Gripe porcina: una denominación incómoda
ANNE MARIE MERGIER
PARÍS.- A punto de convertirse en pandemia, entre todas las dudas planteadas por la nueva variante de influenza H1N1 que afecta mayormente a México, Estados Unidos y Canadá surge una que parece muy secundaria, comparada con las graves amenazas que pesan sobre la salud mundial: ¿cómo llamarle?
El nombre mismo del nuevo virus causa cada vez más polémicas. Desde su surgimiento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) habló de influenza porcina. Pero el término está desatando reacciones virulentas en distintos medios. Los primeros en rebelarse fueron los integristas judíos y musulmanes que tienen prohibido no sólo comer puerco, sino también pronunciar esa palabra “impura”.
Una inquietud más profunda no tardó en manifestarse en el seno de la comunidad copta, integrada por cristianos ortodoxos radicados en Egipto. Muchos de sus miembros crían puercos y empiezan a ser considerados como peligrosos por los responsables musulmanes del país.
La Organización Internacional de la Salud Animal (OIEA) entró en la discusión, recalcando que el patrimonio genético del nuevo virus cuenta con componentes de origen humano, aviar y porcino, y que es absurdo referirse sólo a un elemento. Propone aludir a su origen geográfico y elegir el término de Influenza de Norte de América.
Semejante aclaración alivia a la industria porcina, que exige el abandono del nombre dado por la OMS, que afecta directamente su producción y siembra dudas entre los consumidores de puerco.
La prensa francesa resolvió el dilema a su manera: hace una semana rebautizó la nueva influenza llamándola gripe mexicana. La réplica de la Embajada de México en Francia no se hizo esperar. El jueves 30 de abril, la sede diplomática difundió ampliamente un comunicado indignado en el que señaló:
“La embajada de México en Francia se permite hacer del conocimiento público que rechaza rotundamente el uso de la denominación ‘gripe mexicana’ cuando se hace referencia al virus H1N1 que provoca la enfermedad conocida como influenza porcina, estos dos términos utilizados por la Organización Mundial de la Salud”.
Si bien reconoce que México es uno de los países en los que se ha registrado el brote de esta enfermedad, la representación diplomática también recuerda que, hasta el momento, los organismos sanitarios internacionales no han determinado el origen de este virus. Y reclama:
“La embajada de México estima que este término puede ser considerado como discriminatorio, además de que no corresponde con la realidad que se vive actualmente en las naciones afectadas por esta enfermedad.
“El uso de este tipo de denominaciones afecta la imagen de un país que luchó de manera rápida y eficaz para evitar la propagación de este virus y cuya estrategia ha sido reconocida por diversos Estados y organismos como la OMS y la Organización Panamericana de la Salud.”
Entrevistado por el matutino Libération, el profesor Jean Philippe Derenne, coautor del libro premonitorio Pandemia, la gran amenaza, y jefe del servicio de neumología de un importante hospital parisino, cuestiona el término influenza porcina.
Al igual que otros numerosos virólogos y epidemiólogos, enfatiza que “quizás esa influenza pasó por el puerco, pero por el momento no existe prueba alguna al respecto. Hasta ahora el virus no ha sido aislado en el animal y sabemos que se trasmite de ser humano a ser humano (…) El término influenza porcina es un abuso de lenguaje por parte de la OMS que siembra confusión. Me parece mejor hablar de Influenza de Norte de América. Es más adecuado que gripe mexicana porque no se sabe aún si el foco de esa gripe se encuentra realmente en México”.
Por su lado, el profesor Jean Francois Saluzzo, virólogo y consultor de la OMS, afirmó que “ese virus circula con una forma distinta desde 1999. Se adaptó al hombre y de repente apareció en México. ¿Por qué? No lo sabemos. Muy probablemente por casualidad. Ese virus no tiene un origen nativo determinado. Hubiera podido surgir en cualquier otra parte”.
Para el especialista, es erróneo llamarle “gripe mexicana”. Es lo mismo que se hizo en 1918 con la influenza española que nació en China. “Estábamos en plena Primera Guerra Mundial. La influenza porcina causaba estragos en los ejércitos alemanes y franceses. Los gobiernos de estos dos países cuidaban no comunicar al respecto para no informar al enemigo sobre sus pérdidas humanas. En cambio España, que no participaba a la guerra, dio a conocer toda la información que tenía. Esa transparencia le valió el triste privilegio de ser identificada con esa influenza que causó más muertos que la guerra misma”.
En la noche del 30 de abril, la OMS zanjó la discusión: no se llamará más influenza porcina, rechazó nombrarla “gripe mexicana” y desechó la propuesta de “gripe del Norte de América”. El organismo optó por una solución salomónica: decidió que esa nueva epidemia se llamará “Influenza A (H1N1)”.
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