Giscard d’Estaing se mostró inteligente y eficaz durante su estadía en el momento más alto del boom petrolero (1979). François Mitterand hizo gala de enorme talento durante su visita durante la cumbre de Cancún (1981) y Jacques Chirac exhibió aplomo profesional en su visita de Estado (1998) y en las cumbres de Monterrey y Guadalajara (2004).
Ante la gravedad de la crisis y en la víspera de la reunión del G-20, tenía Sarkozy la oportunidad para la propuesta innovadora que asociara a los países emergentes. En vez de ello, el pensamiento retrógrada y la advertencia inútil: la invitación a “volver a los valores y fundamentos de la economía de mercado” y el rechazo a “toda tentación proteccionista” dirigido a quienes carecen progresivamente de divisas para comprar en el extranjero.
El talante del mandatario me hizo recordar la descripción del alcalde de París, Bertrand Delanoë: “Su principal virtud es la energía y aun sin ella, el gusto del poder”. “No es liberal, sino conservador; pretende imponer la presencia de un Estado que al mismo tiempo desmantela”. “Su inoxidable descaro y su inclinación a lo ruidoso no me parecen compatibles con la dignidad de su cargo”.
Hay algo en el personaje que sabe a liderazgo barrial, subrayado por la belleza felina de su conyuge. En el Senado fue él mismo cuando se apartó del texto escrito. Dos pasajes esclarecedores. El primero, la convocatoria para que cumplamos las “responsabilidades que nos incumben a escala global”. ¿Cómo? Pagando el “precio de la sangre” mediante el envío de soldados a operaciones internacionales. Ciertamente, “el mundo espera todavía más de México”. Nosotros también. No es sin embargo por las armas que vamos a refrendar nuestras contribuciones a la paz y a la vigencia del derecho de gentes. Requerimos la redefinición del interés nacional y una diplomacia creativa regida por una política soberana.
Las fuerzas armadas a que los estados deben contribuir son las que dependen del Consejo de Seguridad y no las “autorizadas” por éste. Existen además otras modalidades de “mantenimiento de la paz” en las que México participa y a las que aporta 32 millones de dólares anuales como primer contribuyente latinoamericano.
Naturalmente hay un debate interno sobre la salida de tropas al extranjero, pero es de carácter constitucional. Lo hay también en Francia, por lo que respecta al monto de sus efectivos en Afganistán. La oposición pugna por su reducción, mientras el primer ministro argumenta que son apenas el séptimo país contribuyente. ¿Pretenderán acaso que les ayudemos a cargar el costal?
Su otra tirada extendió los ecos de la legión extranjera al salvamento de una francesa. Acto de propaganda interna en asunto poco compatible con la visita de Estado. México ha defendido tenazmente a compatriotas sentenciados, por las vías diplomáticas o acudiendo a tribunales internacionales; no mediante el escándalo político.
A la acción aparatosa de García Luna cuando la captura había que responder con un gesto igualmente teatral. Tempestad en un vaso de vino. El gobierno francés no objeta la actuación de la justicia mexicana, ni en el fondo ni en el procedimiento. Sólo invoca una convención sobre traslado de personas condenadas.
Es uno de los acuerdos humanitarios del Consejo de Europa cuya suscripción promoví. Busca compartir la carga de la prisión entre el país juzgador y el de origen, a petición del interesado. Sólo es obligatorio en “razón de la edad o del estado físico o mental” del reo. El trámite es expedito, siempre que haya sentencia definitiva, lo que no es el caso.
El traslado no se efectuará cuando falten menos de seis meses para la extinción de la pena y procede cuando ha transcurrido un tiempo razonable de cumplimiento. Establece un comité para la “solución amistosa” ante cualquier dificultad”. A qué tantos brincos si la cárcel está tan pareja.
La “comisión binacional” concedida es una desmesura y una violación expresa de la convención. Ese es el tamaño de nuestros precarios gobernantes, incapaces de una negociación rutinaria e impotentes ante el primer golpe sobre la mesa.
bitarep@gmail.com
Ex embajador de México ante la Unión Europea
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