MARTÍN HERNÁNDEZ ALCÁNTARA
Centenas de ciudadanos se congregaron ayer en el zócalo de la capital de Puebla para manifestar su repudio a Mario Marín Torres, a una semana de que concluya su mandato como gobernador del estado. Los manifestantes que tomaron la palabra dijeron que el priista ha sido el peor titular del Poder Ejecutivo en la historia de la entidad y reprocharon que los poderes Ejecutivo y Judicial de la Federación le hubieran brindado impunidad, a pesar de los muchos delitos que cometió.
En el juicio popular al político oriundo de Santa María Nativitas Cuautempan participaron integrantes del Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Puebla y Tlaxcala, miembros de la Barra Libre de Abogados Democráticos de Puebla, tianguistas de San Pedro Cholula y defraudados por financieras y cajas de ahorro, amén de estudiantes de la Universidad Autónoma de Puebla, de otras instituciones educativas y ciudadanos sin filiación partidista.
Tras la sentencia ciudadana de culpabilidad por delitos como “robo, violación de la ley, protección a pederastas, despojos a campesinos, atentados contra periodistas y encubrimiento de delincuentes y narcotraficantes”, los asistentes prendieron fuego a un monigote que representa al llamado “góber precioso” y además incineraron también decenas de fotografías suyas.
Entre las acusaciones que se hicieron al mandatario destacaron el endeudamiento y la pobreza en la que dejó sumida a la entidad.
Por obvias razones, el caso que más materia aportó para la reprobación ingeniosa de los manifestantes fue la conjura que el mandatario priista encabezó, junto con el empresario Kamel Nacif Borge, en contra de la periodista Lydia Cacho Ribeiro, quien exhibió una sofisticada red de explotación sexual contra niños, en su libro Los Demonios del Edén, el poder que protege la pornografía infantil.
Un hombre caracterizado con una máscara de Marín con orejas gigantes, semejantes a las de un asno, se paseó campante por la plaza de armas tocando una cubeta con un palo, como si se tratara de un tambor y la baqueta, pero también mostrando una manta en la que escribió: “Góber precioso no soy yo”, en franca alusión a las descalificaciones que Marín hizo de las conversaciones telefónicas con Nacif, que pusieron al descubierto su contubernio.
Fuente: La Jornada de Oriente
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