miércoles, 9 de septiembre de 2009

Más Impuestos y -menos Agua



Más Impuestos y -menos Agua

Por la Escuela de Cultura Popular de la OPC-Cleta



·Ante la crisis del agua el Gobierno del DF, subirá 20% tarifas en el 2010.

·Falta de mantenimiento y de medidas preventivas: causas de gravedad de la situación.



El jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, plantea incrementar en 2010, entre 15 y 18 por ciento, los costos a las personas que rebasen su consumo ‘normal' de agua. Esto debido a que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) dio a conocer que las presas en el Sistema Cutzamala se mantienen en niveles críticos, por lo que determinó reducir todos los días y en porcentajes de 10% a 50% el caudal que se envía al Distrito Federal y al Estado de México.

Para el año 2010 se prevé una de las peores crisis en materia de abasto de agua potable en la Ciudad de México, debido a la escasez que se registra. El 2009 es considerado como el año más seco de los últimos 40 años, así lo aseguró Ramón Aguirre, director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México.

En días recientes se ha podido observar el despliegue de publicidad que de manera alarmista plantea una posible sequía para febrero del 2010.

Pero la gravedad de la situación no puede ubicarse únicamente en los procesos climáticos de la sequía, sino en las grandes omisiones gubernamentales para dar mantenimiento a los sistemas de captación y distribución del agua. En días recientes, el Instituto de Ingeniería de la UNAM , publicó un análisis según el cual son: las tomas clandestinas, los asentamientos humanos irregulares, la contaminación, los daños estructurales y el azolve, los principales problemas que merman la eficiencia del sistema Cutzamala.

Las pérdidas por falta del mantenimiento gubernamental a estos sistemas son mayores a 3 mil litros por segundo, que en términos más simples implicaría que se están dejando de recibir en esta ciudad 270 millones de litros diarios.

Pero lo que estos informes no indican es que la sequía y los impuestos para enfrentar la crisis, afectarán de manera desigual y desproporcionada a los sectores más pobres y excluidos de la ciudad y del país. Mientras que para algunos el recorte implicará tan sólo cambios de hábitos menores, como bañarse con menos agua, o no regar sus jardines con agua potable, para otros como los habitantes de Iztapalapa, o los campesinos del bajío de este país, la sequía y el cobro de más impuestos significará el incremento de enfermedades por falta de higiene, la muerte de sembradíos, el hambre y la enfermedad.

A nivel mundial más de 2,200 millones de habitantes de los países empobrecidos como el nuestro, la mayoría niños, mueren todos los años de enfermedades asociadas con la falta de agua potable, saneamiento adecuado e higiene. Con suministros suficientes en estos dos rubros, la incidencia de algunas enfermedades y la muerte podrían reducirse hasta un 75 por ciento. Y es que el agua no es sólo el solvente universal que usan las industrias para producir sus mercancías, sino que es la principal molécula de la vida y de nuestro cuerpo.

Y aunque d e acuerdo con estándares internacionales, los habitantes del Valle de México reciben entre 200 y 330 litros de agua por persona al día (esto representa casi el doble de la cuota promedio de la Unión Europea , donde el consumo diario es de entre 110 y 150 litros por persona), todos los días se pierden en fugas y fallas de mantenimiento unos 11,000 litros de agua por segundo, equivalentes al 40% del caudal que recibe la ciudad.

Pero mientras en la ciudad hay personas que gastan 900 litros por día, más de 400 mil familias en la zona de Iztapalapa, es decir cerca de 2 millones de personas, no pueden acceder ni siquiera al promedio delegacional de 80 litros por día.

La situación del agua evidencia además las grandes desigualdades nacionales, ya que un alto porcentaje del agua se extrae de presas cuyas poblaciones rurales cercanas suelen carecer de este vital líquido que se dirige a las grandes urbes.

Aunado a la desigualdad, la ausencia de una conciencia social para el cuidado del agua que viene de la mano de la subordinación de los programas de estudio y difusión educativa que en materia ecológica se han delegado a las cúpulas sindicales de Elba Esther Gordillo, las grandes televisoras y “ONGes”, dando como resultado una ignorancia nacional donde generaciones de niños se educan por padres e instituciones que despilfarran y contaminan el agua.

Ante la carencia del vital liquido, grandes transnacionales capitalistas están poniendo la mira en la privatización de este vital producto, de tal modo que lo que hasta ahora ha sido regulado por los estados, pasaría a ser mercado de libre comercio. Dentro de este contexto neoliberal, se han presentado dos estrategias: la apropiación territorial, mediante la compra de tierras con recursos naturales (agua, biodiversidad) y por otro lado la mercantilización del agua, que se especula que en los próximos años, unas pocas empresas privadas poseerán el control monopólico de casi el 75% de este recurso vital para la vida en el planeta.

Hoy es por todos conocido, que mientras poblaciones no tienen acceso a la salubridad, grandes corporaciones como Coca Cola o Pepsi, venden agua pura embotellada para subsanar el mal. Entre 1970 y 2000, la venta del agua creció más de 80 veces. En 1970 se vendieron en el mundo mil millones de litros. En 2000, 84 mil millones. Las ganancias fueron de 2.2 mil millones de dólares.

Todos o algunos de estos factores se van convirtiendo en el principal argumento y exigencia de grupos y sectores sociales como los habitantes de Iztapalapa que no están dispuestos a aceptar que mientras ellos se mueren de sed, haya unos cuantos que riegan sus jardines y evaden impuestos multimillonarios.

De este modo la carencia de agua se suma a uno más de los posibles detonantes de rebeliones sociales por dar respuesta a las necesidades fundamentales para la vida como son el acceso al agua, a la alimentación, la salud, la seguridad, la educación y el empleo.

En febrero de 2010, llegaremos a una ciudad de México en sequía, pero inundada de absurdos y contradicciones que difícilmente podrán ser contenidos con llamados a la tranquilidad, la paz y la fiesta.

¿Cuántas necesidades se tienen que sacrificar para aceptar el fracaso de los gobiernos en turno y la necesidad de un nuevo movimiento nacional que funde un mejor presente?

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