funcionarios nos dicen que la economía está muy bien, y eso es lo importante, sin importar que el pueblo viva mal. Como se ve, tales funcionarios debieran ser ya sacados a empellones del sótano en que están.
Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV
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