El cártel del Golfo introduce por la frontera 37% de armas del crimen organizado
Un pacto entre "comandantes" regresó la paz a Nuevo Laredo
Logramos cambiar la percepción de que el narco controlaba todo, señalan autoridades
Los jefes entendieron que incendiar la plaza afectaba sus negocios, dice ex delincuente
Considerada la ciudad más violenta del país en 2005, con 250 ejecuciones cada año, en la actualidad vive en aparente calma, pero los capos cobran cuotas a empresarios por dar vía libre a las mercancías que exportan a Estados Unidos, y derecho de piso a otros grupos por pasar cargamentos de droga. El anhelo de muchos niños y jóvenes es ingresar al cártel del Golfo, porque consideran que así podrán obtener poder y dinero
Militares y policías realizan decomisos y queman las drogas, pero el tráfico de estupefacientes continúa. Foto Cuartoscuro
Nuevo Laredo, Tamps. Para no creerse. En 2005, esta era la ciudad más violenta de México. Anualmente se registraban, en promedio, 250 ejecuciones, y cada día este paso fronterizo añadía más crímenes, asesinatos y enfrentamientos armados a su triste fama.
Sin embargo, en la actualidad todo está en aparente calma: la gente se ve tranquila, ha vuelto el vertiginoso tránsito comercial a sus calles y puentes fronterizos, y la nota roja ya no es la principal de los periódicos. Por el contrario, muchos siguen presumiendo la visita que hizo a esta localidad, hace unos meses, el escritor y premio Nobel Gabriel García Márquez.
¿Qué ocurrió? La versión de las autoridades locales señala que, de entrada, han logrado cambiar la “percepción social de que el narco lo controlaba todo, que los delincuentes se movían a sus anchas por toda la ciudad en grandes y lujosas camionetas, fuertemente armados, y que asesinaban a plena luz del día, además de que tenían bajo su control prácticamente a toda la policía local”.
Esa es la explicación oficial. Pero apenas al arribar vía terrestre a Nuevo Laredo, la presencia y cultura del narcotráfico son totalmente perceptibles. En la entrada a la ciudad, donde cruzan las carreteras que van a Reynosa y Monterrey, han sido levantados unos 20 mausoleos para venerar a la Santa Muerte y al santo Chuy Malverde. Y hay otros tantos en construcción. Todos compiten en diseño, tamaño y decorado. Los custodian hombres a pie y en camionetas –presumiblemente armados– para alejar a los intrusos. Y no hay autoridad civil o religiosa que regule estas obras.
Nuevo Laredo es llamada "la puerta comercial de América". Y lo es, en efecto, pero no sólo para el paso de mercancía facturada. De acuerdo con informes militares, el cártel del Golfo utiliza este cruce fronterizo para introducir 37 por ciento de las armas que utiliza todo el crimen organizado desde México hasta Centroamérica.
Asimismo, y de acuerdo con esos reportes, “los empresarios que envían por aquí sus mercancías a Estados Unidos pagan cuotas a esa organización para que sus productos tengan vía libre; la banda cobra derecho de piso a integrantes de otros cárteles por pasar sus cargamentos de mariguana, heroína, cocaína y precursores químicos a Estados Unidos, así como el dinero en efectivo que se transporta en tráileres”.
La pregunta se repite. ¿Qué ocurrió aquí en tan poco tiempo para que, aparentemente, todo esté en calma?
Más allá de discursos autocelebratorios, las autoridades locales no aportan datos concretos que expliquen esta nueva atmósfera social en Nuevo Laredo.
Pero Genaro, ligado familiarmente a José Dionisio García, El Chacho, capo del narco durante la década de los 80, tiene una respuesta: "Los comandantes (como llaman a los jefes del narcotráfico en los municipios de la frontera tamaulipeca) fueron cambiados en años recientes. Pactaron. Ahora son más serenos, menos violentos, y han entendido que incendiar la plaza también afecta sus negocios".
Este hombre asegura que habla con conocimiento de causa. El cadáver de El Chacho fue encontrado en mayo de 2002 en el municipio de Río Bravo –ciudad vecina a Reynosa–, con el tiro de gracia, supuestamente por haber traicionado al ya para entonces líder del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén.
Genaro dice haber trabajado en el negocio del narcotráfico con su pariente, pero asegura que hoy está "retirado" y maneja un local de perfumería en el centro de la ciudad.
