miércoles, 7 de septiembre de 2011

Sembrar muerte y cosechar oro


En los municipios de San Luis Acatlán, Metlatónoc, Tlacoapa, Atlamajalcingo del Monte, Malinaltepec, Acatepec y Zapotitlán Tablas, en la zona de La Montaña y la Costa Chica del estado, fueron descubiertos yacimientos de oro, plata, zinc y otros metales, la exploración la encabezaron las mineras de capital extranjero.

Minera Huschschild México, Cansum Minas y minera Zalamanca son quienes se proponen apropiarse de un área de 500 hectáreas.

En estos municipios mixtecos, tlapanecos y meepa, persisten conflictos agrarios, altos niveles de pobreza, analfabetismo, insalubridad, desempleo y migración.

A 10 kilómetros de Chilpancingo, la empresa Goldeocorp, con aval de la autoridad municipal de Zumpango, se pretende explotar unas mil 400 hectáreas que Golcorp explotara por 20 años, gracias a una concesión otorgada por el gobierno federal con la cual se devastarán 105 cerros de Huiziltepec, Xochiltepec y Tompisquicio. En el ejido de Carrizalillo, las minas Francisco Javier que abarca 15 mil hectáreas, Zitlaltepec, Iliateco y Paraje Montero 42 mil hectáreas más del proyecto Corazón de las Tinieblas, Totomixtlahuaco, Colombia de Guadalupe y Pascala del Oro.

Actualmente en México hay 26 concesiones de explotación minera y más de 850 proyectos de minería a cielo abierto, lo que representa el 20 por ciento del territorio nacional.

La onza de oro ha llegado a valer más de mil 600 dólares y se prevé que dentro de un año podría alcanzar el doble de precio; aumentando las ganancias de las mineras, quienes sólo invierten 250 dólares por onza.

La minería que se utiliza frecuentemente, es la llamada a cielo abierto donde se remueve la superficie o la sobrecarga de la tierra, utilizando los modernos equipos de demolición, excavación, extrayendo un gramo de oro por una tonelada de tierra demolida, utilizando grandes cantidades de agua y cianuro, en cráteres de gran extensión donde se expanden metales pesados liberados como arsénico, antimonio, cadmio, cromo, plomo, níquel, selenio y tulio, la minería causa grandes agravios a la naturaleza al afectar la superficie del terreno, el entorno general, la contaminación el aire, las aguas superficiales, además de las subterráneas o freáticas, el suelo, la flora, la fauna, cambios de microclima. Gracias al uso del cianuro que se utiliza la extracción por lixiviación dado a la alta toxicidad y reactividad natural del cianuro que conlleva a la destrucción y agotamiento de las comunidades mayoritariamente pueblos originarios y campesinos a los cuales se les pretende desplazar dividir a las comunidades, desintegrar el tejido social, facilitando el despojo a partir de la danza de los millones de la corrupción que campen en la industria de la muerte.

Las concesiones de explotación minera, están ubicadas en cuatro cuencas hidrológicas (Quetzala, Río San Luis, Papagayo y Balsas), por lo que significan una amenaza permanente para el uso del agua en el estado.

Desde la conquista y la colonia, la minería era la base de la acción colonizadora con graves consecuencias para los pueblos originarios, esclavizados, despojados y mutilados.

En la actualidad, la minería es quien más afecta los derechos laborales, genera enfermedades crónicas degenerativas, en obreros y vecinos, desplazamiento de comunidades.

Hoy existe un movimiento emergente contra la minería en Guerrero, donde participan defensores de los derechos humanos del mundo, la policía comunitaria, radiodifusoras comunitarias libres en la campaña en defensa del territorio: “A corazón abierto, defendamos a nuestra madre tierra en contra de la minería”.

¿Quién les dio permiso de sembrar muerte y cosechar oro? ¿Ecocidio y etnocidio?

Fuente: La Jornada de Guerrero

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