Compañer@s:
El pasado mes de enero, Enrique Vera Lozano, inexplicablemente apareció muerto en los separos de la Procuraduría Estatal de Justicia de Estado de Durango.
Amigos y familiares, con sed de justica, solicitaron el apoyo de las diversas fuerzas políticas, llamadas de izquierda, de Durango, y ante el desaire de ellas, su entrañable amigo Sergio delgado, decide tomar la bandera justiciera.
El compañero Enrique Vera Lozano, ya se encuentra en la agenda del Frente Nacional Contra la Represión (FNCR) y el próximo 25 de abril, en su 1X asamblea nacional, debe exigir al Gobierno de Durango esclarecer los graves hechos, por lo pronto sus amigos y familiares deben estar seguros que no están solos, y los responsables, legal o no son prófugos de la justicia.
La carta del compañero Sergio Delgado decidimos reenviarla a todo el pueblo mexicanos, a los medios masivos de comunicación, a organizaciones en defensa de los derechos humanos, a organizaciones políticas y sociales, como un compromiso con nuestro, ya amigo, Enrique Vera Lozano.
La próxima asamblea nacional del FNCR debe exigir con todos sus medios, desde el valle hasta la costa, de norte a sur de este oeste, que este crimen no quede impune.
Cesar Del Pardo Escalante
Durango, Dgo., a 30 de marzo de 2009
Compañeros:
Rosario Ibarra de Piedra
Senadora de la República
José Luis Alonso Vargas
Frente Nacional contra la Represión:
En la segunda quincena del mes de enero, en esta ciudad de Durango, Raúl Medina Samaniego, típico dirigente priísta de una de las dos agrupaciones que en el Estado controlan el servicio de transporte urbano, La Alianza, estuvo a punto de ser asesinado por un grupo de sicarios en una calle céntrica. Lo raro de este incidente es la muy tardía llegada de las fuerzas policiacas, puesto que la balacera en contra de Medina y su esposa duró bastantes minutos, lo cual hace pensar que fueron las malas relaciones que Medina tiene con el gobernador del Estado y la CTM, lo que está detrás de este intento de asesinarlo.
Al día siguiente de este acontecimiento, tres agentes de la Dirección Estatal de Investigaciones (DEI) de la Procuraduría de Justicia del Estado, hicieron acto de presencia en el domicilio del Sr. Enrique Vera Lozano, de oficio carpintero, pero que años atrás había sido chofer de camiones de la Alianza, de lo cual lo retiró la impresión que le produjo el secuestro y asesinato de quien era el dueño de la unidad que Enrique manejaba, un permisionario conocido como Don Gil, no obstante que la familia de éste pagó los 3 millones que los secuestradores pedían por el rescate.
Lo que esos tres agentes le solicitaron a Vera Lozano, fue que los acompañara a la Procuraduría solamente a declarar en torno al intento de asesinato de Medina Samaniego. Sabiéndose totalmente ajeno a ese incidente, Enrique aceptó la invitación. Eran las 14:30 horas. Como a las 6 de la tarde, Enrique no había regresado a su domicilio, tres de sus hermanos y el mayor de sus hijos fueron a la Procuraduría a buscarlo encontrándose con la desconcertante novedad de que ahí no se sabía de él, cosa que obviamente les preocupó. Quiso el destino que, en el momento en que les estaban dando esta información, el hijo de Enrique viera en los pasillos de la Procuraduría y a una corta distancia a su padre llevado a hombros y casi a rastras por un par de agentes de la DEI. Frente a esta evidencia, a los burócratas de la Procuraduría no les quedó otra que reconocer que ahí estaba Enrique y decirles a sus familiares que no se preocuparan, que al día siguiente Enrique estaría de regreso en su casa sano y salvo. Y los familiares les creyeron.
Eran las 3.30 de la mañana ya del día siguiente, cuando en el domicilio de Enrique hizo acto de presencia un individuo que luego de hacerle saber a la esposa de aquél que su marido se había suicidado, le ofreció los servicios funerarios. La señora, horriblemente impresionada por tan mala nueva, se comunicó con los hermanos de Enrique, quienes de inmediato fueron nuevamente a la Procuraduría, en donde no se les permitió ver el cadáver, mismo que horas después llegó a los Funerales Hernández, pero en una caja sellada, señal de que el suicidio era un cuento chino y de que en realidad la muerte de Enrique había sido producto de las bárbaras torturas a que fue sometido en las mazmorras de la Procuraduría, seguramente porque no aceptó echarse la culpa de un incidente criminal en el que nada había tenido que ver. Y es que Enrique era un hombre que no tenía vicios, ejemplar como hijo, hermano, esposo y padre, y que tenía por costumbre rezar con su esposa y sus hijos el rosario todos los días.
