martes, 2 de febrero de 2010

El general ausente



El general ausente
Jorge Carrasco Araizaga


MÉXICO, DF; 29 de enero (apro).- El secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, regresará en las próximas semanas a la escena pública después de meses ausencia.

Desde hace tiempo se especula entre algunos militares sobre su estado de salud, y sus supuestos y reiterados viajes a Estados Unidos, para recibir atención.

Con 67 años recién cumplidos, el general Galván reaparecerá en las celebraciones de La Marcha de la Lealtad, el 9 de febrero, y del Día del Ejército, el 19.

Más allá de la veracidad sobre el estado de salud del general secretario, su ausencia ha llamado la atención a la luz de dos hechos significativos: la exclusión del Ejército en el operativo que llevó a la ejecución de Arturo Beltrán Leyva y el anuncio de la salida de los militares de Ciudad Juárez.

Ambos hechos apuntan a un repliegue del Ejército en condiciones nada claras sobre los verdaderos motivos para que sus elementos franquearan a la Marina-Armada de México, en Morelos, y a la Policía Federal, en Ciudad Juárez.

Para muchos soldados ese desplazamiento ha resultado incómodo. Acostumbrados a ver a los marinos como un apéndice, los efectivos del Ejército quedaron como meros vigilantes en el operativo contra El Jefe de Jefes, en diciembre pasado.

Las versiones ministeriales sobre la alegada protección de elementos de la 24 Zona Militar, con sede en Cuernavaca, al líder del clan de los Beltrán Leyva reforzaron la idea de cómo la decisión del gobierno de Felipe Calderón expuso más al Ejército a la penetración del narcotráfico.

Aunque el defensor de oficio del Ejército, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont Urueta, salió de inmediato a desestimar las declaraciones asentadas en el Ministerio Público federal, la pregunta permanece: ¿Por qué el Ejército, con tres mil elementos en Morelos, no pudo dar con Beltrán Leyva, a pesar de que vivía a 10 cuadras de la Zona Militar?

En el caso de la salida de Ciudad Juárez, donde el Ejército llegó a tener hasta ocho mil elementos, los soldados le abren el paso a los efectivos de la Policía Federal, a cargo de Genaro García Luna, de quien se desconfía en la Secretaría de la Defensa Nacional.

Resulta inverosímil deducir que los militares ya “limpiaron” las policías en Chihuahua y que García Luna ya tiene a los hombres no sólo para sustituir a los soldados, sino para preparar a los nuevos cuerpos policiales del estado.

Al menos eso se dijo cuando los militares fueron desplazados a Ciudad Juárez y cuya llegada, además de más violencia, incrementó las quejas por violaciones a los derechos humanos por parte del Ejército.

Si es verdad que se replegará al Ejército para darle más acción a la Marina y a la Policía Federal, eso nada garantiza respecto a la penetración de la delincuencia organizada y las violaciones a los derechos humanos en esta “guerra” de Calderón contra el narcotráfico.

Al contrario, en el caso del Ejército sería comenzar a echar un manto de impunidad.

De nuevo en la escena pública, nada hay que esperar del general Galván en sus próximos discursos de celebración, pues la rendición de cuentas no existe para los militares.

jcarrasco@proceso.com.mx

Fuente: Proceso
Difusión AMLOTV

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