27 SEPTIEMBRE 2009
De vez en vez es indispensable (aparte del horario obligado de dedicarse a la lectura, al menos dos horas diarias, sobre todo al amanecer) asomarse a las librerías de viejo, cada vez más escasas. Y hurgar entre sus libros, es decir, sus Ex Libris, para hacerse de alguna de sus perlas que se amontonan (rara es la librería ordenada, y en esto radica parte de su atractivo: buscar entre los libros alguno que colme nuestro interés) y salir con harta mugre entre los dedos y polvo (polvo de historia, diría un cursi) en la ropa y la cabeza. Allí me topé con los dos tomos titulados Antología del centenario. Estudio documentado de la literatura mexicana en el primer siglo de independencia.
Bajo la dirección de Justo Sierra, tuvo de colaboradores a Luis G Urbina, Pedro Henríquez Ureña y Nicolás Rangel, para una edición príncipe y otra facsimilar. La que encontré es de 1985. Y en la introducción, ya contemporánea, José Luis Martínez nos cuenta cómo fue posible su publicación, entre el final del porfirismo y el inicio de la Revolución que enlaza 1910 con 1810, y ahora 2010.
Lo anecdótico es que las dos celebraciones se dan cuando están en el poder presidencial el ya para entonces ultraderechista Porfirio Díaz y el panista-derechista Felipe Calderón.
Poesías y ensayos de la literatura que se cultivó y dio sus frutos, desde Sartorio, Navarrete, Ochoa, Quintana Roo, José María Cos, Fernández de Lizardi, Teresa de Mier, Guridi Alcocer, Sánchez Tagle, Francisco Ortega, María Josefa González de Cosío… todos dedicados de paso o de completo a la literatura.
A lo mejor no son de leerse completos los dos tomos, pero vale mucho el gusto de hojearlo y detenerse en esta poesía, aquella página, esta crónica. Durante 100 años, los primeros del nacimiento nacional, tuvimos escritores olvidados que en estas páginas (rezagadas en la memoria) se publicaron para celebrar el entonces primer centenario de la Independencia.
Y fueron puestos en la canasta de esta antología, que otros mexicanos plasmaron en el blanco y negro de sus testimonios. Estamos a punto de celebrar otro centenario de la Independencia, y más escritores han aumentando el legado de estos dos tomos.
Uno se imprimió a mediados de 1910 y el segundo “debe haber sido a principios de 1911: se había iniciado ya la Revolución Mexicana. El 6 de mayo de este año, Francisco I Madero asume la presidencia provisional, y el 27 del mismo mes Porfirio Díaz se embarca en Veracruz en el Ypiranga, tras renunciar a la Presidencia que había ejercido 30 años. Viene luego la breve presidencia de Madero y el cuartelazo de Victoriano Huerta en febrero de 1913… Luis G Urbina y Pedro Henríquez Ureña, capaces de pensar que aún en medio de la ignominia las tareas culturales deben seguir, hicieron un intento para resucitar la Antología del centenario interrumpida”.
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