Acorde a su costumbre, como cuando en Las Cruzadas concedían “indulgencia plenaria” (pasaporte al cielo sin necesidad de visa, por llamarlo de alguna manera) a quien matara a un musulmán.
Hoy los cura$ católicos cubanos, quienes desde las sombras han apoyado a las “Damas de Blanco”, hacen hipócritamente su aparición, dique apoyando a las susodichas.
Pero en el fondo cumpliendo el acuerdo que en su tiempo llevaron a cabo Ronald Reagan y Juan Pablo II para desestabilizar las naciones por donde anduvo dizque en “viajes pastorales”. Entre ellas Cuba.
Por cierto que difícilmente beatificarán al polaco después de los escándalos de pederastia que han estallado por todo el mundo, y de los cuales, probado está, Wojtyla fue indiscutible cómplice.
Al igual que lo es el actual Pontífice alemán, a quien, a querer o no, finalmente se les desmoronará entre las manos el Imperio de la charlatanería, o sea, el Vaticano.
La rebelión de los legionarios, la aprensión y encarcelamiento de curas, y el que la igle$ia Vetero-católica haya nombrado una sacerdotisa, son un claro ejemplo de que la igle$ia judía de Roma se viene abajo estrepitosamente.
Lo que debe de ser perfectamente sabido por Raúl Castro, quien es de esperarse les esté dando “atole con el dedo”; pues de no ser así, Cuba seguirá el camino que siguieron todas las dictaduras donde Juan Pablo II finalmente rodó su “papamóvil”.
Vehículo blindado, que por cierto salió peor que el caballo de Atila, del que decían que no volvía a crecer ni el pasto por donde pisaba.
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