miércoles, 5 de enero de 2011

Un año terrible


Martes, 04 de Enero de 2011 00:00
Escrito por Teresa Gurza

Fue el que recién terminó para México. Terrible para el país; para los mexicanos; para los familiares de los catalogados por el presidente Calderón como “daños colaterales”; y para los periodistas. La situación fue tan mala para la prensa mexicana, que la organización internacional Reporteros Sin Fronteras tiene a México clasificado como uno de los tres países más peligrosos para el desempeño de la profesión. Los otros dos son Irak y Paquistán.

En un balance que sobre la situación de los periodistas en varios países del mundo en los últimos doce elaboró la organización mencionada, y que me envió la colega Adriana Mújica Murias, precisa que en ese lapso 57 periodistas fueron asesinados; 51 secuestrados; 535 arrestados; mil 374 agredidos o amenazados; 504 medios de comunicación fueron censurados; 127 huyeron de su países; y que 152 blogueros y ciberciudadanos arrestados; 52 fueron agredidos y en 62 países hubo censura en internet.

El documento indica que cada vez es más difícil identificar a los asesinos entre los grupos mafiosos, armados o religiosos y los Estados. Y que si bien menos periodistas fueron asesinados en zonas de guerra respecto a los años pasados, son ahora víctimas de criminales y de traficantes de todo género; y cada vez se percibe menos al periodista como un observador exterior y no se respeta su neutralidad ni su misión de informar a la sociedad. El reporte llevó a que el secretario general de Reporteros Sin Fronteras, Jean-Francois Julliard, advirtiera a los gobiernos que si no hacen todo lo posible para castigar a los asesinos de periodistas, pasarán a ser sus cómplices.

Además, los secuestros de periodistas son cada vez más frecuentes y conciernen a un mayor número de países; y por primera ocasión, en el 2010 ningún continente escapó a la plaga de secuestrar periodistas que se convirtieron en una verdadera moneda de intercambio, como sucedió con reporteros de Milenio y Televisa hace unos meses; porque sus secuestros permitieron transmitir sus mensajes a la opinión pública. Reporteros sin Fronteras considera que si los gobiernos no trabajan con más esfuerzo en la identificación de los responsables, y los llevan a la justicia, los reporteros no se atreverán más a aventurarse en ciertas regiones.

En el 2010, los periodistas estuvieron particularmente expuestos a este tipo de riesgos en Afganistán y Nigeria; pero ninguna región del mundo estuvo exenta; y fueron asesinados periodistas en 25 países. Desde que Reporteros sin Fronteras estableció su balance anual, es la primera vez que tantos países se ven afectados; siete de ellos son africanos Angola, Camerún, Nigeria, Uganda, República Democrática del Congo, Ruanda y Somalia.

Aunque la región más mortífera para los periodistas es Asia; donde fueron asesinados 20 colegas. El documento expresa que donde la cultura de la violencia contra la prensa se ha enraizado es en Paquistán, Irak y México. En Paquistán, porque son tomados como blanco por los grupos islamistas y hubo 11 muertos. En Irak, porque varios periodistas fueron asesinados tras la retirada de las tropas estadounidenses, a finales de agosto de 2010.

Y en México, porque la ultraviolencia de los narcotraficantes pesa sobre el conjunto de la población; y los periodistas se encuentran particularmente expuestos a ella. Situación que repercute en la manera como algunos medios tratan la información, para correr los menores riesgos posibles.

En México la violencia de los narcos o los gobiernos, se dio también contra la población en general; y se ha llegado al absurdo que las autoridades ya se están negando a dar a conocer el número de muertos. De acuerdo con documentos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el 15 por ciento de las Procuradurías le niegan información porque no quieren que se sepan cuantos mueren. Y eso que en las listas no todos aparecen porque sólo la mitad de los servicios médicos forenses del país elabora pruebas de ADN; y porque el crimen organizado deja los cadáveres irreconocibles o no deja ni restos.

Fuente: La Jornada de Morelos

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