viernes, 31 de julio de 2009

Meón de agua bendita




Meón de agua bendita



Apenas había pasado una semana del ascenso de Manuel Espino a la dirigencia nacional del PAN, cuando ya las quejas contra la forma de hacer política del nuevo líder cimbraban las estructuras blanquiazules.

El entonces diputado Germán Martínez Cázares, estrecho colaborador del aspirante presidencial Felipe Calderón, tronó ante los medios: “En Espino yo no veo, en sus primeras declaraciones como jefe nacional, un rumbo de país. Veo un ánimo de revancha, veo unas declaraciones y unas palabras que expresan intolerancia. Lo veo hablar de orden, de auto reprimirse, de disciplina, de reglamentos y de estatutos, y no lo veo hablar de utopías, de anhelos, de ideas”.

Martínez lamentaba en esa época que el PAN estuviese confirmando con Espino su derechización: “Si por derechización entendemos intolerancia, exclusión, represión y revanchismo, si la dirigencia nacional mantiene ese rumbo (…) estamos dando pasos directos a la derrota”.

El michoacano creía que el PAN no estaba nada bien si aquéllos líderes que lucharon durante años desde la oposición, como era el caso de Luis H. Álvarez, Juan de Dios Castro y María Elena Álvarez, se manifestaban preocupados por la victoria de Espino, mientras “un ex priista como Alfonso Durazo” celebraba el acontecimiento.

En su diatriba pública contra el recién electo jefe nacional del panismo, Martínez Cázares recordó a su antecesor Adolfo Christlieb Ibarrola, y el debate que éste sostuvo a finales de los años 60 con el ala más conservadora de Acción Nacional, la misma que dio lugar al Yunque, la organización secreta ultraderechista que dominó al gobierno y al partido durante la administración foxista. “Meones de agua bendita”, les endilgó aquél prócer del panismo a los reaccionarios de su partido.

--¡No nos van a vencer los nuevos meones de agua bendita! –parafraseó el brazo derecho de Calderón. –Y no les vamos a dar el gusto de salirnos de nuestra casa—completó el entonces legislador, que presumía su inscripción en el ala doctrinaria de Acción Nacional.
Pero más pronto cae un hablador que un cojo. Germán Martínez sucedió a Espino en la jefatura nacional panista, y muy pronto fue acusado por varios de sus correligionarios de lo mismo por lo que él descalificaba a su antecesor: autoritarismo, intolerancia, exclusión, revanchismo, represión, derechización…

Entre Espino y Martínez, empero, hay una enorme diferencia: uno ganó –con las reservas del caso-- las elecciones presidenciales, el otro cargó sobre sus hombros –sin lugar a dudas-- la derrota más estrepitosa del PAN en muchos años. Lo paradójico es que, al renunciar a su cargo, Martínez siguió operando para su jefe Calderón a favor ¿de quién cree usted lector, lectora? ¡De un meón de agua bendita!, como los que señalaba Christlieb y el propio Martínez.
En efecto, César Nava es un conspicuo miembro del Yunque, tal como lo ha documentado el periodista Álvaro Delgado, el primero en sacar a la luz pública a esta organización. La diferencia entre Espino y Nava es que éste es un incondicional absoluto de Felipe Calderón, como lo es también Germán Martínez Cázares. Ahora bien, hay de meones a meones. Por su escasa estatura política, Nava quizá sólo llegue a meoncito.

No hay comentarios: