domingo, 18 de octubre de 2009

El golpe fascista de Calderón





El golpe fascista de Calderón
RODRIGO VERA

Exsalinista y ahora crítico de las políticas neoliberales que caracterizaron a sexenios como el de Carlos Salinas de Gortari, opositor a los afanes por privatizar las industrias petrolera y eléctrica, el exsenador Manuel Bartlett Díaz sentencia: El "golpe fascista" asestado por Felipe Calderón al Sindicato Mexicano de Electricistas, más que a la compañía Luz y Fuerza del Centro, busca facilitar la entrega de permisos a empresas trasnacionales para que generen energía eléctrica. De hecho, apunta Bartlett, mediante esta práctica inconstitucional dichas firmas ya están generando más del 40% de la energía eléctrica que se produce en el país.

El objetivo del presidente Felipe Calderón al dar su "golpe de Estado" contra Luz y Fuerza del Centro no fue aniquilar a esta empresa paraestatal, sino más bien a su sindicato, el Mexicano de Electricistas (SME), pues se trata de un poderoso gremio, "combativo y nacionalista", que lleva años oponiéndose a los intentos gubernamentales de privatizar el sector energético del país.

Con la eliminación de ese sindicato –uno de sus principales obstáculos–, Calderón planea acelerar el otorgamiento de permisos a compañías trasnacionales, que inconstitucionalmente ya están generando más del 40% de la energía eléctrica que se produce en México.

El exsenador Manuel Bartlett Díaz, contumaz opositor a la privatización energética, llega a la anterior conclusión y agrega categórico:

"Son puras falacias eso de que se suprimió a Luz y Fuerza del Centro por su falta de eficiencia y competitividad. ¡Mentira! El objetivo de Calderón fue realmente acabar con el sindicato de la empresa".

–¿Qué razones tenía?

–El SME era el único sindicato que se oponía a la política de privatizaciones. Era el núcleo más fuerte y vital que defendía los intereses nacionales en materia energética. Así de sencillo.

Bartlett se acoda en la mesa rectangular de su despacho, de la colonia Roma, y prosigue:

"¿Sabe cuál es la única diferencia entre Luz y Fuerza y la Comisión Federal de Electricidad, las dos empresas estatales encargadas de suministrar energía eléctrica? Pues la única diferencia la hacen sus sindicatos. ¡Nada más! El sindicato de la primera empresa ha sido combativo históricamente. Era el único que tomaba sus decisiones democráticamente, mediante largos debates en asambleas. Sus miembros eran verdaderamente agremiados.

"En cambio, el de la segunda, el SUTERM (Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana) se convirtió en un manso gremio que sigue los dictados de los privatizadores; desde Salinas de Gortari hasta Calderón. Y esto yo se lo llegué a decir públicamente a su líder Rodríguez Alcaine: 'Entregaste la materia de trabajo a las empresas extranjeras'".

Como senador, de 2000 a 2006, Bartlett Díaz encabezó a los legisladores opuestos a la privatización de la industria petrolera y eléctrica que entonces impulsaban el presidente Vicente Fox y su secretario de Energía, Felipe Calderón. Sobre estas experiencias, Bartlett escribió dos libros: Reforma energética, un modelo privatizador y El petróleo y Pemex. Despojo a la nación.

Relata Bartlett que, en esa lucha, siempre tuvo al SME como aliado permanente:

"De pronto, hay que reconocerlo, a los legisladores nos apoyaban algunos otros sindicatos, pero el que permanentemente nos respaldó fue el de los electricistas. Su presencia y su lucha política siempre estuvieron contra las políticas entreguistas del gobierno.

"Ahora, justamente a ese sindicato es al que Calderón le asestó un golpe brutal, inhumano y fascista, mandando a la calle a sus miles de trabajadores. Todas las demás argumentaciones son puras falacias. El Ejecutivo dio un paso gravísimo para fortalecer su poder autoritario, montado en la fuerza y el engaño".

Bartlett hace una pausa. Reflexiona. Luego asegura enfático:

"Calderón es un presidente golpista. En realidad, lo que acaba de perpetrar es un verdadero golpe de Estado".

Este es un extracto de la entrevista que se publica en la edición 1720 de la revista Proceso que empezó

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