JENARO VILLAMIL
MÉXICO, D.F.En menos de un mes el sector de las telecomunicaciones se ha visto envuelto en un enredo que tiene tintes lo mismo de telecomedia que de escándalo de espionaje, al estilo Juan Orol, con no pocos ingredientes de vendetta.
La historia de estos sucesos no comenzó a escribirse el 1 de febrero –fecha en que se oficializó la renuncia de la subsecretaria Purificación Carpinteyro--, sino el 4 de noviembre de 2008, día del fatídico avionazo que le costó la vida al secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y al exsubprocurador José Luis Santiago Vasconcelos.
Como en las famosas cajas chinas, la disputa de poder entre Carpinteyro y Téllez está cubierta por otra caja, que es una disputa mayor por el sector de las telecomunicaciones, cuyos actores principales son empresas con gran poder de presión y amplias ramificaciones políticas: Televisa y las empresas cableras, por un lado, Telmex y su poderío en telefonía fija y móvil, Telefónica con el exsecretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, al frente, así como una variedad de jugadores intermedios (MVS, Axtel, TV Azteca, Iusacell, Nextel, etcétera) e inversiones que superan los 20 mil millones de pesos anuales.
En esta disputa cada actor defiende su territorio como si fuera de su propiedad y no una concesión. Las televisoras han presionado para evitar una tercera cadena y frenar el ingreso de Telmex al triple play. Telmex prefiere invertir en el extranjero en tanto no le cumplan lo prometido en el Acuerdo de Convergencia y la gran mayoría de las empresas siente un clima de incertidumbre jurídica y falta de liderazgo.
Pero un contexto político mucho más delicado ha agudizado este pleito por el control de las telecomunicaciones y los medios electrónicos. Este contexto está relacionado con el papel que protagonizó el secretario Luis Téllez desde que el 5 de noviembre de 2008 empeñó su cargo, su palabra y, quizá, su prestigio para explicarle a la nación que el avionazo fue el resultado de un lamentable accidente, cuyos responsables fueron los pilotos (sin posibilidad alguna de defenderse) y descartando otros posibles factores.
Antes de este suceso, el papel de Téllez en el gabinete calderonista era más bien gris. Se quejaba en privado por su falta de interlocución con Calderón. Los panistas lo veían con desconfianza por su participación protagónica en los sexenios de Salinas y Zedillo. Su vínculo con Carlyle y la familia Bush pudo beneficiarle antes de la derrota de los republicanos en Estados Unidos. Sus relaciones con Televisa ya estaban deterioradas, a pesar de haber sido consejero de Cablevisión.
Si algo revelan las grabaciones difundidas el 13 de febrero es que hasta octubre del año pasado, el titular de Comunicaciones y Transportes no tenía interlocución directa con Calderón, estaba ansioso porque no lo invitaban a los eventos en Los Pinos y necesitaba maniobrar con su asesor jurídico Juan Velázquez para evitar que en el equipo presidencial se enteraran que posiblemente él violó el amparo que había ganado Telcel en su litigio por "El que llama paga" con Axtel, empresa vinculada a Lorenzo Zambrano, uno de los respaldos más fuertes de Téllez en el gobierno federal.
Desde el 4 de noviembre la ecuación cambió. Téllez ocupó un lugar privilegiado en "el afecto presidencial", han insistido diversos observadores. De ser un expriista incorporado al gabinete (como en el caso de Javier Lozano), Téllez se transformó en una pieza clave para enfrentar la más grave crisis al interior del equipo de gobierno calderonista.
¿A quiénes afectó este protagonismo? ¿Qué tuvo que aceptar Téllez a cambio? ¿Qué secretos existen en los sucesos de noviembre de 2008 que anteceden a la fiebre de "filtraciones" y llamadas telefónicas de un funcionario que nunca se ha caracterizado por su discreción o su temperancia? ¿Se trata de un ajuste de cuentas o de una advertencia? ¿Es Téllez el único destinatario de esta embestida o es un mensaje también para Calderón?
Estas preguntas están en el ambiente político. Por esta razón, Téllez intentó "vacunarse" este martes reconociendo que se darán a conocer nuevas llamadas interceptadas y, de antemano, pidió disculpas a todos aquellos que pudieran sentirse ofendidos por su falta de elegancia al expresarse en privado. E insistió en el tema del chantaje y de la extorsión.
"Como lo ha observado la opinión pública, estoy siendo víctima de una extorsión como secretario de Comunicaciones y Transportes y como ciudadano. Lo he dicho, no he incurrido en acciones ilegales. Me he conducido en todo momento de acuerdo a mis atribuciones, es decir, dentro de la ley. Reconozco que he utilizado lenguaje altisonante, como lo hacen muchos en conversaciones privadas", afirmó durante su participación en la Expo Comm 2009 que inició este 24 de febrero.
"Sé que más grabaciones pueden venir como se amenaza, pero también reflejan actos indebidos", advirtió Téllez.
Por lo visto, la telenovela no ha finalizado. La SCT ha orientado sus baterías en contra de Purificación Carpinteyro, quien pasó de subsecretaria consentida de Los Pinos a ciudadana denunciada en la PGR. El presidente de la Cofetel, Héctor Osuna, cuya mala relación con Téllez siempre ha sido pública, se desmarcó y hoy le dio un espaldarazo al titular de la SCT.
Ellos pueden ser los personajes menores de un pleito de ramificaciones más complejas. Si así fuera, conviene no sólo admitir que vendrá un mayor escándalo, sino una presión muy fuerte en un sector que genera no sólo las mayores inversiones, sino las interceptaciones más delicadas. "El que llama paga o al que pegan, llama".
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