Candidaturas independientes: ¿quién es de derecha?
Marco Rascón
Poseedores del centro, gracias a la sapiencia del lopezobradorismo que se apropió de la izquierda y se definió contra la derecha, los priístas están de plácemes ejerciendo el poder, anticipándose a 2012, y ahora resulta que son los que definen la derecha y la izquierda, gracias a la inexistencia de oposición a ellos y a que ejercen el poder sin tenerlo formalmente.
El tema de la reforma política, en manos de la partidocracia y en particular de la mayoría priísta en el Congreso, nos revela el grado de descomposición de la política que avanza hacia el retroceso, disfrazada de cambio frente a la incompetencia y los errores de quienes sustituyeron la transición por tregua… o unas vacaciones merecidas del PRI, ahora de regreso.
Aun antes del debate de la reforma política el priísmo es el representante de las políticas contra el derecho de las mujeres al aborto; es el que perfila la campaña de 2012 en alianza con el Vaticano y la alta jerarquía católica; es el gran defensor de los monopolios económicos, del proteccionismo, la política fiscal injusta que exenta a la oligarquía y aprieta a los trabajadores y pequeños y medianos empresarios.
El tricolor regresa, gracias al desprestigio de la izquierda y la derecha, quienes ahora, en un acto desesperado, pretenden unirse en elecciones locales cuando despreciaron 2006, a pesar de que ambas sumaban 70 por ciento de la representación legislativa nacional, lo que les daba la posibilidad de establecer las bases de un sistema político nuevo y moderno.
Cuando el PRI se lanza impunemente contra las candidaturas independientes y otras demandas políticas ciudadanas, apoyado por el PRD, destaca la falta de respuesta ciudadana, la manipulación y la confusión. Los líderes del PRI agradecen la decisión de Felipe Calderón de apropiarse de demandas ciudadanas contra la partidocracia, porque esto sirve de pretexto para rechazar su contenido a cambio de negociar nuevas prebendas para el priísmo.
El crimen es perfecto: rechazar toda reforma que amenace la partidocracia, usando el desprestigio y la debilidad de Calderón, quien se ha apropiado de las demandas ciudadanas, pero es incapaz de defenderlas. Es obvio que desde la sociedad, en su sentido más amplio y plural, las candidaturas independientes tienen respaldo mayoritario y que, al contrario, en el seno del Congreso y los partidos son un gran peligro para el sistema actual que corporativiza y ha secuestrado la representación política nacional.
Las candidaturas independientes no son parte del programa de la derecha oligárquica, sino de los esfuerzos de la izquierda democrática que luchó por abrir los derechos de los ciudadanos. Es lo primero que negociaría Felipe Calderón a cambio de terminar su sexenio, ya concluido.
Si Vicente Fox fue por sus disparates un fracaso en broma, Felipe Calderón es un fracaso en serio. En su incompetencia, tanto el panismo como el lopezobradorismo le entregaron al PRI el boleto de regreso.
Gran ejemplo de errores es el PRD, que hoy se alía simultáneamente con el PAN en elecciones de varios estados, para sacar al PRI, y con éste para frenar toda reforma política que afecte la estructura de prerrogativas y subsidios de la partidocracia. Estas alianzas revelan falta de principios, programa y proyecto, y han abierto el país al viejo régimen. Para ocultar el alto nivel de agresión a las demandas ciudadanas y ampliar los derechos políticos a votar y ser votados, nada mejor que definir como de derecha las demandas ciudadanas por el derecho a las candidaturas independientes.
Hoy es imposible llamarse a engaño y no ver el regreso del viejo autoritarismo, la misma corrupción y las grandes alianzas con los sectores más conservadores del país. Así, la semana pasada, en cónclave de fuerzas políticas en pasarela y bajo un supuesto seminario, éstas se definieron casi de manera unánime contra los aspectos centrales de las demandas ciudadanas que hicieron presencia en las elecciones pasadas y reflejaron el agotamiento del actual sistema político y electoral en México. Las propuestas de reformas y el debate fueron llevados automáticamente al terreno de la polarización y la negociación de intereses. Lo que hoy vivimos es una gran alianza partidaria contra las demandas ciudadanas.
Es por ello que los movimientos por la democratización del sistema político no pueden aceptar esta definición desde el priísmo contra las candidaturas independientes. El silencio perredista no es aval, sino claudicación, y por ello es cada vez más urgente abrir por encima de la partidocracia y generar las bases de nuevos movimientos democráticos.
Si revisamos la historia de las demandas políticas democráticas, veremos que la lucha incesante es por abrir y ampliar, contra la manipulación mediática y el clientelismo. La reforma no es de derecha; la contrarreforma sí, y la partidocracia también.
http://www.marcorascon.org
Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV
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