El aumento mensual en el precio del diésel pone en riesgo toda la planta productiva del país y la economía familiar de miles de mexicanos que ven mermados sus ingresos. Los incrementos que registra el combustible impactan en todas las áreas productivas del país, ya que la mercancía que no se mueve no tiene valor, dice Fernando Caballero, secretario de la Comisión de Transportes de la Cámara de Diputados.
A partir de agosto de 2008, el gobierno federal informó que se eliminaría el subsidio a las gasolinas y el diésel, por considerar progresivo el consumo y regresiva la distribución del subsidio. La estrategia empleada fue, hasta enero de 2009, a través de incrementos semanales en el precio de los energéticos.
De acuerdo con el Análisis de los precios y de los subsidios a las gasolinas y el diésel en México, 2007-2009, realizado por el Servicio de Investigación y Análisis (SIA) de la Cámara de Diputados, en 2008 el aumento en el precio de la gasolina Premium fue de 9.12 por ciento; Magna Sin, 8.39 por ciento, y el diésel, 19.83 por ciento.
Alejandro Sánchez Camacho, integrante de la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados, considera que la decisión del gobierno federal de aumentar el costo del combustible tuvo, y tiene, consecuencias negativas en sectores productivos fundamentales para la economía mexicana, como la agricultura, la ganadería, la pesca y el transporte.
El 7 de enero de 2009, Felipe Calderón presentó en Palacio Nacional el Acuerdo Nacional a Favor de la Economía Familiar y el Empleo, donde anunció elcongelamiento del precio de la gasolina. Los incrementos en el costo del diésel se mantienen: cada mes subirá cinco centavos, en lugar de los dos pesos que contemplaba la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para este año.
A decir de Fernando Caballero, dadas las condiciones económicas a nivel nacional e internacional, no es conveniente mantener los aumentos en el precio del diésel, “uno de los motores de la economía, competitividad y del propio desarrollo del país”: las mercancías se tienen que mover para que adquieran un valor comercial.
El diputado explica que se tiene que considerar el costo-beneficio de mantener los aumentos mensuales en el combustible. El gobierno pondera las finanzas presupuestales, pero también se tienen que proteger los sectores productivos, como el transporte. “Qué pasaría si en un momento determinado es tan alto el precio del diésel que no se puedan transportar las mercancías, y todo por cuidar los dineros públicos se descuida la economía de las clases más necesitadas”.
De acuerdo con el estudio El impacto en los hogares del país por la aplicación del impuesto local a las ventas finales a la gasolina y el diésel, que elaboró el SIA, los hogares con menor ingreso registraron un gasto promedio de 122 pesos mensuales para transporte público, es decir, el 11 por ciento del total de sus entradas: 1 mil 107 pesos.
Sin embargo, los hogares más ricos del país destinan una mayor proporción de su ingreso para el consumo de gasolina y diésel, respecto de los ciudadanos más pobres, quienes destinaron una mayor proporción de su entrada de dinero para satisfacer sus necesidades de transporte público.
Si se suma el gasto que realizan los hogares del país para el consumo de gasolina, diésel y transporte público, se observa que los mexicanos más pobres destinan más del doble de su ingreso para la compra de estos bienes y servicios, en comparación con la parte del ingreso que emplean los ciudadanos con mayores recursos.
Altos costos
Rubén Aguilar, presidente de la Comisión de Transportes, dice que el aumento en el precio del combustible para vehículos de transporte de carga y ligero puede acabar el mercado, pues a la par aumenta el costo del servicio.
El legislador considera que el gobierno federal puede aprovechar los bajos costos del petróleo a nivel internacional para, incluso, disminuir el precio del diésel, que en tiempos de crisis puede ayudar a mantener bajo el valor de los alimentos y las tarifas del transporte. Medidas necesarias en tiempos difíciles como los que atraviesa México.
Arturo Bonilla, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica que el diésel se consume en menor grado que la gasolina, tal vez por ello las autoridades federales decidieron congelartemporalmente el precio de ésta y no del diésel, por el poco peso que tiene este último.
Sin embargo, dice, el aumento del diésel tiene un efecto múltiple. La principal consecuencia en la economía es en aquellos sectores productivos que usan el combustible para la producción, como los agricultores que utilizan tractores; los pescadores, que usan motores; la explotación forestal; la marina de cabotaje, y el transporte en todas sus modalidades.
El especialista considera que las ventas al consumo se pueden ver afectadas en el precio último del producto, ya que todas las mercancías se tienen que mover de un lugar a otro. Aun la marina de cabotaje, que registra un costo menor en cuanto a traslados, tendrá aumentos; no se diga el transporte terrestre que es mucho más caro.
