miércoles, 9 de septiembre de 2009

Brzezinski y su nuevo orden hexapolar (con Japón y sin Brasil)





Bajo la Lupa
Brzezinski y su nuevo orden hexapolar (con Japón y sin Brasil)
Alfredo Jalife-Rahme

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Soldados iraquíes de tropas especiales participan en un simulacro en la Zona Verde de Bagdad, el domingo 6 de septiembreFoto Reuters

Conforme involuciona Estados Unidos y evoluciona el BRIC (Brasil, Rusia, India y China), el geoestratega polaco-canadiense-estadunidense Zbigniew Brzezinski, anterior asesor de Seguridad Nacional de James Carter y hoy íntimo de Barack Obama, a sus 81 años de edad ajusta la mira sobre quienes a su juicio constituyen los integrantes del nuevo orden hexapolar: Estados Unidos, la Unión Europea, China, India, Japón y Rusia.

En su reciente artículo de aniversario de la OTAN (Foreign Affairs, septiembre/octubre de 2009), llama la atención que, pese a sus reticencias sicológicas debido a su intensa rusofobia, haya agregado finalmente a Rusia a su anterior orden pentapolar (ver Bajo la Lupa, 24/2/07) para conformar la estructura de su nuevo orden hexapolar.

Entre el anterior orden pentapolar de Brzezinski y su reciente rectificación del nuevo orden hexapolar, donde insiste en colocar a Japón a expensas de Brasil, se atravesó la vigorosa cuan fulminante respuesta rusa a la agresión de Georgia a las dos Osetias (del Norte y del Sur) azuzada por la OTAN (primordialmente, por Estados Unidos y Gran Bretaña y, en la retaguardia, por Israel), lo cual, a nuestro humilde entender, cambió sustancialmente las coordenadas de la geopolítica global.

Será interesante indagar si después del tsunami electoral del primer Yukio Hatoyama (ver Bajo la Lupa, 21/8/09 y 2/9/09), que marca el inicio de la desglobalización y la desestadunización de Japón, Brzezinski todavía insiste en colocar al otrora imperio del sol naciente en su nuevo orden hexapolar, que se diferencia de nuestra taxonomía por la permutación de Brasil por Japón, que nos atrevimos a formular felizmente hace cuatro años y a contracorriente del rebaño unipolar (ver Bajo la Lupa, 26/6/05).

Su extenso artículo, enfocado exclusivamente a la OTAN, lo consideramos más ilustrativo por sus omisiones impactantes, así como por su abordaje tangencial sobre el nuevo orden hexapolar y el ascenso fenomenal de la sociedad civil global.

Con todo nuestro debido respeto a las teorías de Brzezinski –quien concede influencia desmedida a la alianza trasatlántica–, la suerte de la OTAN quedará sellada por su desenlace en Afganistán, donde se ha empantanado y ha exhibido fracturas internas muy perturbadoras (v.gr. con Gran Bretaña y Alemania).

En ningún momento aborda su propuesta de principios de año sobre un G-2 con China ni menciona siquiera las tratativas del G-20 en materia financiera (en otro lugar se pronuncia más bien por un G-15 de corte geopolítico muy forzado).

Las finanzas globales, ya no se diga la economía, no son el fuerte del pensamiento de Brzezinski, pero tampoco se puede desdeñar que pocos como él entienden en Estados Unidos los alcances geoestratégicos del poder crudo y rudo.

Gran parte del éxito de la OTAN en su expansión al este la atribuye más al resultado de la espontaneidad (sic) de la historia, confusa y contradictoria aunque decisiva, que al producto de un diseño estratégico. Aprovecha el viaje para exhumar archivos desclasificados recientes y refuta las objeciones rusas sobre la expansión de la OTAN hasta sus fronteras, presumiendo que el entonces presidente Boris Yeltsin accedió en sus negociaciones con Lech Walesa. Como que no suena verosímil.

Aduce que en “el curso de sus 60 años de aniversario, la OTAN unificó a Occidente, salvó a Europa y concluyó la guerra fría” y hoy sin duda (sic) representa la alianza militar y política más poderosa del mundo.

Entonces, ¿por qué sus dos miembros militares y políticos más sobresalientes, Estados Unidos y Gran Bretaña, fueron derrotados humillantemente en Irak por la guerrilla sunita? ¿Por qué la OTAN se vio emasculada frente a la fulminante réplica rusa en el Cáucaso, adonde no acudió a defender a su alebrestado aliado georgiano? ¿Por qué está a punto de ser derrotada por la rupestre guerrilla de los talibanes en Afganistán?

Sea lo que fuere, el íntimo geoestratega de Obama diagnostica correctamente el gran desafío de la OTAN en ajustarse a un mundo transformado.

Mas allá de su banquete ditirámbico sobre el pasado y el presente de la OTAN (con 45 por ciento del PIB global y 900 millones de habitantes, que equivalen solamente a 15 por ciento de la población mundial), oculta el inicio de su decadencia geoconómica frente al notable despegue del BRIC.

Reconoce que el centro de gravedad económico y político (¡súper-sic!) global se ha desplazado del Atlántico Norte hasta Asia y el Pacífico. Aunque el giro económico es más objetivo y el político sea más subjetivo, llama la atención que Brzezinski se refiera a ambos rubros sin tapujos y en detrimento de la otrora unipolaridad de Estados Unidos.

Enumera su nuevo orden hexapolar de quienes encabezan el poder global y refiere que dos, por lo menos –Rusia y China–, y quizá tres –deja flotar la duda sobre India–, son revisionistas –¡súper-sic!– en su orientación”.

No define el significado de revisionista, pero se infiere que se evoca cuando pone en duda el liderazgo infalible y omnisciente de la otrora superpotencia unipolar: “el poder ‘ascendente pacífico’ de la autoconfiada China, la truculencia de la imperialmente nostálgica Rusia, o la presumida y muy segura India (a pesar de sus vulnerabilidades internas y multiétnicas), todos desean un cambio en el orden vigente. Su conducta futura y la relación entre estos tres poderes revisionistas todavía relativamente prudentes intensificarán más la incertidumbre (sic) estratégica”.

Brzezinski admite lúcidamente el desvanecimiento de la jerarquía global posterior a la Segunda Guerra Mundial y la dispersión simultánea del poder global. Ni más ni menos que el incipiente nuevo orden multipolar que se resiste a pronunciar inequívocamente y que Richard Haass, el mandamás del influyente Consejo de Relaciones Exteriores, susurra timoratamente como multilateralismo, que no es lo mismo cuando se trata de definir al poder crudo y rudo.

Una frase demoledoramente autocrítica que será muy apreciada en los sectores antagónicos al neoconservadurismo straussiano (con caricatura bushiana), tanto en el interior como al exterior de Estados Unidos: desafortunadamente, el liderazgo de Estados Unidos en años recientes (sic) sin ninguna intención, pero en forma muy imprudente, contribuyó a la ominosa (sic) situación presente. La combinación del arrogante unilateralismo de Estados Unidos en Irak y sus lemas demagógicos islamofóbicos debilitó la unidad de la OTAN y despertó el resentimiento musulmán enfocado a Estados Unidos y a Occidente en forma más general.

Será interesante percibir la forma en la que Brzezinski digerirá conceptualmente el reciente acuerdo espectacular entre Francia y Brasil en materia estratégica, militar, nuclear y satelital. Por lo pronto, China, India, Francia y, recientemente, Rusia –para citar a las potencias de primer nivel–, no comparten el desprecio de Estados Unidos hacia Brasil, que no vemos cómo pueda ser ignorado en una clasificación funcionalmente realista del nuevo orden mundial.

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