sábado, 26 de febrero de 2011

Libia: el reto ciudadano en las zonas liberadas



Libia: el reto ciudadano en las zonas liberadas
Témoris Grecko


BENGAZI, LIBIA, 26 de febrero (apro).- En medio de un clima de entusiasmo que se extiende por la zona liberada del país, la revolución libia dio varios pasos importantes hacia la creación de un gobierno provisional basado en instituciones y el respeto a los derechos humanos.

Aunque persiste el dolor por la muerte de miles de ciudadanos –al menos 300 de ellos en Bengazi, segunda ciudad de Libia--, la multitud reunida este viernes 25 en la plaza principal, desde la oración de mediodía y hasta entrada la noche, recibió con risas la exaltada amenaza del presidente Moamar Gadafi, quien dijo que le abriría las puertas de los arsenales al pueblo para que combatiera a los insurrectos: “¡Es que ya no tiene ejército que lo apoye!”, comentaban. Y “Sí, que se las dé al pueblo, ¡somos nosotros!”.

El jueves 24, muy temprano, el enviado de Proceso entró en Libia y llegó a la ciudad de Tobruk –con 120 mil habitantes–, donde por la noche se celebró, con una manifestación, la primera semana desde la victoria del jueves 17 sobre el ejército. Los insurrectos llevaron a cuatro periodistas extranjeros al cuartel de las fuerzas armadas, donde un grupo de niños llevaba a cabo la tarea de limpiar los destrozos de la quema y el saqueo.

También alrededor de la plaza principal, que no tenía nombre, pero ahora algunos la llaman “Tahrir” (liberación, en remembranza del sitio de idéntico nombre que fue el epicentro de la insurrección egipcia), hay dos edificios con huellas de incendio, que antes eran ocupados por las fuerzas de seguridad. Como contraste, la gente mostró que las construcciones cercanas, entre ellas un banco, una biblioteca, una escuela y dos hoteles, están intactas: “Nuestra tarea es construir un país, no destruirlo”, aclaró un médico ortopedista.

Ésta es también la imagen que dio Bengasi, este viernes. Miles de personas caminaban por el malecón para participar en los rezos, dirigidos por un imán que concluyó con una larga serie de frases breves. Con ellas recordaban a los caídos, puntualizaba la enorme lista de agravios cometidos por Gadafi y sus hijos, y pedía a dios la muerte del dictador y la liberación de la capital, Trípoli, donde tropas de soldados y mercenarios combaten calle por calle con los rebeldes.

En cada pausa del clérigo, decenas de miles de personas respondían: “Ya Allah” (permite que ocurra, Dios), con una emoción que a veces se derramaba en lágrimas.

Más tarde, en la sede de los tribunales de la región de Cirenaica, la primera que parece totalmente dominada por los revolucionarios (quienes incluso controlan el puesto fronterizo con Egipto), tuvo lugar una conferencia de prensa en la que Peter Bouckaert, a nombre de la ONG Human Rights Watch, trató uno de los temas más espinosos para el movimiento insurgente: la situación de los supuestos mercenarios africanos que han caído en su poder.

Frente a 14 miembros (11 hombres y tres mujeres) de la Coalición Revolucionaria del 17 de Febrero (la alianza que está aglutinando a los distintos grupos que luchan contra Gadafi) y representantes de varios medios árabes y cuatro occidentales (los españoles EFE y La Razón, el estadounidense The New York Times y Proceso), Bouckaert reconoció que había recibido plena colaboración de las nuevas autoridades para revisar el estado de los prisioneros, así como su compromiso de realizar “una investigación expedita y justa”.

Los capturados son seis guineanos, tres etíopes, dos eritreos y un chadiano, los cuales “han sido tratados razonablemente desde que entraron en este edificio”, donde se encuentran presos, afirmó. Antes de eso, todos fueron golpeados por los civiles que los capturaron, y el ciudadano de Chad, en particular, se encontraba en muy mal estado, “pero no quiere hablar con nadie y rechaza toda asistencia médica” (minutos después del fin del evento, este reportero vio cómo se llevaban un cuerpo inánime con pies negros; Bouckaert, que estaba a un lado, dijo que podría ser el chadiano).

El defensor de derechos humanos añadió que, en el caso de los eritreos, los etíopes y los guineanos, había elementos que indicaban que podía ser cierta su afirmación de que son trabajadores inmigrantes, y que fueron víctimas “de esta ola de suspicacia” que afecta a la población libia a raíz de los ataques indiscriminados de mercenarios africanos.

Durante décadas, Gadafi “ha entrenado a grupos armados de Chad, Eritrea y otros países, por lo que no le debe haber sido difícil conseguir apoyo”, dijo Bouckaert.

El abogado Abdel Hafiz Hoga, portavoz de la Coalición, anunció después a los integrantes del nuevo Consejo de Administración Local Temporal que reemplazará los organismos de voluntarios que en días pasados se habían encargado de las tareas cotidianas. Esto no sólo sirvió para mostrar que no se está produciendo el caos augurado por Gadafi, sino para desmentir otras acusaciones, como que los revolucionarios están creando emiratos islámicos controlados por Al Qaeda y que partirán al país en pedazos.

Hasta el momento, el enviado de Proceso no ha detectado señales de fanatismo religioso, y la actitud general se resume en carteles hechos a mano que rezan: “Libia: un cuerpo. Trípoli: un corazón”.

Algunas personas han expresado su temor de que Gadafi, que parece dispuesto a arrastrar al país en su caída al abismo, lance un ataque masivo de castigo antes de su derrota. Hoga, sin embargo, se mostró más optimista: “Esperamos que Trípoli se libere solo, como Bengazi lo hizo. Pero muchos voluntarios nuestros se han estado marchando para ayudar allá. Si esto se demora, llegarán tantos, de todas las partes de Libia, que más temprano que tarde nuestra capital será libre”.




Fuente: Proceso
Difusión AMLOTV

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