J. Enrique Olivera Arce
Elizabeth Morales, no basta popularidad y valentía
Partiendo de la idea que he venido sosteniendo en opiniones vertidas en diversos medios digitales en los que generosamente se me da cabida, reitero que en las actuales condiciones políticas y socioeconómicas prevalecientes, a mi modo de ver el Municipio de Xalapa es por principio ingobernable; confluyendo en el, como centro neurálgico del quehacer político de la entidad, toda suerte de intereses encontrados que privilegian lo accesorio sobre los complejos problemas de una ciudad capital estancada en el tiempo y asentada en una superficie dominada por condiciones topográficas adversas.
El principal obstáculo para su desarrollo es de carácter técnico y, para salvarlo, se requiere de visión de futuro y voluntad política para tomar el toro por los cuernos, tomándose aquellas decisiones que hagan de nuestra ciudad capital reflejo del enorme potencial de recursos naturales, financieros y humanos de Veracruz. Lo cual en el presente ni de lejos se percibe con una administración pública municipal subordinada a los vaivenes de un titular del poder ejecutivo del gobierno estatal perdido en “las grandes ligas”.
En este marco, nos preparamos para elegir sucesor del junior David Velasco Chedrahui, invento del gobernador Herrera Beltrán y pago de factura comprometido con los poderes fácticos dominantes en la región. Hasta ahora, las alternativas para los votantes son escasas y pobres; los aspirantes a la alcaldía no son ni por mucho las personas más idóneas para hacer de Xalapa, o las cuatro ciudades en una que abarcan la casi totalidad de la superficie municipal disponible, una capital de estado a la altura de las que son motivo de orgullo en entidades federativas vecinas. Para los partidos políticos, nuestra ciudad no se alcanza a ver más allá de un potencial reservorio de votos a favor de quien habrá de abanderarles en la justa por la gubernatura, y en ello sustentan la designación de sus precandidatos a contender por la alcaldía. Tanto que para la gran mayoría de los xalapeños, las decisiones cupulares partidistas sobre el particular, les son ajenas.
Entre los juegos de poder, destaca el estira y afloja de fin de semana en la designación de la precandidatura del PRI a la alcaldía. Amaneciendo la ciudad el martes último con el primero rumor y más tarde noticia confirmada, de que el gobernador había dado marcha atrás, inclinando la balanza a favor de Elizabeth Morales y otorgándole la precandidatura a la diputación local por el distrito de Xalapa Urbano, al ex secretario de trabajo y productividad, Américo Zúñiga. Los diversos asesores de Fidel Herrera Beltrán convencieron a este de que en términos de votos potenciales la primera estaba mejor posicionada. La contabilidad electoral se impuso por sobre las necesidades reales y sentidas de los xalapeños.
Más allá de los prejuicios de una “gente bonita” que se asume con mojigatería no ocultada como la “Xalapa decente”, o de las interesadas maledicencias de una prensa corrupta al servicio del mejor postor que no dudó en arrastrar por el lodo la vida privada de la joven ex diputada federal, se impuso la razón en el Maestro Fidel Herrera y en PRI, más no el interés de la mayoría de la población y las necesidades de la ciudad capital. De resultar beneficiada por el voto popular, a Elizabeth Morales no le bastará popularidad y prestigio de un altruismo asistencialista soportado con recursos públicos, acaso tampoco un legítimo compromiso con los sectores más vulnerables de la sociedad xalapeña. A mi juicio, su hasta ahora potencial aporte en votos a la candidatura de Javier Duarte de Ochoa será insuficiente para enfrentar la compleja problemática de la capital de Veracruz.
Sin embargo, no puede dejar de reconocerse su valentía y firmeza para enfrentar, sin romper lanzas, al gobernador del estado, manteniéndose hasta el último momento de las negociaciones en su postura inicial: quiere ser alcaldesa de Xalapa y no diputada local. Eso ya dice mucho en su favor, dando la pauta a seguir por quienes quieran disputarle la voluntad popular en las urnas el próximo 4 de julio. Carácter y voluntad política para pugnar por una cercana y al mismo tiempo respetuosa autonomía del Ayuntamiento con relación a la administración pública estatal. Si esto último se da, sea quien fuere el triunfador en la elección, es de esperarse que en la jerarquización de prioridades se privilegien respuestas técnicas y no politiqueras como lo espera la ciudadanía. Chance y ese fuera el primer paso para entre todos dignificar a nuestra ciudad capital.
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Difusión: Soberanía Popular
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