El arranque del 2012
JENARO VILLAMIL
MÉXICO, DF, 7 de julio (apro).- El sexenio de Felipe Calderón ha vivido dos momentos trágicos: el avionazo del 4 de noviembre de 2008, en el que perdió la vida Juan Camilo Mouriño, alter ego, operador y sucesor adelantado del presidente, y los comicios del pasado 5 de julio que significaron el derrumbe de una estrategia para convertir las elecciones federales en un referéndum indirecto al calderonismo.
En la derrota de este domingo, quedó sembrada ya la semilla de la sucesión adelantada y la pérdida acelerada de una pretensión legitimadora para quien ya difícilmente remontará el déficit de 2006.
Las elecciones federales fueron otro largo final del calderonismo y el inicio de la segunda etapa de un gobierno panista que se verá obligado a pactar con los múltiples jefes de la victoria priista, con las figuras emergentes dentro de su partido y los liderazgos reales del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
El arranque del 2012 trae varias lecturas aparejadas:
1. El avance innegable del PRI en la Cámara de Diputados, en las seis contiendas para renovar gobernadores y en municipios y enclaves que antes fueron emblemáticos del corredor azul (Guadalajara, Cuernavaca, Naucalpan, Toluca, Tlalnepantla y San Luis Potosí), dibuja el mapa de los grupos de poder priista que nunca se fueron con la alternancia panista y retornan por sus fueros, con el apoyo de una buena parte del electorado que prefiere lo viejo conocido, aunque se peine de copete.
En primer lugar, es una preocupante victoria para la cultura del carro completo que es el emblema de varios gobernadores que sueñan ya con la banda presidencial: Enrique Peña Nieto, en primer lugar, y su evidente proselitismo en el Estado de México, en Nuevo León, San Luis Potosí, en Quintana Roo y en Yucatán; Fidel Herrera, el veracruzano que pintó de rojo su entidad; los sobrevivientes de la impugnación ciudadana, como Mario Marín, en Puebla, y Ulises Ruiz, en Oaxaca.
Caro le salió a Calderón haber pensado que "salvar" a Marín y a Ruiz le redituaría en una alianza con el PRI.
También hay figuras emergentes en medio del desastre panista: Humberto Moreira, en Coahuila; Roberto Medina, el clon de Peña Nieto que se alzó con el triunfo en Nuevo León, y Jesús Calzada, cuya sorpresiva victoria en Querétaro le da vida a su grupo y a Manlio Fabio Beltrones.
Otros gobernadores fueron también claves para el avance del PRI: Miguel Angel Osorio, en Hidalgo, Félix González Canto, en Quintana Roo e Ivonne Ortega Pacheco, en Yucatán.
En segundo lugar están los operadores político-electorales del PRI que definirán la agenda legislativa y gubernamental en la segunda parte del sexenio. El exgobernador sonorense Beltrones, como el coordinador de la tercera fuerza en el Senado, se erige como el factor determinante para negociar con una presidencia debilitada.
Beatriz Paredes trasladará su eje político del PRI a San Lázaro, con una bancada que pasará de 106 a 237 diputados, en alianza con 21 legisladores del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Paredes tendrá que negociar al interior de su partido con la nueva fuerza que representa Enrique Peña Nieto, la apuesta clara del Grupo Atlacomulco y de Televisa, que tendrá la mayor bancada estatal priista: duplicó de 19 a 38 el número de diputados federales por mayoría y puede llegar a tener el control de la cuarta parte de la bancada, gracias a la alianza establecida con esa anomalía política que es el PVEM.
2. Las elecciones también colocaron a los dos principales precandidatos del PRD cara a cara. La apuesta de Andrés Manuel López Obrador por concentrar sus esfuerzos en Iztapalapa, bastión electoral clave para ganar el Distrito Federal, le dio resultados, aunque no logró que el PT y Convergencia crecieran lo suficiente para representar las fuerzas de recambio.
El jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, resentirá la disminución de votación en el Distrito Federal: perdió cuatro de las 16 delegaciones (la sorpresa fue Cuajimalpa), y tendrá una Asamblea Legislativa con grupos más pulverizados, aunque la bancada del PRD siga siendo mayoritaria (30 legisladores frente a 14 de PAN, 7 de PRI, 7 de PT y 5 del PVEM).
El verdadero enemigo tanto para López Obrador como para Marcelo Ebrard es el alto nivel de abstencionismo en el Distrito Federal. El crecimiento del "voto nulo" en la capital del país es un mensaje muy claro del desencanto de los seguidores en la ciudad más politizada y deliberante del país ante los desarreglos al interior del PRD y la incertidumbre ante el futuro de Nueva Izquierda (NI), el verdadero grupo derrotado en estas elecciones.
3. Acción Nacional se queda sin figuras nuevas y emblemáticas para el 2012. La paradoja de la derrota calderonista es que revive a Santiago Creel como precandidato panista. El excontendiente de Calderón, al que quisieron "borrar" no sólo de la pantalla sino del Senado y de la operación electoral ene. PAN toma nuevos aires.
Los "presidenciables" del gabinete apenas y se ven: Alonso Lujambio, recién llegado a la SEP, y Juan Molinar Horcasitas, que tiene una papa caliente en la SCT y puede salir muy mal librado del escándalo que viene con la información de las guarderías subrogadas del Seguro Social (IMSS).
Las otras figuras del calderonismo están opacadas por la crisis económica y la errática política de narcotizar la seguridad pública. Quedan en el camino César Nava y Josefina Vázquez Mota, los futuros operadores del calderonismo en la Cámara de Diputados.
Este es el arranque del 2012 para un gobierno que no cumplió con ninguna de sus promesas del 2006: "presidente del empleo" y "manos limpias". Y, peor aún, repitió la dosis de guerra sucia y polarización social que detonó la estrepitosa derrota de Germán Martínez y su dream team.
No por nada, comentan algunos observadores, los funerales de Michael Jackson estuvieron mucho más animados y armoniosos que el triste velorio de Martínez Cázares en la sede nacional del PAN.
Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx
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