Amplía su explicación: “Hace tres años, Nuevo Laredo parecía un pueblo en desgracia y muchos comercios cerraron. La violencia estaba presente en todas las calles y los narcos se fueron a vivir a la zona donde sólo habitaba la gente rica. Los parques estaban vacíos, nadie salía en las noches. Los policías cuidaban a los sicarios y los jefes se disputaban la plaza a tiros, incluso frente a la presidencia municipal. Eso ha cambiado y ya hasta se ofrecen conciertos con orquestas en la Plaza Juárez, hay mujeres con sus hijos jugando en los parques y los negocios han vuelto a abrir.”
Debido a la violencia desatada por el crimen organizado, los habitantes de Nuevo Laredo han exigido paz durante varios años. Hoy, a pesar de la aparente tranquilidad, mantienen sus demandas. En la imagen, durante un plantón en el puente internacional número dos, que comunica esta ciudad con Laredo, Texas, el 17 de febrero de 2009. Foto La Jornada
Su versión coincide con la de mucha otra gente de aquí. Podría decirse que en esta ciudad se respira un aire muy distinto –relajado y apacible– al de Reynosa y Matamoros.
Los regiomontanos, tan asiduos a las compras, y a quienes esta frontera les queda a dos horas de camino, han vuelto. Por ahora ya no viajan a Reynosa para pasar a Mc Allen, Texas, ahuyentados por la violencia que con toda su crudeza y cauda de muerte se ha trasladado a esa ciudad.
Con una población de 600 mil habitantes, Nuevo Laredo –que colinda con Laredo, Texas– es considerada una ciudad dormitorio: 47 por ciento de los pobladores trabajan "del otro lado". Pero tanto en Estados Unidos como acá, en México, la crisis económica ha empezado a calar fuerte.
A lo largo de toda la frontera de Tamaulipas, hasta el pasado 15 de febrero, se tenía el reporte de la pérdida de 24 mil empleos, la mayoría en la industria maquiladora y en empresas instaladas en los municipios de Matamoros, Reynosa, Valle Hermoso, Nuevo Laredo, Río Bravo y Ciudad Victoria.
Durante seis días La Jornada recorrió los municipios de esta frontera. En enero de 2006 se aplicó en toda la entidad el llamado Operativo Conjunto Tamaulipas-Nuevo León contra el crimen organizado, con la participación del Ejército, la Policía Federal Preventiva y la Agencia Federal de Investigación.
Sin embargo, al circular por la carretera que va de Matamoros a Nuevo Laredo no se encontró un solo retén militar ni un puesto de vigilancia policial.
En cambio, sí fue posible observar, a plena luz del día, en Guardados de Abajo –pueblo ubicado entre Miguel Alemán y Reynosa– cómo tres hombres descargaban, afuera de una casa y a toda prisa, una camioneta repleta de paquetes envueltos en plástico negro, del tamaño de un ladrillo (aparentemente de mariguana o cocaína), sin que nadie pareciera percatarse de la maniobra. Esto ocurrió a pesar de que a escasos 500 metros de ahí fue detenido, en abril de 2001, Gilberto García Mena, El June, un importante ex operador del cártel del Golfo.
La misma pregunta se hizo a mucha gente de Nuevo Laredo. ¿Qué ocurrió aquí? Pero Ramón Garza Barrios, presidente municipal priísta, sostiene que no le gusta hablar del proceso que empleó para transformar la policía local en un cuerpo confiable. Con todo, no le queda más que aceptar: "Sería utópico pensar que se acabó la corrupción, pero trabajamos para que sea la menos posible."
Imbuidos por ese mismo optimismo, el regidor Feliciano Vera y el secretario de desarrollo económico municipal, Antonio Chapa Garza, aseguran que si bien Nuevo Laredo tuvo hasta hace dos años "una mala imagen", es preciso aclarar "que los crímenes eran entre quienes estaban involucrados en esos negocios. Hoy se pretende crear la región Laredo, vender a los empresarios los dos Laredos, esto es, convencerlos de que pueden invertir aquí, mientras sus familias viven en el otro lado."
Muy distinto es el panorama que muestran los informes del gobierno federal sobre los efectos que ha provocado una sociedad penetrada por el narcotráfico. “El ciento por ciento de los alumnos, desde quinto de primaria hasta nivel profesional, conocen que el cártel del Golfo es la organización líder en todo el estado, y 40 por ciento de los niños de entre 7 y 16 años de edad, sobre todo de escuelas públicas, han pensado en formar parte de ese grupo como forma para obtener poder y dinero de forma rápida”.
Entonces, ¿cómo no agradecer y seguir hablando todavía hasta hoy de la visita de Gabo a Nuevo Laredo, en septiembre de 2008, para inaugurar el museo y sala de lectura Estación Palabra, en lo que fuera la antigua terminal del ferrocarril?
Fuente: Diario La Jornada.
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viernes, 13 de marzo de 2009
La narcoguerra/Parte V
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