miércoles, 17 de julio de 2013

MAS DE CARDENAS “PRIVATIZADOR” Y LA DEFENSA DEL PETROLEO


Francisco Estrada Correa

El gran debate de la campaña presidencial de 1952 fue sin duda entre los que pugnaban por el rescate de las políticas revolucionarias, encarnadas por el cardenismo, y aquellos que proponían su entierro definitivo, por lo que las elecciones de ese año se convirtieron en un plebiscito para el alemanismo. Y lo perdió.

Desde luego que Lázaro Cárdenas, que impulsaba la reinvindicación revolucionaria, actuaba con mucha cautela, pero se dejaba entrever: se entrevistaba abiertamente con Henríquez, aparecían juntos cuantas veces se daba la ocasión. E hizo que se declararan henriquistas tres de sus hermanos, Alberto, Francisco y José Raymundo, su suegro Cándido Solórzano, su cuñado Salvador, y hasta su esposa Amalia y su hijo Cuauhtémoc. Es decir, que no había duda de que la cruzada antialemanista –cuyo eje lo constituía la defensa del petróleo- y la campaña henriquista misma tenían incuestionables tintes cardenistas.

Henríquez lo aclaró en plena gira: “Un grupo de respetables amigos míos se acercó a mí con objeto de cambiar impresiones sobre el olvido de los postulados revolucionarios políticos y económicos de que daba frecuentes muestras el régimen, e invitarme a colaborar en la formación de un partido que se convirtiera en celoso vigilante de la acción de ese régimen, denunciando los olvidos y desviaciones con respecto a la doctrina revolucionaria y los mandatos de la Constitución de 1917... Acepté esa invitación y realicé las tareas que se me encomendaron… a fin de agitar la opinión pública en torno a los viejos ideales de nuestro movimiento social. La respuesta entusiasta que el pueblo viene dando, confirma la necesidad de que un grupo patriótico, resuelto, estableciera con claridad el contraste entre los actos de un régimen que olvidó su origen, y los postulados de la Revolución”.

Decíamos en colaboración anterior que así fue como el henriquismo se convirtió en el proyecto alternativo al alemanismo, el defensor de la Constitución y de la herencia social de la Revolución Mexicana, y decíamos también que estuvo a punto de quitarle el poder al PRI hace ya más de 60 años. A punto pero no, porque el entonces candidato presidencial del PRI, Adolfo Ruiz Cortines, se prestó a negociar. Y Cárdenas también.

Es que la idea de Cárdenas era establecer una gran alianza de toda la izquierda en oposición al PRI pero Vicente Lombardo la impidió. Se avanzó mucho en el intento, entraron a acordar los términos de la alianza el Partido Popular, el Partido Comunista, el Partido Obrero Campesino, el Partido de la Revolución, el Constitucionalista y desde luego el henriquista, la Federación de Partidos del Pueblo. Se llegó hasta a acordar entre todos una plataforma común y una planilla única de candidatos al Congreso, sólo que Lombardo trabajaba secretamente para hacer ganar a Ruiz Cortines, así que en las elecciones del 52 la izquierda se presentó a contender dividida frente a un poderoso aparato gubernamental que hizo de la corrupción y del apoyo del ejército su principal sostén. Y ese fue un factor decisivo para que Cárdenas variara de opinión.

Lo que pasó fue que, frente a la amenaza de confrontación nacional, en medio de un ambiente virtual de violencia, Alemán cedió en sus empeños continuistas, renunció a sus sueños de reelección y dio paso a un candidato de transacción, Ruiz Cortines, que no formaba parte de su círculo cercano y además, nada más se hizo de la candidatura se dedicó a tratar de alagar al "Tata" y demostrar que era más cardenista y más revolucionario que su contrincante Henríquez. Sólo que como la popularidad del henriquismo, aún sin coalición total, seguía creciendo, y el apoyo de Cárdenas a Henríquez parecía sólido, para imponer a su candidato Alemán recurrió una vez más al fraude. Instruyó al ejército para tomar todas las casillas y entregar las urnas a los priístas. Y para aplacar a los henriquistas ordenó una matanza que inició en la Alameda y llegó al Zócalo, abarcó todo el centro de la Ciudad y varias colonias aledañas, y puso al país al borde de la guerra civil.

