Manuel Camacho Solís
Revelaciones del pacto secreto
08 de marzo de 2010
2010-03-08
La información sobre el pacto secreto fue presentada en el influyente programa noticioso de Joaquín López Dóriga como una narración sobre verdades y mentiras: César Nava mintió pues terminó reconociendo la existencia del pacto que antes había negado, Enrique Peña Nieto fue el primero en reconocerlo en el programa de Adela Micha, Fernando Gómez Mont mostró que había sido congruente al renunciar al PAN con tal de cumplir su palabra, y en menor medida Beatriz Paredes también faltó a la verdad al no aceptar su existencia. Esa interpretación de los hechos dominó en amplios espacios de la prensa y la radio. El pacto secreto, sin embargo, contiene otras revelaciones de mayor calado político.
El pacto secreto pondrá en serios apuros a los funcionarios firmantes. El secretario de Gobernación, el secretario de Gobierno y el gobernador del estado de México han incurrido en una clara violación de la ley. Ese hecho colocará a los consejeros del IFE, y en su caso a los magistrados del Tribunal Electoral, en la necesidad de mostrar su autonomía o desde ahora poner en riesgo la confianza en las autoridades que organizarán y sancionarán las próximas elecciones presidenciales.
Esas firmas vienen a evidenciar que se ha venido gestando un retroceso democrático. Las reformas electorales de 1994-1996 fueron para impedir que el gobierno interviniera en las elecciones. Eso se había logrado. Así fue posible llevar a cabo unas elecciones ejemplares en 2000, con un IFE que se prestigió y validó las reformas. Ahora, pareciera que eso ya no importa, cuando fue el objeto mismo de la reforma. ¿Tiene sentido debatir sobre el sí, o el no, a una nueva arquitectura institucional, cuando los cimientos están rotos?
El pacto pone en evidencia la primacía de la ortodoxia económica. Con tal de tapar un agujero fiscal se llegó al punto de conceder desde ese momento la victoria del “opositor” nacional, en el estado con mayor peso y el que determinaría el desenlace de la elección presidencial.
El pacto demuestra que ha habido y persiste un ejercicio político excluyente contra la izquierda. La alianza real, desde la reforma de 1989, fue para evitar que la izquierda pudiera llegar a ser gobierno. Ese diseño de entonces es ratificado en el pacto secreto.
Lo que se pretendió intercambiar en el pacto no es poca cosa: poner un pie en Los Pinos a cambio de impuestos adicionales al consumo. El otro pacto, el no firmado pero ya reconocido, el de Oaxaca, es aún más grave. No alianza con la izquierda, para que ganara el PRI y de esa manera no hubiera revisión de las violaciones de derechos humanos que la Suprema Corte de Justicia ya confirmó.
Los pactos antidemocráticos ya hicieron agua. La reunificación de la izquierda, el resbalón del PRI y el instinto de supervivencia del PAN les pusieron un límite. Ahora toca al gobierno, los partidos, el Congreso y las instituciones electorales aprovechar esta crisis para asegurar la debida autonomía y legalidad sobre la que descansa la confianza ciudadana.
Coordinador del diálogo para la reconstrucción
de México (DIA)
Fuente: El Universal
Difusión AMLOTV
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