Cartera vencida
José Trinidad Martínez Pasalagua, presidente de la Confederación Nacional de Transportistas Urbanos y Suburbanos de la República, dice que el 70 por ciento de los transportistas en el país cayeron en cartera vencida al no poder pagar los créditos contratados. Desde hace tres años, el constante incremento en los precios del diésel les impide cumplir con los compromisos adquiridos con anterioridad, por cubrir el costo diario del combustible.
Explica que, para sacar créditos, los transportistas dejaron en garantía sus casas y hoy las están perdiendo. “Las agencias no recogen los vehículos, se van sobre los bienes empeñados”.
A decir de Martínez Pasalagua, los transportistas no sólo cubren el incremento en el precio del combustible, además tienen que absorber los subsidios que se dan a estudiantes, discapacitados y personas de la tercera edad.
Agrega que, en caso de que el costo del diésel suba más, todos los productos de la canasta básica aumentarán de precio. Es una cadena productiva en la cual va todo amarrado y hay incrementos en todo aquello que utiliza el ciudadano. El transporte a nivel nacional es la columna vertebral.
Más caro que en Estados Unidos
De acuerdo con el Análisis de los precios y de los subsidios a las gasolinas y el diésel en México, 2007-2009, estos combustibles registraron un incremento constante entre diciembre de 2005 y diciembre de 2008. La gasolina Premium pasó de 7.66 a 9.57 pesos por litro (25 por ciento); la gasolina Magna Sin, de 6.49 a 7.62 pesos (17.41 por ciento); el diésel, de 5.33 a 7.13 pesos por litro (33.77 por ciento).
Durante el periodo de diciembre de 2005 al mismo mes en 2007, el precio de la gasolina Premium incrementó 13.97 por ciento; Magna Sin en 8.01 por ciento, y el diésel en 11.2 por ciento.
El estudio realizado por el SIA señala que el aumento en los precios de las gasolinas generó un efecto de sustitución en el consumo; es decir, como la gasolina Magna Sin es un sustituto perfecto de la Premium, la población incrementó la compra del producto más barato.
Entre junio y octubre de 2008, el consumo de la gasolina Magna Sin pasó de 697.4 a 718 mil barriles diarios, mientras que el consumo de la gasolina Premium pasó de 89.7 a 74 mil barriles diarios.
En tanto, mientras en México los precios de la gasolina y el diésel incrementan, en Estados Unidos el costo de los petrolíferos descendió durante el periodo de agosto a diciembre del 2008, coincidiendo con la caída de los precios internacionales del petróleo.
La política de precios instrumentada en México implicaría reducir el precio de la gasolina Premium y Magna hasta igualarlos con los registrados en Estados Unidos.
De acuerdo con información de Petróleos Mexicanos (Pemex) y el Departamento de Energía de Estados Unidos, la gasolina Premium registró un precio promedio de 11.49 pesos por litro en julio de 2008 y se redujo a 7.20 pesos en diciembre del mismo año.
En ese mismo periodo, el combustible pasó de 9.04 a 9.57 pesos por litro. En noviembre y diciembre de 2008, la gasolina Premium estuvo 1.46 y 2.37 pesos por litro más cara en México que en Estados Unidos.
En el caso de la gasolina Magna Sin, en Estados Unidos registró un precio promedio de 10.85 pesos por litro en julio de 2008 y se redujo a 6.18 pesos en diciembre; en México, pasó de 7.24 a 7.64 pesos por litro.
Los incrementos en el precio del diésel, motivados por la igualación del precio interno con el externo, aún se justifican, puesto que en diciembre de 2008 se vendió en Estados Unidos en 8.73 pesos por litro y en México en 7.18 pesos. El subsidio que persiste en México es de 1.55 pesos.
En México, las gasolinas y el diésel se producen y ofertan en mercados no competitivos; su provisión corre a cargo de Pemex; como consecuencia, forman parte del conjunto de precios administrados por el gobierno federal.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) determina el precio de los combustibles considerando la inflación esperada. La dependencia autoriza deslizamientos mensuales en el importe de la gasolina y el diésel “para evitar rezagos respecto a los costos de producción, cuotas a la venta final de gasolinas y diésel, y ajustes por los precios internos respecto de los externos”.
De acuerdo con información de la SHCP, el precio de la gasolina Magna Sin y el diésel estuvieron congelados entre el 28 de septiembre y el 31 de diciembre de 2007. A partir del 1 de enero de 2008, el deslizamiento de estos precios se determinó por los ajustes inflacionarios mensuales, por las cuotas a las ventas finales de ambos petrolíferos y la igualación de los precios de México con los de Estados Unidos para corregir el subsidio que favorece a los consumidores locales.