En septiembre el Congreso, formado por puros priístas, declaró presidente electo a Ruiz Cortines. Y frente a eso, la oposición nuevamente se dividió: entre los que pensaban que no quedaba más que aceptar los hechos, pactar con el nuevo gobierno para hacer ciertos cambios y no perderlo todo, y los que querían el cambio total y nada más. Se inició un movimiento de resistencia en defensa del voto pero Henríquez se negó a ir más allá de la protesta legal, y entonces, en pleno debate post-electoral, Cárdenas aceptó tener una reunión con Alemán en el Tepalcatepec, y ahí, públicamente, se dieron un abrazo de reconciliación. Se dice que en esa reunión Alemán le dijo al ex presidente que “seguía mandando” y éste alabó sin más la "limpieza" de las elecciones y calificó a Alemán como "el mejor presidente de la Revolución", incluido él mismo.

Aseguraban algunos cardenistas cercanos al ex presidente que fue hasta cuando se convenció de que Henríquez no se iba a levantar en armas que Cárdenas dobló las manos, y que fue hasta entonces que aceptó reunirse con Alemán, sólo unos días después de platicar con Ruiz Cortines. El hecho es que negoció con ambos y a partir de ese momento trató por todos los medios de que regresara la paz a la familia revolucionaria y que se diera una conciliación de Henríquez y los henriquistas con el nuevo presidente, que ellos consideraban “espurio”.

El acuerdo al que llegaron Cárdenas y Ruiz Cortines en Manzanillo, a cambio del retiro del apoyo cardenista a Henríquez y a su movimiento, fue la adopción por parte del priísta de una serie de medidas correctivas del alemanismo, así como de algunas demandas que había abanderado el henriquismo. Entre otras, justamente, la defensa del petróleo.

La Plataforma Política de la Coalición de Partidos Independientes que Henríquez se había comprometió a sostener, incluso después de las elecciones, iniciaba con un apartado sobre la "Defensa de la soberanía y la independencia de México" dentro del cual se establecía, entre otras cosas, el cumplimiento del Artículo 27 constitucional, la prohibición de inversiones extranjeras "que tengan por objeto apropiarse de las tierras o de las industrias de mexicanos". En otro apartado intitulado "Defensa y desarrollo de la economía nacional", se comprometía la revisión de las concesiones otorgadas "a empresas extranjeras que exploten los recursos del país en detrimento de los intereses nacionales" "con objeto de acelerar la independencia económica del país" y la "implantación de un control cuidadoso de nuestras reservas de petróleo", concluyendo con una demanda de reformas a la Ley de Responsabilidades de los Funcionarios Públicos, con el objeto "no sólo de impedir la inmoralidad en el desempeño de sus funciones, sino también el enriquecimiento de los funcionarios, al amparo de su influencia en los puestos que desempeñen".

Esa pues fue la razón por la que Ruiz Cortines dio marcha atrás, una vez en el poder, en los contratos petroleros del alemanismo, y de que promulgara algunas reformas -entre otras precisamente la que puso en el papel la negación de la inversión privada en PEMEX- con las que Cárdenas se dio por bien servido.

Henríquez no. Persuadido por Cárdenas, llegó a aceptar reunirse él mismo con Ruiz Cortines, pero los términos de su entrevista fueron muy distintos a los que marcaron el encuentro con el ex presidente. Cuando, el 23 de febrero de 1953, se sienta a platicar con Ruiz Cortines, se supone para acordar un gobierno de coalición, le dice que no va a aceptar a menos que se revisen “las concesiones otorgadas a empresas nacionales o extranjeras que exploten los recursos del país, especialmente en lo que respecta al petróleo, minería y energía eléctrica”; que no va a aceptar tampoco ningún convenio o pacto internacional “sin informar previamente a la nación, a fin de conocer el sentir de la opinión pública, y obrar en consecuencia". Y una condición más, que resultaba intolerable para el priísta: el encarcelamiento de los funcionarios responsables del saqueo de Pemex, lo que implicaba meter a la cárcel, para empezar, a Miguel Alemán. Por supuesto que no hubo ningún acuerdo, y menos gobierno de coalición; pues como Ruiz Cortines contaba ya con el apoyo de Cárdenas, consideró innecesario ningún trato con Henríquez, quien, por lo demás, se mantuvo en sus posturas radicales hasta el final de sus días.

Otra parte de la historia que olvidan Hiriart y los que recurren a mil mentiras y argucias para justificar la marcha atrás que implicaría la privatización de PEMEX.

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