Laura Itzel Castillo
En concreto
08 de julio de 2009
Clara Brugada
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), conocido antes como Trife, ha quedado al descubierto frente a los resultados obtenidos el pasado 5 de julio en Iztapalapa.
Contra todos los pronósticos de los intelectuales orgánicos del sistema, Andrés Manuel López Obrador demostró dos cosas: en primer lugar su gran capacidad organizativa frente a la adversidad, y en segundo la posibilidad de revertir un fraude.
Quienes se desgañitaron tratando de ridiculizar la estrategia trazada para derrotar la sucia maniobra del TEPJF se escandalizaron de la astucia del presidente legítimo, pero nada dijeron del desaseo de Carmen Alanís, la presidenta de una de las instituciones más desacreditadas del país y gran amiga de la esposa de Felipe el espurio.
¿Cómo fue posible que a escasos días de las elecciones el tribunal emitiera con evidente mala fe su fallo inapelable? El órgano encargado de la “justicia electoral” determinó la anulación de la candidatura de Clara Brugada a jefa delegacional en el momento crucial, cuando ya no era posible cambiar las boletas ni registrarla por otro partido.
Se sabe que 25% del electorado que se pronunció en el 2006 a favor de la coalición Por el Bien de Todos provino de esa populosa delegación, que cuenta con cerca de 2 millones de habitantes, representados a través de cuatro diputaciones en el Congreso y ocho en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Sin duda también es la que más votos arrojó para un candidato a jefe delegacional: 180 mil sufragios a favor de Rafael Acosta, Juanito, y el Partido del Trabajo.
Es esta la demarcación territorial donde Clara se forjó como auténtica líder del movimiento urbano popular, comprometida desde sus orígenes por la reivindicación de los derechos de los iztapalapenses. Economista de profesión, egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, promovió desde muy joven proyectos comunitarios de carácter popular, como centros de abasto, de salud, educación y alimentación.
Todo esto, siempre con el apoyo y asesoría de especialistas, universidades y organismos no gubernamentales que simpatizaron con su causa. Es este trabajo el que la llevó también a ser legisladora y en los últimos años, titular de la Procuraduría Social del Distrito Federal.
Con gran satisfacción festejamos que el perverso fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no logró su cometido. Pero sabemos que la voltereta que le dio el presidente legítimo a la imposición de Silvia Oliva como candidata del PRD no hubiera sido posible si no estuviera respaldada además con el reconocimiento y liderazgo probado de quien ha librado otra batalla más en esta lucha: la misma Clara Brugada.
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