Sector en problemas
Miguel Enrique Pratx Murillo, presidente de la Federación de Volteo de Tabasco, sostiene que el alza en el precio del combustible reduce al mínimo el margen de ganancia de los transportistas.
El líder tabasqueño explica que hace ocho años el diésel estaba en 3.60 pesos por litro; la llanta costaba 900 o 1 mil pesos; hoy el combustible está en 7.58 y el neumático en 4 mil o 5 mil pesos. “Nosotros mantenemos las tarifas de 2001. Lo que el gobierno federal quiere es desaparecernos para que los grandes consorcios persistan en el mercado nacional”.
Alberto Ortiz García, representante de la Asociación Minibuses de Saltillo, Coahuila, asegura que cada camión en la entidad (10 mil unidades) gasta entre 165 y 250 pesos más de diésel diario que hace un año. Bajo este esquema, “ninguno de éstos va a subsistir, los transportistas están atrasando sus pagos y llegará un momento en que les retirarán los vehículos”.
Mario Hernández, líder de la Confederación Nacional de Transporte Urbano, considera que en caso de no congelar los precios del diésel, el costo del transporte tendrá que aumentar para cubrir el desfase. Casi el 80 por ciento de la población en México utiliza el transporte público.
A través de una misiva pública, Hernández exhortó al gobierno federal a congelar los precios del diésel, como apoyo a los transportistas y a los ciudadanos de a pie. En caso de no ser escuchados por autoridades respectivas, el sector realizará acciones radicales hasta llegar al paro nacional indefinido.
Fortuna solicitó entrevista con las autoridades de la Secretaría de Hacienda. Isaac Macip, subdirector de Agenda con Medios, informó que la dependencia no declararía más respecto al alza del combustible, que la postura estaba ya en el boletín emitido el 27 de enero, donde se respaldaba lo anunciado por Felipe Calderón: subir cinco centavos mensuales el precio del diésel. Respecto de la amenaza de un paro de transportistas, el funcionario dijo no tener conocimiento de la noticia.
El boletín de la SHCP dice que a partir del 1 de febrero de 2009 el desliz del costo del diésel se reducirá de cinco centavos semanales a cinco centavos mensuales. “Esto significa una reducción de 75 por ciento en el ritmo de crecimiento del precio del combustible”.
Agrega: “Como resultado de esta medida, los ingresos públicos estimados en la Ley de Ingresos de la Federación para 2009 disminuirán en cerca de 10 mil millones de pesos. Para cubrir esta disminución, el gobierno federal ahondará su política de austeridad y eficiencia en el gasto público, particularmente en gasto administrativo y de servicios personales”.
Rubén Aguilar, diputado por el Partido del Trabajo, asegura que Felipe Calderón se niega a congelar el precio del diésel con el argumento de que las finanzas públicas se verían seriamente afectadas; sin embargo, dicha justificación no está del todo comprobada. Lo que debe hacer es reducir medidas de la burocracia, abaratar los costos de la capacidad instalada del gobierno y evitar gastos sosos, indica.
Fernando Caballero considera que el gobierno federal no puede arriesgar la planta productiva del país con ese tipo de políticas. “Debe haber recursos de la federación, subejercicios que se puedan aplicar para contener el precio del diésel, con la supervisión del Ejecutivo y del Legislativo para tratar de apoyar a los sectores que están padeciendo situaciones de crisis”.
Impacto
De acuerdo con el análisis realizado por el SIA, el impacto a las finanzas públicas por el subsidio a las gasolinas y el diésel fue de 48 mil 324 millones de pesos en 2007; en 2008, de 192 mil 645 millones de pesos; para 2009, la estimación es de 105 mil 871 millones de pesos.
Los subsidios son asignaciones que el gobierno federal otorga para el desarrollo de actividades prioritarias de interés general, a través de las dependencias a los diferentes sectores de la sociedad, con el propósito de apoyar sus operaciones, mantener los niveles de precios, apoyar el consumo, la distribución y comercialización de los bienes; motivar la inversión, cubrir impactos financieros, promover la innovación tecnológica, así como para el fomento de las actividades agropecuarias, industriales y de servicios.
Con base en la información contenida en la Ley de Ingresos de la Federación para los ejercicios fiscales 2007-2009, el Congreso de la Unión estimó que la recaudación de impuestos por la venta de las gasolinas y diésel serían de 19 mil 189 millones 800 mil pesos en 2007, y de 12 mil 348 millones 300 mil pesos en 2008.
En las estimaciones realizadas por el Congreso de la Unión al inicio del ejercicio fiscal, en los años 2007 y 2008 no contemplaron una transferencia para el consumo de gasolina y diésel, por el contrario, se esperaba una recaudación de este impuesto.
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