México SA
La propiedad del Estado concebida como cabaret
Repaso de argumentos presidenciales privatizadores
Carlos Fernández-Vega
Cuando en 1983 Miguel de la Madrid inauguró la venta de garaje de los bienes de la nación –atendida y promovida por los cuatro gerentes que lo sucedieron en Los Pinos– justificaba su proceder con la siguiente frase: el Estado no puede ni debe administrar centros nocturnos, de tal suerte que se deshará de sectores no estratégicos. A partir de ese momento toda, absolutamente toda la propiedad de la nación fue inventariada como cabaret no estratégico y, consecuentemente, desincorporada (léase privatizada).
Poco más de un cuarto de siglo después de aquel sólido argumento del otrora inquilino de Los Pinos –ahora gagá, según la versión oficial–, prácticamente toda la propiedad de la nación está en manos privadas, pero no en todas, sino las pertenecientes a oligopolios y monopolios, a familias de abolengo y/o con los amigos políticos indicados en el momento preciso, a empresarios metidos a políticos, o viceversa. En el balance, pues, la venta de garaje ha sido rotundamente exitosa, para ellos.
En ese cuarto de siglo se ha privatizado (en el discurso oficial difícilmente se encuentra ese término; a cambio, reitera e indistintamente aparecen desincorporación, modernización, redimensionamiento, concesión, permiso, autorización, licencia y otras igual de creativas para ocultar la verdadera intención) prácticamente todo: de las carreteras a los servicios de limpieza en instituciones públicas; de la Conasupo a los comedores en el aparato de gobierno; de los satélites a la venta de leche Liconsa; de los ferrocarriles a las pensiones; de la banca y las minas a las gasolineras y el gas; de la Presidencia de la República a los juegos y sorteos; de las líneas aéreas a la energía eléctrica; de los servicios portuarios a las guarderías del IMSS, por citar sólo algunos casos.
¿Qué han obtenido a cambio los mexicanos? Entre otras gracias, nulo crecimiento económico, inexistente desarrollo, mayor concentración del ingreso, menores salarios, raquítica generación de empleo (cuando se registra), mayor deuda social y desvalijamiento de la propiedad de la nación. ¿Qué no han obtenido, ni obtendrán, pero sí pagarán? El rotundo fracaso del modelito económico, a la par que los miles y miles de millones de pesos que los gobiernos vendedores han canalizado, y canalizan, al rescate, salvamento y saneamiento de las mismas empresas que privatizaron (bancos, ingenios azucareros, carreteras y las que se queden en el tintero), por ser, aseguraban, una carga para las finanzas públicas.
Los beneficiarios de la privatización pertenecen a un reducido número de empresarios y poderosos grupos de la iniciativa privada nacional y extranjera que han adquirido los consorcios de primer nivel, verdaderamente estratégicos para el crecimiento del país (de cualquier país), generadores de jugosas utilidades y con garantía plena en lo que a fortalecimiento del poder se refiere. No hay que buscar mucho: donde se apriete, aparecen los mismos.
Ahora el escándalo, la sorpresa es por la subrogación de guarderías infantiles, una práctica que se puso en marcha 12 años atrás. El problema es que sólo nos damos cuenta hasta que sucede una tragedia, aunque nada sucede en consecuencia. ¿Hacia dónde va el país?
Y mientras se resuelve el acertijo, va un rápido recorrido por la venta de la nación, a través de algunas frases de sus promotores: “el Estado no se desprenderá de empresas estratégicas ni de aquellas entidades que tengan fines de asistencia y seguridad social, como son los organismos de vivienda, educación, abasto, salud y previsión social (Miguel de la Madrid).
Desincorporar empresas no es renunciar a regular y conducir el desarrollo nacional, porque no es condición única de la rectoría del Estado la propiedad de las empresas, sino fundamentalmente el ejercicio de la autoridad en beneficio del pueblo. La desincorporación de empresas públicas no estratégicas responde hoy a un principio de fidelidad con el carácter social y nacionalista del Estado. El punto central en la reforma del Estado es resolver, a favor del pueblo, el dilema entre propiedad que atender o justicia que dispensar, entre un Estado más propietario o un Estado más justo. La economía, más abierta a la iniciativa y a la inversión no estatal se conducirá, sin duda, para servir los objetivos nacionales de la soberanía y de la justicia. Mediante las privatizaciones se han generado recursos de una sola vez que, al reducir la deuda interna, han fortalecido permanentemente la capacidad gubernamental para atender demandas sociales inaplazables. Con ello, se cumple el compromiso de vender bienes públicos para remediar males sociales y se fortalece al Estado y a la nación (Carlos Salinas de Gortari).
El conjunto de estas reformas (al IMSS) será decisivo para la permanencia de las instituciones de seguridad social y para que en el futuro cumplan mejor sus propósitos... promoverá la seguridad en los centros de labores, ofreciendo estímulos a las empresas más eficaces en la prevención de riesgos y accidentes. Adicionalmente, podrán dedicarse mayores recursos para duplicar en el mediano plazo la red de guarderías, a fin de que las madres trabajadoras acudan a sus labores con la tranquilidad de que sus hijos pequeños están bien atendidos (Ernesto Zedillo).
Somos el aval de un cambio responsable. El país marcha y marcha bien. Hemos impulsado el tránsito del liberalismo a ultranza al nuevo humanismo económico que reconcilia el papel del mercado con la intervención responsable y promotora del Estado. Hemos pasado de las crisis sexenales al cambio con estabilidad. Frente a la incertidumbre global, quedó demostrada la solidez de nuestra economía. En el mundo de hoy muy pocas economías pueden decir lo mismo (Vicente Fox; no se menciona a Calderón, porque sólo repite lo dicho por su antecesor).
Comparen dichos con hechos, y saquen conclusiones sobre este país desincorporado (léase desmantelado).
Las rebanadas del pastel
El Club de Periodistas de México invita a su vigesimonoveno foro Subrogaciones: ¿Sinónimo de corrupción? (El recuento de los daños). Participan Ana Lilia Pérez, Alberto Montoya Martín del Campo, César Garizurieta y este tecleador. Moderan Celeste Sáenz de Miera y José Manuel Orozco Garibay. La cita es hoy a las 18 horas en Filomeno Mata número 8, Centro Histórico. Se va a poner bueno.
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