Por: Jorge Gómez Barata
Entre las sanciones adoptadas por el Consejo de Seguridad contra Irán, la que autoriza a detener y abordar en alta mar a buques mercantes, principalmente iraníes, para inspeccionarlos y decomisar las cargas que no cumplan los requisitos de la mencionada resolución, tiene potencial para provocar una confrontación militar y desencadenar una agresión en gran escala contra Irán
Esa opción hace retroceder la historia a tiempos pretéritos cuando ante las pretensiones hegemónicas de las potencias marítimas, otros países de Europa y los Estados Unidos reivindicaban la libertad de los mares.
Para no abusar de referencias a los preceptos del derecho romano acerca del ''Mar Libre'', basados en que a diferencia de la tierra, el mar no puede ser ocupado, mencionaré tres hitos recientes.
-Estados Unidos se involucró en la Primera Guerra Mundial a partir del incidente del Lusitania, un vapor de pasajeros que en 1915 partió de Nueva York y frente a las costas de Irlanda fue hundido por un submarino alemán, incidente en el que perecieron los 1 198 pasajeros y tripulantes.
-Uno de los más rudos enfrentamientos armados de la posguerra que involucró a varios países se originó cuando, ante la nacionalización del canal de Suez por el gobierno de Nasser en 1956, Gran Bretaña, Francia e Israel atacaron militarmente a Egipto, dando lugar a una situación que nunca más se repetiría cuando Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron en el mismo bando en el rechazo a la agresión.
-El mundo nunca estuvo tan cerca de la guerra nuclear como cuando en 1962, durante la Crisis de los Misiles en Cuba, el presidente John F. Kennedy ordenó inspeccionar los buques soviéticos en ruta hacia la Isla para verificar que no transportaban material nuclear.
Aunque durante la Guerra Fría, debido a la clara delimitación de las aguas territoriales y los entendimientos entre las grandes potencias respecto a la ''zonas de influencia'', en las cuales se desplegaron impresionantes flotas militares, los problemas del tráfico marítimo se atenuaron; resurgieron cuando los nuevos estados afroasiáticos, ribereños de golfos, lagos, pasos y estrechos, reivindicaron la soberanía sobre sus respectivos espacios marítimos.
A los componentes militares y de seguridad relativos a la cuestión de los mares y la navegación, en los años ochenta se sumó lo relacionado con los derechos de pesca y la aparición de yacimientos de petróleo en el mar, hechos que provocaron reclamaciones y entendimientos que dieron lugar al surgimiento de nuevas figuras jurídicas que, al concepto del mar territorial, sumaron el de zona de soberanía económica, consagrado por la Convención de Naciones Unidas sobre Derechos del Mar adoptada en 1982.
Particular relevancia tiene para el comercio mundial y la convivencia internacional lo relacionado con las regulaciones respecto a los golfos, los canales y los estrechos, algunos de ellos de enorme significado y en cuyas orillas se asienta más de un país. Varios de esos espacios y pasos marítimos son ejes de tensiones internacionales extremas. Así ocurrió en su momento con el canal de Suez y el Mar Rojo y ocurre hoy con el golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz.
El golfo pérsico debe su nombre al hecho de que en unas de sus orillas, con casi 500 kilómetros de costas, prosperó la civilización persa (Irán) que desde hace más de mil años comparte el espacio marítimo con otros estados ribereños como Arabia Saudita, Iraq, Kuwait, Abu Dhabi, Dubai y Qatar, estados donde se produce casi el 40 por ciento del petróleo consumido por el mundo y que obligatoriamente transita por el estrecho de Ormuz.
En esta zona donde la mayor profundidad es de 90 metros y el ancho varía entre 50 y 370 kilómetros, han trasladado Estados Unidos e Israel una armada de tales dimensiones que apenas encuentra espacio para desplegarse y maniobrar y en esta área, a la vista de Irán y al alcance de sus cohetes y navíos, presuntamente los buques de guerra de Estados Unidos e Israel detendrán a los navíos iraníes para ser inspeccionados.
La incógnita es qué ocurrirá cuando algún buque se niegue a detenerse o resista el abordaje y, tratándose de naves de Irán, cuál será la reacción de los mandos militares de Estado persa, en especial de los Guardianes de la Revolución, una fuerza caracterizada por su orgullo y determinación.
Ojalá no se repitan en el Golfo Pérsico los dramáticos momentos vividos durante la Crisis de los Misiles cuando en octubre de 1962, frente a Cuba, en el Golfo de México y el Estrecho de la Florida, Estados Unidos desplegó: 40 buques, entre ellos portaaviones, submarinos y naves de asalto y rebasificó en bases en Florida y Puerto Rico cerca de 600 aviones, cinco divisiones del ejército, casi 200 barcos de guerra, y un impresionante cuerpo de paracaidistas para optar por el bombardeo o la invasión a la isla o ambas cosas.
EL 22 de octubre, Kennedy anunció que se dirigiría a la Nación y Fidel Castro decretó la alarma de combate. El presidente norteamericano anunció el bloqueo naval a la Isla y el de Cuba puso en pie de guerra a la Isla. Las fuerzas armadas norteamericanas y de la Unión Soviética, incluyendo la cohetería estratégica; así como las tropas de la OTAN y el Pacto de Varsovia fueron puestas en estado de máxima alarma y mientras la aviación norteamericana sobrevolaba la isla, decenas de buques soviéticos se aproximaban a la barrera establecida por los buques de guerra norteamericanos.
Todos los protagonistas tenían los dedos en los gatillos, algunos, como tal vez ocurra hoy, estaban listos para lanzar bombas atómicas.
El día 26, cuando el primero de los buques se asomaba a la barrera y Kennedy esperaba al teléfono el aviso de que no se detendría para dar la orden de echarlos a pique, los capitanes de los barcos soviéticos recibieron la orden de virar en redondo y emprender el regreso. Luego la Unión Soviética aceptaría que sus buques fueran inspeccionados en alta mar.
Casi cincuenta años después, aunque de modo más oculto el mundo vive las mismas tensiones, varios países corren el riesgo de ser enviados a la edad de piedra, las economías de occidente, incluyendo Estados Unidos e incluso China y Japón pueden quedarse sin petróleo. Se trata de un conflicto susceptible de escalar hasta tornarse mundial y donde no habrá ganadores, excepto aquellos que logren evitarlo.
Fuente: TeleSur
Difusión: Soberanía Popular
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