lunes, 18 de enero de 2010

La mala fama

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Por Félix Arredondo
15 Jan 2010

El presidente Felipe Calderón sostiene que la percepción de México en el exterior está distorsionada. Para él, los responsables son sus opositores y críticos del gobierno. ¿Quién tiene la culpa?



El presidente Felipe Calderón tiene nuevos motivos para estar preocupado.

Esta vez no es por el encarecimiento sin control de la canasta básica. Tampoco por las 283 ejecuciones ocurridas en los primeros 11 días del año.

No. El viernes pasado, en un discurso improvisado, el presidente de México hizo pública su nueva preocupación: "la percepción internacional de que México es un caos".

"Sí, es muy sorprendente, caray. A juzgar por la fama pública, como dicen los abogados, de los países, México es, al parecer, el peor lugar en términos de violencia".

La revelación fue hecha ante los embajadores mexicanos y funcionarios del Servicio Exterior Mexicano en Los Pinos.

¿Habrá sido esta mala fama la causa por la que, ya no digamos el presidente Barack Obama, sino hasta el gobernador de Texas, Rick Perry, decidieron no asistir a la inauguración del nuevo puente internacional de Mission, Texas?

¿De dónde sacaría el presidente Calderón esto de que México tiene la peor fama del mundo? Es difícil saberlo.

Y es que este año, a diferencia del pasado, no ha salido ningún funcionario del calibre del director de Inteligencia de Estados Unidos, Dennis Blair, por ejemplo, a decir que México es un Estado fallido.

Sin embargo, si Calderón asegura que la imagen de nuestro país en el exterior está por los suelos, debe ser por algo.

Sin embargo, asegura que esa percepción internacional está distorsionada.

Y para convencer a los embajadores, invitó como conferencista a la comida del 8 de enero, a Joaquín Villalobos, un ex guerrillero de El Salvador.

En su exposición, y en defensa del gobierno, el salvadoreño comparó las tasas de criminalidad de los países del continente americano. Según sus datos, México no está tan mal.

Sus cifras indican que solo cinco países tienen una tasa de homicidios más baja que la de México.

Argentina tiene 5, Costa Rica 7.6, Estados Unidos 6.1, Uruguay 4.3 y Chile casi 2. Este índice fue calculado por cada 100 mil habitantes.

Esto dio pie para que el presidente Calderón expresara su interpretación. "Lo que nos han demostrado aquí con las cifras de tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes (...) es que México puede estar en 10 (homicidios por cada 100 mil habitantes), o en 12, lo que ustedes puedan ajustar, según la metodología.

"Pero Colombia está en 36, el triple, y Brasil está al doble. Sin embargo, la percepción internacional no es así.

"La percepción internacional es que México es un caos. Y, sin embargo, Brasil es una especie de paraíso. Es más, se lleva los Juegos Olímpicos y el Mundial".

¿Cómo es que Brasil, si está peor que México, goza de tanto prestigio?

¿Quién o quiénes son los responsables de desprestigiar a México?

Los culpables de la mala fama

Felipe Calderón está seguro de que el desprestigio internacional de México es responsabilidad de los críticos y opositores a su gobierno.

Sostiene que los mexicanos no han sabido distinguir "que puede y debe tenerse una expresión democrática de diferencia y de debate en la pluralidad, pero, al mismo tiempo, distinguir dónde están aquellos temas y asuntos de interés nacional que reclaman la convergencia de voluntades y apoyo de todos.

"Es más, por desgracia, a menudo los mexicanos juzgamos a nuestro país con la mayor severidad que podemos, incluso por encima de la severidad respecto de otros temas", dijo Calderón en su discurso.

La culpa, entonces, es de "los propios mexicanos, que magnificamos los defectos y las limitaciones, en lugar de resaltar nuestros avances. Y se vale, además. Se vale, y lo he sido yo, he sido opositor y he sido crítico".

En cambio, los ciudadanos de Brasil no hacen eso.

"Eso sí, amigas y amigos, yo, ni como político ni como presidente de la República, a la mejor me falta mucho por vivir, pero jamás he escuchado a un brasileño hablar mal de Brasil", sentenció un primer mandatario visiblemente contrariado.

Sin duda, Calderón tiene razón cuando dice que los brasileños no se expresan mal de su país. Tampoco lo hacen los estadounidenses, los italianos o los franceses.

