Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Como una conclusión de la entrega anterior, aquí se dijo sin mayor argumentación: “Demasiada cara es la factura, mientras las adicciones, y no al tequila o al güisqui sino a los narcóticos, se multiplican imparables”. Corresponde ahora intentar demostrarlo.
Por supuesto que no con el afán de echarle a perder la fiesta que empezó en Guadalajara y Zapopan, Jalisco, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa por el abatimiento de uno de los cuatro capos principales del cártel del Pacífico, Ignacio Coronel Villarreal y, enseguida, Mario Carrasco Coronel, sobrino y posible sustituto del primero.
El festejo, con varias medallas en el pecho del comandante supremo de las fuerzas armadas, incluida la del injustificable asesinato de Arturo Beltrán Leyva en diciembre pasado, en Cuernavaca, Morelos, continuó en otras formas como la del Diálogo por la Seguridad, que se realiza en el Campo Marte, mismo que el día 2 reunió a empresarios, banqueros y organismos de la sociedad civil partidarios del uso del Ejército y la Marina en tareas de seguridad pública, en tanto las organizaciones críticas y que son la mayoría fueron excluidas, a pesar de que Calderón Hinojosa pontificó que “ahora hay una sociedad más libre”; también con especialistas, líderes religiosos, medios de comunicación y, finalmente, el viernes próximo con gobernadores.
El abogado, economista y administrador público reconoció, allí, la existencia de “cuestionamientos” a la Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, y lo mejor es que lo hizo sin caricaturizar a sus múltiples críticos. Y por enésima ocasión convocó a establecer una política que trascienda el sexenio y comprometa a todos los poderes y niveles de gobierno. Relajado, hizo un llamamiento desesperado a los ciudadanos a “contribuir para vencer la apatía, la indolencia, la desidia, el sentimiento de derrota, de desamparo o de desánimo que muchas veces campea en algunas regiones del país”. ¿Y qué esperaba provocar este señor con el baño de sangre, muerte, terror e ilegalidad que impuso al país?
De los 600 mil mexicanos adictos a estupefacientes --y que son resultado de un crecimiento de 7 por ciento del 2002 al 2008--, Calderón no dijo ni una palabra. Menos aún de que se ampliaron en 27 por ciento las posibilidades de que los jóvenes de entre los 12 y 18 años de edad accedan a las drogas y 17 por ciento de éstos recibieron ofertas para probarlas sin ningún costo. Tampoco que la edad de inicio a la adicción se adelanta peligrosamente. Y menos aún que el mercado nacional se expande con sostenido éxito y que son absolutamente insuficientes los ridículos 107 millones de pesos que se destinan para operar 374 centros Nueva Vida y 32 millones de pesos para tratamientos.
En la obcecada estrategia militarista presidencial lo decisivo es combatir la oferta y hacerse de la vista gorda ante la creciente demanda nacional, para entre otras cosas concentrarse en hacerle el trabajo sucio a la Casa Blanca, dificultarles y encarecerles a los 22 millones de adictos estadunidense el acceso a drogas prohibidas, en tanto los gobiernos de California y Colorado se disponen a legalizar la mariguana, como ya sucede en buena parte de los estados de la Unión Americana.
Es sumamente alentador que algunas de las OSC aliadas a la Presidencia tienen una visión menos estrecha, excluyente, que aquélla y proponen medidas como despenalizar la comercialización de la mariguana o se quejen de que “México esté secuestrado por un sindicato (el Nacional de Trabajadores de la Educación) que poco reporta”.
Como siempre, la vocación de colonizados conduce a los gobernantes locales a ser más papistas que el mismo Papa.
Acuse de recibo
Para el ingeniero Luis Enrique Torres Prieto “Si no hacen caso (los altos mandos militares) de sus mismos integrantes como el general Gallardo o Lara Villa que también son generales, aunque a muchos no les guste, cree usted que estos tipos dejarán de mirar al Pentágono, si no fuera tan cruel la cosa daría risa como el comandante Garrison”. Lo anterior a propósito de Apertura de la Sedena (30-VII-10)… “Interesante”, le pareció la misma columna al diputado federal Miguel Álvarez Santamaría… En tanto que el yucateco Marcos Antonio Heredia Pérez comenta, desde Mérida, sobre Hábito, disciplina, adicción: “Pues en efecto, como tú dices en la Utopía del 2 de agosto, ‘mientras las adicciones, y no al tequila o al güisqui sino a los narcóticos, se multiplican imparables’, los golpes a los jefes de cárteles --decimos-- sólo se traducen finalmente en reacomodos en las cúpulas del crimen organizado, pues capo que cae, capo que es sustituido de inmediato o casi. Y es que el problema real está en el mercado que va en aumento y determina la prosperidad y el poder del negocio. Otra cosa sería que el gobierno anunciara continuamente, por ejemplo, que a través de equis programa social 10 mil o más adictos dejaron de serlo, porque eso sí afecta directamente a los cárteles que crecen y se fortalecen precisamente gracias a los consumidores”.
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Difusión: Soberanía Popular
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