A los ciudadanos nos quedó pronto claro lo del asesinato de Enrique, por la inverosímil explicación que dio de su muerte la Procuraduría: "El señor Enrique Vera Lozano se suicidó (¡agárrense!) con el cierre de su chamarra". Y esa explicación, que nadie obviamente cree, sigue hasta hoy siendo la versión oficial del gobierno estatal
Ahora bien, como a los Vera Lozano yo los conozco desde la infancia, porque era gente de mi barrio, cuando supe que ningún partido les había echado mano (el megalómano y camaleonesco de Gonzalo Yáñez -un día anda de gira con López Obrador, otro saludando o alzándole la mano al ultraderechista gobernador Ismael Hernández Deras- de plano les sacó la vuelta; lo mismo hizo Marcos Cruz, hoy flamante -por no decir oportunista- perredista que esgrimió como excusa que apenas se estaban acomodando en su nuevo partido; un diputado panista, que fue el primero que le entró a este asunto, acabó de plano diciéndoles que no lo siguieran molestando), decidí, en nombre la agrupación que presido, el Movimiento Cultural Independiente de Durango A.C. (MOCID), sumarme a la lucha por el esclarecimiento de este asesinato y por la indemnización, conforme a la ley, de la familia de Enrique, que al morir el único sostén, se quedó en la absoluta pobreza. Son cuatro menores de edad, el menor de apenas dos años de edad y que todos los días pregunta y llora por su papá.
Lo primero que hicimos los del MOCID fue manifestarles (hoy mismo les escaneo el oficio) al gobernador del Estado, al secretario general de gobierno y al procurador que, como muchos ciudadanos, no aceptamos la explicación oficial de este crimen, que exigimos su esclarecimiento y la indemnización que por ley corresponde a su familia.
Hasta la fecha, ninguno de esos altos funcionarios nos ha dado respuesta.
En estos días, compañeros, lo que estamos a punto de lograr es la exhumación del cadáver para una segunda necropsia, porque la primera la hizo la Procuraduría a su gusto, por cierto que en un tiempo récord, por lo corto. Ya afortunadamente conseguimos quien financie los servicios de dos médicos legistas que representarán a los familiares de Enrique (otros dos representarán a la Procuraduría) en esa operación, misma que hasta hoy sabemos se cobra muy caro.
En síntesis, compañeros, lo que de corazón les pedimos es que se pronuncien públicamente* por el esclarecimiento de este brutal homicidio y por la indemnización a la familia de Enrique, dentro de la cual deben incluirse becas para los tres hijos que están en la escuela. Déjenme decirles que los familiares de aquél ya tienen en sus manos pruebas contundentes y fotos de cómo obraron contra Enrique sus torturadores.
Dentro de ese pronunciamiento incluyan ustedes una carta al Gobernador del Estado*, máximo responsable de esta tragedia, conminándolo a proceder conforme a la ley en todos los sentidos. De esa carta, por favor, mándenos una copia (la COCOPO, compañera Rosario, anda con nosotros en esa lucha) para, en su momento, amplificarla y exhibirla en el Zócalo de esta ciudad. Tomen en cuenta que estamos en tiempos electorales y que esto mismo puede hacer que las autoridades doblen las manos pronto, y como la Iglesia Católica, por las razones que sean, aquí también tiene como blanco coyuntural de sus ataques al PRI, esto también nos puede ayudar.
Edgar Sánchez sabe quien soy (milité en el PRT) como también que me mantengo fiel a la línea de la izquierda radical. Hace seis meses que me salí del PRD, por los muchos años de marginación total de cualquier responsabilidad política y porque ese partido, como bien lo reconoció Rosalbina Garavito en su carta de renuncia, ya es parte de este sistema contra el cual supuestamente nació.
Muy agradecido por la atención que le presten a este documento y por todo lo que hagan por la reivindicación moral de un humilde carpintero que tuvo un fin absolutamente kafkiano.
Un fuerte y camaraderil abrazo a los dos.
Sergio Octavio Delgado Soto
martes, 21 de abril de 2009
Carta de Sergio Delgado sobre el crimen contra Enrique Vera, en Durango
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