Pero eso no significa que no critiquen a su gobierno. Eso se hace en todos los países del mundo.

Excepto, claro está, en las dictaduras, porque en ellas existe la obligación de poner por los cielos la imagen del dictador. Y a veces ni así se logra.


Por tanto, el tema a dirimir es el siguiente: ¿por qué el gobierno mexicano, no México, tiene tan mala fama en el mundo, como dice el presidente?

¿Es una mala fama gratuita o se la ha ganado a pulso?

Las causas del desprestigio

¿Qué pudo haber pensado un ciudadano francés al ver en televisión a Florence Cassez cuando ponía al descubierto la mentira y la simulación del actual secretario de Seguridad Pública federal Genaro García Luna?

¿Qué reacción pudo haber tenido, ya no un francés, sino un ciudadano de cualquier país, al saber que el funcionario en cuestión no solo no fue destituido, sino que fue ascendido a una secretaría de Estado?

¿Qué opinión le habrá merecido a cualquier gobierno o ciudadano de cualquier país la transmisión en vivo de la patraña del secuestro de un avión de Aeroméxico por un seudopastor, presunto secuestrador que ya está libre?

¿O qué impresión pueden tener de México los ciudadanos de Estados Unidos que el fin de semana pasado se enteraron de que al otro lado de El Paso, Texas, en Ciudad Juárez, habían sido ejecutadas 26 personas en un solo día?

¿Qué imagen se puede tener del gobierno mexicano después de que se dio a conocer que, por segundo año consecutivo, Ciudad Juárez, Chihuahua, registra la tasa de homicidios más alta del mundo?

¡Esta ciudad fronteriza tiene 191 asesinatos por cada 100 mil habitantes! Más del doble que en San Salvador, según datos de Joaquín Villalobos.

Como si estos hechos no fueran suficientes para generar la mala fama de la que habla el presidente, habría que revisar lo que el gobierno federal está haciendo en materia de comunicación.

Tal parece que nadie le ha dicho a Felipe Calderón que los medios reproducirán todo lo que diga y todos los días.

Si los problemas de seguridad son graves de por sí, se magnifican cuando el presidente de la República habla diariamente de ellos. Y lo peor es que no están resueltos.

Además, la prédica presidencial sobre la violencia no se circunscribe al territorio nacional, sino que se aborda también en cualquier gira internacional, así sea la del cambio climático.

Urbi et orbi

Para quien lo dude, solo tiene que recordar que apenas llegó Felipe Calderón a Copenhague, en diciembre pasado, lo primero que hizo fue dar una conferencia de prensa para anunciar al mundo, urbi et orbi, el parte de guerra de la batalla del día contra el narcotráfico.

"Fue un golpe contundente", exclamó el presidente de México ante los asombrados corresponsales extranjeros de todo el mundo que habían sido enviados para buscar la noticia, pero sobre el cambio climático.

En cambio, el mandatario mexicano les explicó que Arturo Beltrán Leyva "era el líder del Cártel de Sinaloa, aliado del grupo de Los Zetas". Les informó que había muerto en medio de una batalla campal con los marinos mexicanos en la paradisiaca ciudad de Cuernavaca.

¿Podemos imaginar lo que habrán pensado los periodistas?

Pero esto no es todo. ¿Qué puede pensar un turista extranjero que durante su estancia en México ve y escucha hasta el cansancio los spots de radio y televisión sobre la inseguridad y la guerra contra el narcotráfico?

Y más porque parecen promocionales de una película como la de "Los Intocables".

¿Quién, sino el propio gobierno, ha interrumpido con frecuencia los noticieros matutinos de radio y televisión para "ganar la agenda del día" presentando en vivo a los supercapos detenidos el día anterior?

Los peligros

No hay fama que haga más daño a un país y a un gobierno que aquella cuyas verdaderas causas no son diagnosticadas a tiempo.

La mala fama se seguirá esparciendo, a pesar de los spots. A pesar del discurso y de la orden de hablar siempre bien, que fue la instrucción terminante que dio el presidente Calderón a los embajadores.

Si no se conocen las causas del problema, no se encontrará la solución.

La mala fama seguirá creciendo, hasta que llegue el día en que el descrédito sea tan grande, que minará profundamente la confianza que se le pudiera tener al gobierno, tanto dentro como fuera del país.

Y, entonces, al presidente en turno se le habrá terminado el tiempo.


Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV

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