JUAN CARLOS G. PARTIDA
Carlos Monsiváis y José Saramago hicieron comentarios, durante sus visitas a Guadalajara, en los que criticaron la actualidad política de un estado que el primero llamó “prejuarista” y que el Nobel portugués censuró agriamente por no tener disposición a castigar la represión que se hizo el 28 de mayo de 2004 contra altermundistas, en una entidad que entonces gobernaba Francisco Ramírez Acuña y en la que era alcalde de Guadalajara Emilio González Márquez, el hoy gobernador.
Una de las más pertinentes críticas de Monsiváis contra el gobierno panista tapatío se dio en agosto de 2007, cuando el ensayista criticó la declaración del gobernador González Márquez referente a que el estado no debería repartir condones a la población en general porque, aseguró, eso obligaría también a repartir un six de cerveza y vales para el motel a quienes quisieran divertirse sexualmente. El reparto de condones, dijo entonces González Márquez, debería estar restringido a la comunidad homosexual “porque está considerada en alto riesgo de contraer sida”.
“En unos cuantos párrafos, el gobernador evita que se le acuse de ejercer la discriminación, de insolencia fúnebre que quiso ser graciosa, de desvirtuar al límite una causa de salud pública. Ya nadie podrá acusarlo de homofobia, discriminación y burla de los derechos humanos, porque la documentación por él aportada nos ahorra el expediente. No se le acusa, se le describe. González Márquez lleva su alegato a la cúspide de la chusquería”, afirmó Monsiváis de este tema.
El 4 de diciembre de 2008, en su penúltima FIL Guadalajara, Monsiváis presentó su libro El Estado laico y sus malquerientes. “No sé cómo concluir la homilía. La concluyo exhortándoles a que vuelvan a su casa, se arrepientan y al sentirse ya sanos y salvos, vuelvan a su racionalidad laica”, terminó su presentación, en la que se burló del afán de González Márquez de inmiscuir a la Iglesia católica en su proyecto de gobierno, ejemplificando con el afán de entregar apoyos económicos bajo el pretexto de fomentar el turismo.
“Esta idea de que todo se justifica por el turismo religioso es un tanto sacrílega, como cuando el cardenal (Sandoval Íñiguez) sostiene que es importante esta donación porque el santuario de los mártires propicia el desarrollo del turismo religioso; todavía no se inaugura, por qué no se esperan a que se inaugure y entonces ya vemos qué tanto propicia el turismo y qué tanto de devoción, porque que yo sepa el turismo puede ser de gente devota pero lo primero que quieren ver son las maravillas, y como ya los efectos especiales eliminaron a los milagros, ahora se trata de ver las maravillas que le permiten al esteta, al artista que hay en todo turista, la posibilidad de contemplar con regocijo lo que fue creado para la edificación del espíritu”, asentó.
En 2004, meses después de la brutal e internacionalmente condenada represión a altermundistas que marcharon el 28 de mayo de 2004 por las calles de Guadalajara, llegó a Guadalajara José Saramago. Durante un homenaje a Manuel Vásquez Montealbán, el editor y ex diplomático mexicano Sealtiel Alatriste leyó un comunicado del subcomandante Marcos dedicado a Montealbán, pero omitió leer dos párrafos, uno dedicado a ETA y otro a las detenciones del 28 de mayo.
Como respuesta a esa censura de Alatriste, el premio nobel José Saramago solicitó públicamente la liberación de los once presos que en ese entonces todavía estaban recluidos en Puente Grande. Su sola convocatoria valió para que decenas de firmas de intelectuales y escritores se estamparan en un manifiesto para exigir justicia por ese caso, que el escritor portugués consideró una mancha muy seria para México en materia de derechos humanos.
El documento, que no movió un ápice el proceso judicial que se seguía –y se sigue aún hoy– a los altermundistas, fue dirigido a Francisco Ramírez Acuña, quien evitó hacer declaraciones ante los más de 50 personajes que firmaron el exhorto.
Fuente: La Jornada de Michoacán
Difusión: Soberanía Popular
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