lunes, 23 de noviembre de 2009

Venga la esperanza




Venga la esperanza


Pastrana

La salida del metro Zócalo es un peligroso tapón humano. A alguien se le ocurrió que para tener control había que dejar libre sólo una puerta, así que la gente se apachurra en las escalinatas que dan a la Catedral. El calor sofoca, pero nadie se queja. Algunos, incluso, se entretienen con la exposición de fotografías de Daniel Aguilar.

Hay cierta complicidad tolerante entre estos desconocidos apretados. Saben que están por la misma causa. Bueno, casi todos: “Ah, es el piche loco de López Obrador”, dice molesto un joven cuando por fin logra salir. Nadie le discute.

En la plancha del Zócalo, Andrés Manuel López Obrador pregunta a los asistentes si están de acuerdo en llevar a acabo la “revolución de conciencias” que propone. Miles de manos se levantan, como se levantaron en septiembre de 2006 para avalar la formación de un gobierno legítimo.

Hoy no hace el frío que hacía el 20 de noviembre de hace tres años, un frío que impidió que Silvio Rodríguez cantara más de tres canciones. Hoy es un mediodía soleado y el mitin por el tercer aniversario de la presidencia legítima esta por terminar. López Obrador apura a la gente que ha venido a que regrese a sus comunidades a persuadir del cambio que propone en su decálogo; agradece la entrega de quienes se han mantenido en su movimiento, cita a Ricardo Flores Magón y, para júbilo de los presentes, advierte: “No voy a dejar de ser como soy”.

¿Qué ha cambiado en estos tres años? ¿Cuántos de los que estuvieron ya no están? Es difícil saberlo. La plancha está otra vez llena y en los rostros se dibuja la misma determinación necia que me impresionó cada vez que estuve en el plantón de Reforma.

“Nos anima la esperanza de un cambio, no siempre se puede uno manifestar porque la economía nos está ahogando y muchos hacemos un gran sacrificio para estar aquí, pero yo trato de estar informado, porque si nos echamos para atrás esto se lo va a llevar al diablo.”, dice Roberto González, de 49 años y trailero desde los 18. Cuenta que como trabajador le han tocado tres crisis económicas: la del 82, la del 94 y esta, “que es la más dura que todas”.

Su madre, Bertha, una bisabuela de 78 años, asegura que ella le cree a López Obrador porque el mismo gobierno le ha dado la razón. “Nos hubieran dicho la verdad, aunque sea dura, no que va uno a los empleos y no hay, va uno al super y todo subió”.

Pero sí hay algunas cosas diferentes. Hoy, por ejemplo, los electricistas del SME son protagonistas en el mitin.

“Aquí, se ve, la fuerza del esmé”, grita con todas su ganas y el puño en alto una niña de 8 años que se llama Bombay. “Yo estoy aquí para defender el trabajo de mi papá”, dice sin titubeos. Su padre, Marco Antonio Santos, es uno de los 20 mil electricistas que no cobraron la liquidación ofrecida por el gobierno. Hoy repite que está seguro de su decisión. “Cada que te doblas, te levantan ellos”, dice el hombre, señalando a su hija.

A unos metros, un joven mantiene elevada una manta de repudio al cierre de la compañía. Se llama David, tiene 16 años y estudia en el Colegio de Bachilleres, que también está en huelga. “Me da mucho coraje lo que dicen en los comerciales, porque no es cierto, las tarifas no las ponía el SME sino el gobierno”, dice el joven, que asegura que se unirá a la huelga de hambre.

Hay algo que no cambia en estas concentraciones. Lo resume Raúl Martell, músico y activista de la marcha Mundial por la Paz, que ha tocado en más de 2 mil actos del movimiento lopezobradorista: “Nos mantiene la esperanza. La gente tiene una gran necesidad de creer que esto es real”.




Fuente: El Periódico
Difusión AMLOTV

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